Capitulo 54

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-Pienso que es un cobarde, que ni todos los años de amistad que tenemos me permiten excusar lo que te hizo... —Se detuvo. —¿Aún lo quieres?
-No... No siento más que pena por el, créeme que tenía el lugar más importante en mi vida, mismo que yo no tenía en el.
-Te ves muy bonita embarazada.
-¿Tú crees?
-Claro que lo creo, pero me gusta más verte siendo fuerte, sin rendirte.

Después de pasar casi todo el día con Arturo, me regreso a la casa de Marcelo, espero conmigo mientras él llegaba, a partir de la siguiente semana comenzarían mis vacaciones y después, medio año sin hacer nada, me frustraba pensar que pasaría tanto tiempo sin estudiar, estaba a menos de dos años de terminar y tenía que detener el proceso.
Pasó casi un mes, Mireya y Miguel conocieron a los papás de Marcelo, Krizia me trataba bien, trataba de llevarse bien conmigo, mientras solo recibía negativas mías, probablemente sí ella supiera la verdad de las cosas se alejaría, o me gusta pensar eso, la familia de Pepe me trataba bien, me querían demasiado y siempre trataban de cuidarme; llegaron las fechas navideñas y con ellas, mi nostalgia, no podía dejar de pensar en mi mamá, mi familia nunca estaría completa si ella no estaba conmigo y yo tenía en cuenta eso.

-Alana, ¿pasa algo? —No quería que Marcelo notara mi tristeza
-Extraño a mi mamá. —Dije de golpe.
-¿Ah?
-La última vez que nos vimos, me termine peleando con ella, realmente la extraño.
-¿Quieres verla?
-¿Será algo prudente?
-¿Tus últimos años de vida han sido prudentes? —Ambos reímos. —Podemos ir cuando quieras.
-Vamos... ¡Ya! —Marcelo sonrío.
-¿Segura?
-Ya, rápido... Antes de que me arrepienta. —Me ayudó a pararme y fue por las llaves del carro, salimos y caminamos al auto.
-¿Lista? —Asentí y arranco. Llegamos casi media hora después, cuando llegamos las piernas me temblaban.
-Vamos.
-¿Y yo para qué?
-Si todo sale bien, le tengo que contar todo. —Marcelo rezongó cual niño pequeño, bajamos del auto y toque la puerta.
-¡Ya voy! —Escuche el grito de mi mamá y mi pulso se aceleró. Cuando abrió la puerta, pude notar su sonrisa. —Alana... ¿Qué haces aquí?
-Tenemos que parar todo esto ya, mamá. Estoy a dos meses de tener a mi bebé... El merece conocerte y tenerte cerca.
-¿Y tú lo quieres así?
-Si no fuera así no estaría aquí. Eres mi mamá, te quiero en mi vida siempre. —Ella sonrió, cuando volteó hacia atrás, noto a Marcelo.
-¿Quién es el? —Lo voltee a ver y le hice una seña para acercarse.
-Si me dejas pasar tal vez te pueda explicar todo. —Ella sonrió, no pudo evitar abrazarme, le regrese el abrazo, Marcelo entro detrás mío, los tres nos sentamos en uno de los sillones. —Mamá... Él es Marcelo... Y estoy viviendo con el.
-¿Y Pepe? —Agache la mirada.
-El... Me dejo.
-¿Te dejo? ¿Cómo?
-Bueno... El me engañó a mi... Y yo lo deje a él. —Hice una pausa. —Me puedes decir "Te lo dije", lo mereceré.
-Antes lo hubiera hecho, pero he desperdiciado tanto tiempo contigo que decirte "te lo dije" solo me haría odiarme a mí misma. —Sonreí. —Y con tu perdón, Marcelo... Pero, ¿no creen que es demasiado pronto para vivir juntos?
-Hay mucho que explicarte.
-Tiempo nos sobra. —Comencé con la amplia y dramática explicación, mi mamá tenía una mirada de odio que solo había visto el mismo día en que salí de la casa.
-Y aquí estamos...
-Marcelo, tengo que admitir que estoy sorprendida que quieras hacer eso, debes tener en cuenta que un niño no es cualquier cosa.
-Yo tengo presente lo que es tener un bebé, se mi bien que no son solo mimos, cariñitos y amor, es una responsabilidad que planeo disfrutar. —Yo sonreí, realmente tener a Marcelo conmigo me hacía demasiado bien, su cariño, su responsabilidad, todo lo que estaba haciendo por mi.
-No será fácil ganarme, Marcelo, no voy a confiar en ti tan fácil como crees, mi niña ya ha sufrido lo suficiente como para soltarla como si nada.
-Lo entiendo y agradezco que acepte a su hija en su vida de nuevo, sé que ambas estarán feliz con este cambio. —Marcelo y mi mamá se llevaron bien al instante, Marcelo se la comenzaba a ganar, pero mi mamá aún tenía la guardia en alto. —¿Les parece si voy a comprar comida?
-Estaría bien... —Lo acompañe a la entrada.
-Habla con ella, desahógate, prometo tardarme lo suficiente. —Su sonrisa me volteo el mundo en ese momento, le di un beso justo en la orilla del labio. Regrese a la sala y mi mamá, estaba revisando su celular.
-¿Te puedo hacer una pregunta?
-Las que quieras. —Bloqueo su celular y lo dejo en la mesa.
-¿Por qué a Marcelo si? ¿Por qué a Pepe no?
-Hija, corazón... Una como madre, siempre conocerá lo que es bueno para sus hijos y lo que no, yo sabia que algo había cambiado en ti, en tu vida, siempre pensé que había sido Miguel, hasta que entro Pepe por la puerta.
-¿Y Marcelo?
-Ningún hombre aceptaría un hijo de otro solo porque si, Alana. Le admiro eso y solo espero que no sea igual que su hermano. —Asentí.
-¿Y cuándo nace?
-Tengo fecha para el 15 de Febrero...
-Suena bien, ¿ya tienes pensado todo?
-¿Todo?
-¿Te quedarás con Marcelo? ¿Se casaran? ¿Le darás su apellido?
-Por ahora creo que si me quedaré con Marcelo, no... No me casaré, o al menos no tengo planes de ello y... Si, si llevara su apellido.
-¿Y ya conoces a sus papás?
-Si... También Miguel y Mireya fueron hace poco, insistieron en conocerte y les pedí algún tiempo.
-¿Miguel sabe todo esto? —Acaricio mi mano.
-De mi parte solo lo saben tu, Elia, Alex, David, Fer, Mireya e involucrados.
-¿Y los compañeros de la banda de Pepe?
-Solo uno sabe, pero le rogué que no se metiera en esto, que todos habíamos tomado esta decisión y así se quedaría.
-Me agrada verte fuerte, ver que no te rindes.
-No me iba a dejar vencer, tengo a un niño que depende de mi mamá, no te voy a negar que Marcelo ha sido mi fortaleza estos meses, pero se que sola también hubiera estado bien.
-Alana, ¿me perdonas por todo? —Tomo mi mano, y la acaricie y sonreí.
-Mamá, está todo perdonado. Las cosas ya pasaron, ya estamos bien, te amo y ya nada de lo que pasó importa.
-¿Y cómo funciona todo esto con Marcelo, Pepe y su familia?
-Bueno, Pepe actúa como si no me conociera frente a su novia y su familia, Marcelo tiene que decir dos o tres mentirás sobre nuestro pasado, pero nada que no se legal y Evaristo me trata bien todo el tiempo.
-¿Evaristo?
-El otro hermano de Marcelo.
-¿Crees que pedan mantener la mentira por mucho tiempo?
-Solo espero poder mantenerla lo suficiente para tener un plan.
-Eres un mar de dramas, Alana.
-Yo sé. Es lo peor.
-¿Te puedo dar un consejo? —Yo asentí. —Deberías quedarte con Marcelo.
-¿Eh?
-Si, quedarte con el, no te puedo decir que te dará la mejor vida, pero si desde ya, te ha demostrado los pantalones que tiene, a diferencia de Pepe. —Hizo una pausa. —Pero tú sabrás qué hacer, yo te apoyaré al cien en todo, ya basta de dejarme cegar por mi orgullo y frustración.
-No quiero tomar decisiones aún, quiero tener unos días tranquilos después ya veré qué hacer con mi vida.

