Capítulo 44

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Postrada en medio de tal hermoso jardín, sin poder ni siquiera moverme de mi lugar, mi cabeza no dejaba de reproducir la conversación que había tenido con Emma hace unos segundos.

Mi mente estaba completamente llena de dudas. Dudas de las cuales moría por aclarar sus respuestas cuanto antes y dejar atrás aquella desagradable e irritante experiencia que cada día se hacía más molesta y pesada.

El simple hecho de saber que, tal vez, no era Dylan aquella extraña y misteriosa persona que se ocultaba tras el teléfono y tras un cambio de voz, me hacía sentir mucho más tranquila.

Por otra parte, la sola idea de saber que aún quedaba una incógnita por descubrir, me ponía de los nervios. ¿Quién demonios sería ese maldito indivíduo?

-Ah, estabas aquí- dijo una voz de repente. Al fijar mi mirada en aquella persona, descubrí que se trataba de Max -Te estaba buscando por toda la casa-.

-Bueno, pues aquí me tienes- dije yo -¿Querías algo, amor?- le pregunté.

-No, sólo que no sabía por dónde andabas y saber que estás aquí me deja más tranquilo- inspiró -¿Te gusta el jardín?- me preguntó mirando a su alrededor.

-Me encanta, es precioso- respondí contemplando el entorno -Y las rosas rojas son hermosas-.

-De aquí cogí aquella rosa que te regalé la otra vez, ¿te acuerdas?- me preguntó.

Por supuesto que me acordaba. Me la trajo justo al día siguiente de rechazarle cuando se me declaró. Todavía me sentía algo mal por aquello, pero en esos momentos ya no importaba demasiado.

-Sí, me acuerdo perfectamente- sonreí. Luego fruncí el ceño en un gesto de extrañeza -Pero, ¿cuándo viniste a recogerla? No recuerdo que me mencionaras nada de haber venido aquí antes- dije colocando mis manos sobre los dos lados de mi cintura.

-Es que en nuestro jardín tenemos rosas de aquí, amor mío- explicó cruzando sus brazos a la altura de su abdomen.

-¿Las rosas que tenemos allí son de aquí?- le pregunté sorprendida.

-Sí, señorita. Son de aquí- dijo él.

-No lo sabía- dije riéndome.

-Pues ahora ya lo sabes- pausó -Por cierto, ¿te apetece que salgamos un rato y así conoces el pueblo?- sugirió.

Yo le miré con un poco de miedo, ya que, tal vez, podríamos encontrarnos con el indivíduo que robó el móvil de Dylan, y no me convencía del todo aquel plan.

-¿Qué ocurre? Pareces asustada- pausó y torció su cabeza a un lado -Espera, creo que ya lo sé- suspiró -Tienes miedo de que ese cobarde te encuentre, ¿cierto?- me preguntó.

Rodé mis ojos al cielo y junté mis labios creando una línea recta con ellos. Asentí con la cabeza mientras mi mirada se desviaba hasta otro punto de la estancia.

-Leire, estás a salvo. Estoy yo contigo- me dijo él -Estoy cien por cien seguro de que no se atreverá a ponerte un dedo encima estando yo presente. Porque si lo hace no sé de lo que seré capaz- dijo él. Sinceramente me había dejado algo más tranquila.

-De acuerdo, Max. Vamos- dije convencida.

-Esa es mi Leire- me dio un beso corto en los labios y nos dirigimos al salón, donde Arthur y Shona se encontraban sentados en el sofá viendo un programa de preguntas y respuestas en la televisión.

Shona giró su rostro hacia nosotros y pasó su mirada de Max a mí y, hecho eso, volvió a centrarla en la televisión sin dirigirnos palabra alguna.

Hasta Que La Vida Me Sonríe (COMPLETA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora