Capítulo 16

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Las tres primeras clases antes del recreo habían pasado como si no acabaran nunca. Parecía que el tiempo no avanzaba y cada segundo que pasaba, estaba deseando que terminaran para poder tomar nuestro descanso de media hora.

El timbre sonaba tan fuerte que parecía que mis tímpanos iban a reventar.

Toda la clase recogía sus cosas y salía tan rápido como una flecha tirada desde un arco.

Emma y yo salimos fuera y recorrimos casi todo el patio hasta que llegamos a un banco que para nuestra suerte estaba libre y nos sentamos en él.

-Uf, menos mal que ya se ha pasado media mañana. Estaba que no podía más ahí dentro- dijo Emma rodando sus ojos al cielo.

-Ya ves. Sobre todo la clase de Historia. No me gusta nada esa clase- dije yo.

-Ni a mí. Es que dime tú para qué necesitamos saber lo que hicieron cuatro señores siglos atrás- dijo ella.

-Pues sí. Al menos a mí no me va a hacer falta saber nada de eso, pero es una asignatura más que debemos estudiar- dije yo agachando la cabeza.

-Ya- dijo con un tono cansino.

Saqué mi almuerzo, le quité el papel plateado y empecé a comer mientras miraba a un punto fijo pensando.

Recordé la tarde anterior. No sabía exactamente por qué, pero me sentía extraña, confusa...

Por un lado me sentí aliviada porque mi amiga me llamó justo en el momento en que Max por poco pegaba sus labios a los míos, y por otro lado quería que hubiera ocurrido de verdad.

-Leire- noté que me llamaban pero seguí mirando a la nada -¡Leire!- gritó la misma voz de antes.

Desperté de mi pequeño trance y vi que Emma me estaba hablando y desplazando de un lado a otro su mano justo en frente de mis ojos.

-L...Lo siento- me disculpé nerviosa.

-¿Qué te pasa?- me preguntó ella mirándome mientras fruncía el ceño.

-Nada, sólo estaba pensando- le contesté.

-¿En qué?- me preguntó curiosa.

-¿Te acuerdas cuando me llamaste ayer por la tarde?- le pregunté.

-Sí, ¿por qué?- me preguntó.

-Estaba con Max, me había invitado a salir un rato- le contesté.

Emma se llevó sus dos manos a la boca y sonrió pícaramente.

-Anda que me dices nada, mala amiga- me dijo ella golpeándome en el hombro izquierdo.

-Bueno, pero te lo estoy contando ahora, ¿no te sirve?- le pregunté haciendo pucheros.

Ella levantó una ceja como si estuviera mirándome sin piedad, pero al final cambió su expresión a una sonriente.

-Que sí, boba. Pero cuéntame. ¿Qué pasó? ¿Esta vez sí hubo morreo, no?- me preguntó mirándome fijamente a los ojos sonriendo.

-De verdad, Emma, que a ti en marujeo no te supera nadie. Pero nadie- le dije negando con la cabeza y riendo.

-Ya ves. ¿Pero hubo morreo o no hubo morreo?- insistió ella.

-No, no hubo nada- le contesté haciendo que borrara esa sonrisilla pícara.

-Muy mal, Leire. Muy mal- me dijo negando con la cabeza y con los brazos cruzados.

-Uy, ¿muy mal, por qué?- le pregunté con la boca abierta.

Hasta Que La Vida Me Sonríe (COMPLETA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora