Capítulo 7

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Era de noche. Me encontraba en mi cama acostada. Podía sentir cómo el aire empujaba la puerta de mi habitación haciendo que ésta se moviera.

Después de cinco minutos, se volvió a escuchar el mismo ruido. Intenté incorporarme para comprobar si había sido el aire otra vez, pero algo me lo impidió. Alguien me había cogido por los hombros y me había echado hacia atrás haciendo que mi espalda volviera a tocar mi cama.

Reconcí la figura de mi primo Edward. Entonces noté cómo mi cuerpo temblaba y flaqueaba del terror que recorría por mis venas.

¿Pero no se había ido? ¿Qué hacía aquí de nuevo? Y de noche.

-Edward, ¿qué haces aquí de nuevo?- le pregunté en un susurro para que tío Rob y tía Mary no se despertasen.

-Nunca me fui, Leire- me contestó acariciando mi pelo largo y lleno de tirabuzones.

-¿Cómo?- pregunté -¿Qué quieres decir con qu...?- me interrumpió dándome un beso que hizo que mi expresión pasara de ser de sorpresa a ser de repugnancia.

Dejó de besar mi boca y pasó a besar la curvatura de mi cuello, pasando por mi pecho y mi estómago, hasta llegar a mis caderas. Apartó mi pantalón de pijama y mi ropa interior. Empecé a dar patadas, pero Edward ni se inmutó, y cuando comenzó a llegar más hacia abajo, grité:

-¡NOOO!-.

Abrí los ojos y me incorporé rápidamente hasta quedar sentada en mi cama. Noté que mi cuerpo empezaba a sudar y pasé una mano para limpiar la sudor de mi frente.

Había sido una pesadilla. Me sentí aliviada al descubrir que había sido sólo eso y que mi primo no estaba ahí otra vez. A los pocos segundos, oí a mi tío gritar desde la habitación que compartía con mi tía.

-¡Niña! ¡¿Qué demonios te pasa?! ¡¿Por qué gritas a estas horas de la noche?!- parecía enfadado.

-¡Nada, tío, he tenido una pesadilla. Lo siento!- le contesté intentando no parecer atacada por los nervios que en ese instante se desplazaban por toda mi piel blanca y sensible.

-¡Duérmete ya de una vez!- gritó mi tía.

Sin contestarle, volví a tumbarme y taparme. Cerré los ojos e intenté dormirme de nuevo.







~*~







La primera clase, que era la de laboratorio, había comenzado. Nos tuvimos que poner por parejas para realizar cada práctica.

En la clase éramos pares, así que todo el mundo tenía pareja. Todos menos yo, ya que Emma no había venido a clase, por lo que tuve que ponerme sola.

-Bien, chicos. La práctica de hoy consiste en averiguar si cada una de esas sustancias que tenéis en frente- dijo el profesor señalando los seis vasos que teníamos cada pareja delante -pertenecen a un pH ácido o a un pH básico. Para ello necesitaremos un papel especial que cuando se moja en un líquido, dependiendo de si ese líquido es ácido o básico, cambiará a un color o a otro.

Todos miramos el material que teníamos en la mesa. Ya lo teníamos todo preparado.

-Tan sólo tenéis que mojar la varita de vidrio en cada líquido y tocar el papel. Si el papel se vuelve rojo, ¿qué tipo de sustancia será?- preguntó el profesor.

-Será una sustancia ácida- dije yo.

-Muy bien, señorita Prescott. ¿Y si se vuelve de color azul?- volvió a preguntar.

-Será básico- dijo otro compañero de clase.

-Excelente, señor Hastry- dijo el profesor -Pues creo que ya no hay nada más que explicar, así que podéis comenzar. Ah, una última cosa: cuando vayáis a cambiar de sustancia, antes de tocar el líquido con la varita, limpiadla antes porque sino, lo que haya quedado en el vidrio se mezclará con la siguiente sustancia- advirtió el profesor.

Hasta Que La Vida Me Sonríe (COMPLETA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora