-¿Te gusta?- susurró alguien en mi oído.
Un fuerte grito salió de mi boca y salté sobre mi lugar. Me di la vuelta bruscamente y en mi campo de visión apareció ese chico rubio de ojos esmeralda del cual estaba totalmente enamorada.
-Joder, Max. Menudo susto me has dado- dije con algo de dificultad debido a mi respiración agitada por aquella inesperada sorpresa.
Él se carcajeó posando sus manos en su vientre. Yo le observaba con una de mis manos en mi pecho. Mi ceño se frunció mientras seguía riéndose. Dirigió por un momento su mirada en mí y dejó las carcajadas a un lado, percatándose de mi rostro enojado y serio.
-Pobrecita- se acercó aún más a mí y depositó un suave beso en mi frente al mismo tiempo que ahuecaba mi rostro entre sus cálidas y fuertes manos.
Sonreí ante aquel gesto tan agradable, me separé unos centímetros de él y giré sobre mi eje para observar el escenario que nos rodeaba.
-¿Qué es todo esto, Max?- le pregunté sin dejar de mirar a mi alrededor y señalando la mesa que había visto minutos antes.
-Ah, nada- pausó -Una cenita que he preparado para dos personas- dijo con un tono despreocupado.
-Ah, entonces debería irme. Pásalo bien con la otra persona- dije lo más sonriente posible.
Me encaminé hacia la salida del jardín con una expresión de tristeza y decepción en mi rostro, pero unos fuertes brazos atraparon mi cintura impidiendo que diese un sólo paso más.
-Una cena para ti y para mí, boba- dijo cerca de mi oído.
Mi expresión cambió radicalmente a una amplia sonrisa y, sin decir una palabra, me solté de su agarre y me di la vuelta para encararlo.
En ese instante, la vergüenza se apoderó de mis mejillas, haciendo que se pusieran coloradas. Intenté no hacérselo notar tanto agachando mi cabeza hasta que mis ojos encontraran la punta de mis pies.
Max agarró mi mentón entre su dedo índice y su dedo pulgar y levantó mi cabeza hasta que nuestras miradas conectaron de nuevo. Sus ojos adoptaron un tono brillante, un tono que no había visto nunca antes en ellos y, a causa de ese resplandor, el color verde de sus ojos destacaba todavía más.
-¿Vamos?- me preguntó señalando la mesa.
Asentí timidamente y dirigimos nuestros pasos hacia la mesa. Una vez allí, apartó una de las sillas y me hizo una seña para que me sentara. Cuando lo hice, rodeó la mesa hasta llegar a su silla.
-Oye, no me has contestado a la pregunta- dijo antes de probar bocado.
-¿Qué pregunta?- le pregunté extrañada.
-Te pregunté si te gustaba esto- dijo después de que el bolo alimenticio se desplazara por su garganta al mismo tiempo que señalaba la mesa y después todo el decorativo del jardín.
-Ah, sí. Me encanta- dije muy sonriente.
A decir verdad, me había sorprendido mucho. No había suficientes palabras para describir cuan emocionada estaba por aquel detalle y, a causa de esa emoción, sentí en mi pecho y estómago una agradable sensación de adrenalina.
Me dedicó una sonrisa de lado antes de volver a centrarse en su plato de comida. Después de unas cuantas cucharadas de arroz me entró sed, pero la copa que tenía delante contenía vino. Y es que el vino no me gustaba demasiado. Sin embargo, hice un esfuerzo por Max, ya que se había tomado la molestia de preparar todo aquello.
Tomé un sorbo de vino y me sorprendí al pasar el líquido por mis papilas gustativas y descubrir que no tenía tan mal sabor como pensaba. Limpié mis labios con una servilleta para quitar el exceso de vino que se había quedado depositado en ellos y levanté mi mirada para encontrar a Max, que estaba totalmente concentrado en su comida. Sonreí al verle de aquella manera y, al darse cuenta de que mis ojos le apuntaban a él, me devolvió la mirada.
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Hasta Que La Vida Me Sonríe (COMPLETA)
عشوائيElla sintió que no tenía a nadie a su lado. Sintió que no valía como persona. Sintió que nada tenía sentido, y cuando se dio cuenta de que la vida no estaba hecha para ella, el destino dio un vuelco. Alguien especial apareció en su camino y de repen...