-Niña- noté la voz de una persona a mi lado, pero seguí sumida en mi sueño -¡Niña, despierta!- sentí esa voz más intensa, pero no hice caso -¡NIÑA!-.
Noté que mi cuerpo se zarandeaba por sí solo. Esta vez me desperté rápidamente y me incorporé en mi cama.
Miré hacia mi izquierda y vi a mi tía con las dos manos en mi brazo izquierdo. Había sido ella quien me había gritado y zarandeado mientras estaba dormida. Miré sus ojos mieles y vi en ellos una seña de enfado, mientras que su boca se arrugaba.
-Hasta que al fin despiertas- me dijo sin quitar esa expresión de su rostro.
-¿Qué hora es?- le pregunté con la voz ronca debido al sueño.
-Van a ser las 9:00 de la noche- me dijo con un tono suave -¡VE AHORA MISMO A LA COCINA A HACER LA CENA!- me gritó de pronto tan fuerte que me levanté de la cama a la velocidad de la luz.
Me puse mis zapatillas de estar por casa tan rápido como pude y me encaminé casi corriendo hacia la cocina para hacer la cena.
Al llegar, me dispuse a sacar todo el material necesario para hacer la cena y mientras tanto, noté que una voz grave me llamaba desde el salón.
-Niña, ¡¿qué has hecho, que a estas horas no has hecho aún la cena?!- gritó mi tío.
-¡Me había dormido!- grité yo desde la cocina sin dejar de hacer lo que estaba haciendo.
-¡Bah! ¡Menuda vaga!- me gritó él.
¿"Menuda vaga"? ¿De verdad me estaba llamando "vaga"? Si siempre era yo la que no paraba de hacer todas las tareas de la casa yo sola, la que limpiaba y la que cocinaba. Sin embargo, ni él ni mi tía movían un sólo dedo para ayudarme.
Preferí no contestar a eso y seguí haciendo la cena, que faltaba poco para que estuviera completamente hecha.
Llevé los platos y cubiertos a la mesa y nos dispusimos a cenar. No pronuncié ni una palabra mientras cenábamos, así como mis tíos tampoco.
Al terminar todos de cenar, volví a llevar los platos y los cubiertos a la cocina y los lavé.
Subí a mi habitación y cerré la puerta tras de mí. Me dejé caer sentándome en mi cama con desgana y miré hacia el frente pensando en todo lo sucedido hasta ahora: la muerte de mis padres, la llegada de mis tíos, mi primo, Dylan, Emma, Max...
Mi móvil vibró dos veces y estiré mi brazo izquierdo para agarrarlo. Era un mensaje de Max.
"¿Cómo estás?"
Sonreí por un segundo, pero borré mi sonrisa de inmediato. No me apetecía hablar con nadie en esos momentos, pero tampoco iba a ser tan descarada como para no responderle. Él no tenía la culpa de todo lo malo que me pasaba con mis tíos.
"Hola, Max. Estoy bien, gracias. ¿Tú cómo estás?"
Después de un minuto, mi móvil comenzó a vibrar sin parar y vi que Max me estaba llamando.
-Hola, Max- le dije.
-Hola, Leire. Te había enviado el mensaje por no molestarte si estabas ocupada, pero como he visto que no has tardado casi nada en responderme, ya he decidido llamarte- me dijo.
-Ah, de acuerdo- dije asintiendo con la cabeza, aunque él no me viera.
-Bueno, ¿qué tal te va todo? ¿Los estudios bien? ¿Todo bien?- me preguntó en un tono un poquito más agudo de lo normal.
-Sí, todo bien. Los estudios de categoría, estoy sacando buenas notas- le dije alegremente.
-Guau, eso está genial, Leire. Me alegro muchísimo por ti- me dijo él igual de alegre.
ESTÁS LEYENDO
Hasta Que La Vida Me Sonríe (COMPLETA)
DiversosElla sintió que no tenía a nadie a su lado. Sintió que no valía como persona. Sintió que nada tenía sentido, y cuando se dio cuenta de que la vida no estaba hecha para ella, el destino dio un vuelco. Alguien especial apareció en su camino y de repen...