Epílogo

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-¡Señores!- Arthur salió al escenario una vez que volví detrás del telón y paró los chillidos de los presentes -Haremos un descanso de cinco minutos para que la fabulosa Caroline recargue su energía y comenzaremos las apuestas-.

Al escuchar la última palabra, la sensación de angustia volvió de nuevo a mi cuerpo. La sangre subía y bajaba con intensidad. El terror se marcaba en cada rincón de mi organismo, y noté que mi respiración se agitaba más y más a cada segundo que pasaba.

De un momento a otro, el sonido de unas manos chocando entre sí una y otra vez atrajo mi atención y me distrajo de mis pensamientos. Giré sobre mis talones y visualicé la silueta del chico rubio de ojos esmeralda que tanta rabia me ocasionaba.

-Bravo, nena- sus pasos viajaban en mi dirección pausadamente mientras seguía aplaudiendo -Para ser tu primera vez has estado, en mi opinión, increíblemente...- frenó su caminar y agarró su mentón. Desvió su mirada por un segundo y volvió a centrarla en mí -Excitante- terminó en un susurro provocador.

En ese instante, un nudo desgarrador se instaló en la boca de mi estómago. Estaba tan llena de odio que no sabía qué responder. Permanecí entonces en silencio, sin poder dejar de mirar a los ojos al hombre que me tuvo engañada durante tanto tiempo.

Su mirada tampoco se apartaba de la mía. El color verde esmeralda de su iris se quedó grabado en mi mente una vez más y, del mismo modo que llegué a amar esos ojos, los llegué a repudiar en el mismo y preciso instante en que me confesó su traición.

Tragué saliva para reprimir las ganas de echarme a llorar al recordar su engaño, puesto que no quería darle el gusto de verme llorar por él. No quería llorar otra vez. Nunca más.

-¿Te comió la lengua el gato o qué, encanto?- dio un paso hacia mí, pero frenó cuando me vio retroceder -Estás muy callada, nena. Como si fueses una puta -por un segundo se cayó, pero volvió a hablar en seguida -Ah, espera, lo eres- se rió.

-"¡Hijo de puta! ¡Mil veces hijo de puta!"- pensé.

Estuve a punto de decir algo cuando la voz de Arthur llegó hasta mis oídos desde lejos.

-¡Ya estamos de vuelta!- pausó -¡Ahora daré lugar a las encuestas!- el corazón me iba a mil por hora cuando terminó aquella frase -¡¿Quién desea a la hermosa Caroline y cuánto apostaría?!-.

La angustia volvió de nuevo a mi organismo. El corazón seguía yéndome igual de rápido. Tanto, que notaba cómo chocaba contra mi caja torácica. Finas gotas de sudor descendían por mi frente. Las manos me temblaban, y sólo podía mantenerme ahí quieta, escuchando a esos hombres pelearse con dinero por mi cuerpo.

-Será mejor que te largues a la habitación donde te acostarás con el que haya apostado más dinero y te prepares para recibirle como se merece- me dijo Max.

Le mantuve fija la mirada durante largos segundos. No sabía qué hacer o qué decir. Mis piernas parecían haberse endurecido como si de la misma piedra se tratase. No podía mover ni una sola articulación.

-Ah, es cierto. No sabes dónde es- dijo mirando hacia otro lado -¡Roman!- llamó al chico pelirrojo, pero éste parecía no haberlo escuchado -¡ROMAN!- gritó aún más fuerte, cosa que me provocó un sobresalto.

El chico pelirrojo apareció en mi campo de visión a los tres segundos. Parecía agitado, como si hubiese llegado corriendo, ya que inspiraba y expiraba rápidamente.

-Acompáñala a la habitación catorce- me agarró del brazo y me empujó hacia Roman.

Asintió. Eché una última mirada de odio y rencor a Max y corrí para alcanzar a Roman cuando vi que había avanzado.

Hasta Que La Vida Me Sonríe (COMPLETA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora