Capítulo 28

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-¿Esto responde a tu pregunta?-.

No supe en ese momento qué contestar. Mi cuerpo se había paralizado por completo y no me sentía capaz de pronunciar palabra alguna, tan sólo me limité a mirar al suelo. No me atrevía ni siquiera a mirarle a la cara.

Sentí mis nervios desplazarse por mi espina dorsal, así como mis latidos detrás de mis orejas. Estaba tan sorprendida por lo que acababa de pasar que me quedé ahí quieta, sin mover una mísera articulación.

Max seguía esperando mi respuesta y al ver que no llegaba, volvió a acercar su rostro al mío pegando nuestras frentes y depositó sus manos por detrás de mi cuello.

-Con ese silencio me queda más que claro- colocó un mechón de mi pelo por detrás de mi oreja y con sus nudillos acarició mi mejilla.

-Max-.

-Dime- dijo sin dejar de mirar mis labios y sin separar su frente de la mía.

No sabía exactamente qué quería decirle, seguía en un estado de aturdimiento, como si no tuviera la capacidad de asimilar que ese beso realmente había sucedido.

"Leire, te ha besado, acéptalo de una vez"- me decía mi subconsciente.

-¿Por qué has hecho eso?- le pregunté en un susurro debido a que su rostro seguía estando a escasos centímetros del mío.

-¿No te parece obvio?- se separó y posó sus manos en mis brazos -Leire, estoy enamorado de ti, ¿o es que no lo entiendes?-.

Unos escalofríos acababan de aparecer en mis brazos y mis piernas haciendo que se me erizara la piel en el momento en que pronunció esas palabras y a la vez, los latidos de mi corazón incrementaban su intensidad haciéndose notar en todo mi cuerpo.

Busqué su mirada. Él buscó la mía, y cuando por fin se encontraron, sentí la necesidad de rozar nuestros labios nuevamente. Tan fuerte era aquella tentación que, sin poder evitarlo, lo hice. Esta vez, era yo la que marcaba el ritmo del beso y él lo seguía.

De repente, noté cómo su lengua atravesaba mi boca sin permiso y acariciaba la mía, cosa que me hizo soltar un pequeño sonido al no esperarme tal movimiento.

Sus manos empezaron a trazar de nuevo mis curvas hasta depositarlas a los lados de mi cintura, mientras yo rodeaba su cuello con mis brazos.

No sabía cuánto tiempo había pasado desde aquel segundo beso, pero lo que sí sabía, era que la adrenalina iba cada vez más rápida recorriéndome todo el cuerpo.

Al separarnos, buscó de nuevo mi mirada y me regaló una sonrisa tan hermosa, que parecía que mi cuerpo iba a derretirse. Su sonrisa me encantaba. Como respuesta a ese gesto, yo también le sonreí.

Max volvió a acercarse a mí y depositó una de sus manos en mi mejilla, trazando varias caricias con su dedo pulgar debajo de mi pómulo. No pude evitar soltar un suspiro en señal de que ese contacto me gustaba.

-¿Eso significa que sientes lo mismo?- la voz de Max se oía más grave debido a que estábamos a pocos centímetros de distancia.

Levanté mi mirada hasta alcanzar sus ojos esmeralda, los cuales se veían más intensos que nunca y entonces, supe que me lo estaba diciendo en serio, que no se trataba de ninguna broma.

Mis piernas empezaron a temblar debido a los nervios. Me quedé en silencio, sin saber qué responder. Las palabras se me acumularon en la tráquea y no había manera alguna de hacer que saliesen.

Un pequeño gruñido salió de su garganta y separó su mano de mi mejilla. Sin embargo, no se movió de su lugar. Seguía mirándome como si de ello dependiera su vida.

Hasta Que La Vida Me Sonríe (COMPLETA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora