-Leire, espera un momento- dijo Max antes de que pusiera un pie en el primer escalón.
Giré sobre mi eje y caminé hasta donde estaba él. Me paré justo a dos pasos de distancia.
-Dime- dije abrazándome a mí misma y fijando mi mirada en la suya.
-¿Me lo vas a contar?- preguntó señalando una de mis muñecas.
Observé mis brazos y volví a dirigirle la mirada. Pensé mi respuesta durante un par de segundos, y al final decidí contárselo.
-Mis tíos desde siempre me han odiado. Desde muy pequeña. Cuando mis padres se fueron de viaje y posteriormente murieron, no han hecho nada más que hacerme la vida imposible. Me gritaban, llegaban a ponerme las manos encima e incluso me insultaban con palabras hirientes- suspiré -Al volver a mi casa la primera vez que salí contigo, ellos te vieron y lo que me dijeron es que estuve contigo para...- pausé y cogí aire -para algo más que una simple salida, ya sabes-.
-No te entiendo, Leire- negó con la cabeza y encogió sus cejas.
Abrí la boca para contestar, pero de pronto, noté que sus ojos se abrieron de par en par y entreabrió su boca. Al parecer ya lo había entendido.
-¿Te dijeron eso?- yo asentí -¿Pensaban que tú y yo estábamos...?-.
-Sí, Max- le interrumpí -Me llamaron furcia en pocas palabras- respiré -Aquellas palabras me dolieron tanto, que acabé haciéndome ésto- le señalé mis cortes.
-Pero, Leire- dijo en un tono cansino -No tenías que haberte dejado influir. ¿No ves qué lo único que querían era hacerte sentir mal? No debiste permitirlo- puso sus manos sobre mis hombros.
-Lo sé, pero me hicieron muchísimo daño, Max- cubrí mi rostro con mis manos y las mojé con las lágrimas que iban saliendo de mis ojos.
Max acortó más la distancia que había entre nosotros y me envolvió en un cálido y agradable abrazo. Yo deposité mi cabeza sobre su pecho. En ese momento necesitaba un abrazo así y lo agradecí.
-Diós mío, no sé cómo pudiste aguantar todo eso- me dijo -Debió haber sido horrible-.
-Lo fue, Max- asentí -No sabes cuánto- seguí llorando.
-Ya está, Leire, ya pasó. No tienes de qué preocuparte. Ya no estás con ellos- dijo acariciando mi cabello.
-No sé qué pasaría si me los encontrara por la calle- me separé de él y desvié la mirada hacia otro punto del salón.
-Bueno, de momento no pienses en eso- puso de nuevo sus manos sobre mis hombros y volví a mirarle -Tú concéntrate en estar tranquila, ¿sí?- preguntó inclinando su cabeza hacia abajo, pero sin dejar de mirarme.
Yo asentí y él me imitó. Después, subí las escaleras para dirigirme a la habitación de Max, mientras que él se quedó viendo un rato la televisión.
Iba a contarle también lo ocurrido con mi primo Edward, pero decidí no hacerlo porque no me atrevía. ¿Y si pensaba mal de mí? No quería que eso pasara, así que, guardé silencio. Probablemente no se lo contaría jamás. Era un tema demasiado delicado y repugnante para mí, tanto que hasta sentía vergüenza de mí misma.
Al llegar, empecé a quitarme los zapatos y posteriormente el vestido.
Saqué mi pijama de debajo de la almohada y me lo puse. En ese instante, sonó mi móvil y era el mismo número que me había llamado hace unas horas.
-¿Sí?- pregunté.
Volví a escuchar la misma respiración de antes, pero ahora era algo más intensa, más fuerte y algo más ronca.
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Hasta Que La Vida Me Sonríe (COMPLETA)
AlteleElla sintió que no tenía a nadie a su lado. Sintió que no valía como persona. Sintió que nada tenía sentido, y cuando se dio cuenta de que la vida no estaba hecha para ella, el destino dio un vuelco. Alguien especial apareció en su camino y de repen...