Estaba encerrada en mi habitación llorando, sentada en el suelo con mi espalda apoyada en la puerta. ¿Por qué me pasaban estas cosas a mí? ¿Por qué?
Me puse a pensar por un momento que si no fuera por Emma, no tendría a nadie en este mundo, estaría completamente sola y sin ganas de vivir.
Sin embargo era exactamente lo que sentía, sentía que mis ganas de estar viva iban cayendo en un pozo sin fondo. Pero tener a alguien como Emma, en cierto modo, hacía que me sintiese algo mejor.
Sentí mi móvil vibrar. Tenía una llamada de alguien que no sabía quién era. "Número desconocido". Contesté por curiosidad.
-¿Diga?-.
-Hola...Emm...¿Leire?- contestó una voz masculina.
-Sí, soy yo. ¿Quién es?- pregunté secando mis lágrimas con la manga de mi suéter a rayas blancas y negras.
-Soy Max, el chico de hace un rato- me dijo.
¿Max? ¿Pero cómo había conseguido mi número? No dudé en preguntárselo.
-Ah, hola. Emm...¿Cómo has conseguido mi número?- le pregunté extrañada.
-Me lo has dado antes, cuando nos hemos visto- me contestó.
Me quedé pensativa durante unos segundos. No recordaba habérselo dado en ningún instante. Es más, no estaba de humor ni para hablar con nadie. ¿Cómo iba a darle yo mi número?
-Mm...¿Sigues ahí?- me preguntó después de ese tiempo. Agité mi cabeza para volver a la realidad y me dispuse a contestar.
-S...Sí, sigo aquí, sí- le dije con un tono de duda en mis cuerdas vocales.
-Genial- me contestó con una risa de amabilidad -Mmm...Bueno, pues ya nos veremos. Tengo que dejarte. Adiós.
-Adiós, Max- colgué.
Esa llamada había sido extraña. ¿De dónde habría conseguido Max mi número? Estaba segurísima de que yo no se lo había dado en ningún momento. Qué raro.
Me puse a pensar en Emma. Saqué de nuevo mi móvil y la llamé. Tres pitidos sonaron hasta que me contestó.
-¿Leire?- dijo Emma después de descolgar.
-Hola. Te llamaba para preguntarte si te encuentras bien. Como hoy no has acudido a clase...-dije.
-Ah, sí. Había ido al médico- me dijo.
-Al médico...¿Pues qué te ocurre?- le pregunté un tanto preocupada.
-Ah, no. Tranquila, no estoy enferma. Sólo que tenía que ir a donar sangre- me dijo. Eso me dejaba mucho más tranquila. -¿Podrías venir a mi casa y me dices los deberes que han mandado hoy?- me preguntó.
-¡Claro! Sin ningún problema- dije un poco más alegre -Pero, dime dónde vives-.
-Ah, claro. Vivo en Edaffing Street, 15- Me contestó.
-Perfecto, ¿a qué hora te viene bien?-.
-Mmm...A partir de las 16:00 estoy disponible-.
-De acuerdo, pues de 16:00 a 16:15 estaré allí. Tengo que colgar. Hasta después- dije.
-Adiós, Leire- dijo antes de colgar.
Dejé mi teléfono encima de mi mesita de noche y me senté en mi cama. Todavía seguí pensando en cómo Max había localizado mi teléfono. Aunque bueno, pensándolo mejor, más valía que lo tuviera alguien que conocía (aunque a él lo conocí sólo de diez minutos, pero lo conocía). Peor hubiese sido que lo tuviera una persona extraña.
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Hasta Que La Vida Me Sonríe (COMPLETA)
RandomElla sintió que no tenía a nadie a su lado. Sintió que no valía como persona. Sintió que nada tenía sentido, y cuando se dio cuenta de que la vida no estaba hecha para ella, el destino dio un vuelco. Alguien especial apareció en su camino y de repen...