Marcelo regreso con la comida, mientras seguía platicando con mi mamá y tratando de convencerla de que ambos estaríamos bien, me llegó un mensaje de Pepe, sentí un balde frío caerme encima, seguido de una bofetada, trate de mantener mi cordura y no hacer un talla drama de esto.

"-¿Podemos hablar?
-¿Qué quieres?
-¿Dónde estás? ¿Con quién estás?
-¿Por qué tendría que contestarte eso?
-Alana, te recuerdo que aún tenemos algo que nos une.
-Yo no lo creo así. De hecho, no. No hay nada que nos una.
-Déjame verte, tenemos que hablar bien.
-No, entiende que ya no hay nada de que hablar."

Después de esta respuesta, bloquee el celular y seguí con la noche, Pepe ya no iba a marearme, no iba a provocar nada en mi. Cuando terminó la noche, Marcelo y yo nos despedimos de mi madre, regresamos al departamento; después de mucho tiempo me sentía completa, sentía que tenía todo lo que necesitaba... Tal vez no estaba el verdadero padre de mi hijo a mi lado, pero tenía a alguien que realmente me quería y eso era suficiente, tenía a lo madre, mis amigos, la familia de Marcelo me aceptada aunque fuera a base de mentiras. Mientras Marcelo iba manejando pude darme cuenta de todo, el no era como Pepe en nada y no podía haber punto de comparación, se percató de el hecho de que no podía quitar mi mirada de él y sonrío.

-Si me ves mucho me puedo desgastar.

Usted. (José Madero)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora