Capitulo 57

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-Has sido una excelente madre, Alejandra. No puedo estar más orgulloso de la familia que has formado. —Mi mamá sonrió, cuando se soltaron estaba realmente emocionada de ver esto. Se despidieron, espere a que subieran a sus carros, me quede parada en la puerta viendo al suelo.
-No me hagas esto. —Su voz penetro en mis oídos con frialdad.
-No estoy haciendo nada. —Dije sin voltear.
-No lo quieres.
-Tu no entiendes nada. —Cuando gire mi cuerpo, José estaba a centímetros de mi.
-Aún podemos arreglar todo.
-Ya no hay nada que arreglar. Tú lo arruinaste y yo quiero ser feliz.
-Podemos ser felices juntos de nuevo. —Su mirada buscaba únicamente mis ojos, cuando tome el valor levante la mirada y lo rete. —Ya tomaste tu decisión, por lo que veo.
-Así como tú la tomaste hace medio año. —Esquivo mi mirada y me di cuenta que lo había ablandado.
-¿Te gusta verme sufriendo?
-¿Crees que me gusta?
-Eso parece. —Solté una carcajada y camine hacia la casa. —Alana, realmente te quise.
-No lo demostraste nunca. —Detuve mi paso.
-¿Cómo puedes decir eso?
-¿Sabes qué sentía contigo? Me sentía menos, me sentía intimidada todo el tiempo, que no era lo suficiente, que no encajaba, con Marcelo es diferente, puedo ser yo, puedo estar tranquila, me hace sentir que puedo con todo.
-¿Y eres feliz?
-Tenía meses sin ser tan feliz como lo soy ahora. —Suspiró. —Te diría que lo siento, pero es una mentira... Te mereces todo lo que te está pasando.

Después de esto, llego Enero y con este, mi fecha tan esperada, Marcelo estaba como loco tratando de conseguir otra casa, ya que juraba que no cabríamos los tres en su departamento, comenzó a comprar ropa para el bebé, la familia no podía estar más tranquila y el drama estaba realmente lejos de nosotros, José había mantenido su distancia de nosotros por un largo tiempo, o al menos hasta que llegó la fecha del parto.

-Estoy harta. —Dije viendo fijamente a Marcelo mientras el acomodaba la maleta que teníamos preparada.
-Ya falta poco para tenerlo aquí.
-Te imaginas, ya seremos tres. —Sonreí y le plante un beso.
-Alana... —Se sentó a mi lado. —¿Te gustaría cambiarte a otra parte?
-Marcelo, ya te dije que el departamento está bien.
-No, algo más, irnos a San Antonio. —Mis ojos se abrieron por la sorpresa.
-¿San Antonio?
-Se que suena algo demasiado extremo, pero mientras estemos en Monterrey, Pepe no nos dejara en paz.
-¿Te sigue molestando el? —Bajo la cabeza y yo sonreí. —Marcelo, yo lo he dejado en su lugar cientos de veces y el hecho de que esté cerca no cambia ni un poco lo que siento por ti.
-¿Por qué no te quieres ir?
-Me falta mi carrera, tengo planes, Marcelo.
-Tienes razón, estoy siendo muy egoísta. —Agito la cabeza como negando.
-Te entiendo, pero esta no es la solución. Tenemos que confrontar lo que venga, no vamos a separarnos de nuestras familias por cosas del pasado
-Seremos fuertes, entonces...
-Ya lo somos. —Me dio un beso, acaricie su cara y trate de mantener la calma. Su brazo derecho pasó por encima de mi mientras que el izquierdo acariciaba mi espalda. —Creo que me debo detener.
-Por ahora, si... —El soltó una carcajada.
-Deja de tentarme cuando sabes que no te puedo hacer mía. —Me sonroje y trate de disimularlo.
-Tendrás que esperar. —Me dio un beso en el cachete y recargo su cabeza en mi panza.
-En unas semanas te tendremos con nosotros.

Marcelo regreso al trabajo y yo traté de dormir, cuando por fin me estaba quedando dormida, sentí algo húmedo en la cama, ¿realmente me había hecho del baño en la cama? Sabía que tenía una vejiga realmente chica este tiempo, pero no debía ser tan drástico, me desperté y trate de levantarme, sentí una punzada en la espalda, siguiendo con un dolor que jamás había experimentado, Marcelo solía dejar mi celular junto a la cama, cuando lo tome, trate de llamar a Marcelo... Sin respuesta. Busque el número de mi mamá, también sin respuesta... Mireya y Miguel estaban en un viaje por el trabajo de Miguel, ¿y ahora qué diablos?
Tenía miedo y no sabía qué hacer, busque la última opción.

"-¿Bueno? ¿Quién habla?
-Krizia... Perdón que te llame tan de repente, espero no interrumpir nada. Soy Alana.
-¡Alana! ¿Estás bien? Te escucho agitada.
-Me duele la espalda y el estomago, no sé si me orine o si es la fuente, Marcelo no contesta, mi mamá tampoco, mi papá no está y tengo demasiado miedo. —Hable demasiado rápido, estaba entrando en pánico.
-Tranquila, bonita, tranquila... Voy para allá."

Usted. (José Madero)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora