Capitulo 23.

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Sabía que tenía que arreglar todo, no podía dejar a Pepe colgado nada más, debía darle y pedirle explicaciones. Media hora después de pensar en todo lo que haría, tenía que solucionar todo... Subí al cuarto y tome mi celular, tenía varias llamadas perdidas de Pepe y de Arturo, me resigne y le llame a Pepe, espere a que sonara y nada. Ni siquiera entraba la llamada, lo intente dos veces más y lo mismo... Decidí llamar a Arturo, una... dos... A la tercera vez por fin me contesto.

"-Perdóname, en serio. Perdón.
-¿Qué pasa?
-No planeaba que Pepe hiciera eso, en serio...
-¿Dónde está? No me contesta.
-No lo se, termino el concierto y desapareció.
-¿Esta con ella?
-No lo sé, Alana... Perdoname.
-Dile una cosa.
-¿Cuál?
-Que no me busque ya. Que no quiero estar en un constante dilema de si soy o no soy la única, que no puede ir por la vida besándome, tratándome así y después hacer eso.
-¿Estás segura?
-Solo quiero que él ya esté feliz, y sé que no lo estoy logrando.
-¿Cómo puedes pensar eso?
-Si fuera feliz conmigo no pensaría en eso. Entiendo su pasado, o al menos eso creo, pero no puedo estar con él mientras suceda esto cada que la vea.
-¿Nos seguiremos viendo tú y yo?
-No se, ya no se nada, perdón Arturo.
-Te entiendo, Alana. Cualquier cosa aquí estoy.
-Gracias." Colgué y apague el celular, me tumbe en la cama y trate de soportar el llanto, Pepe debía seguir con su vida y yo también. Miguel me pidió salir un rato, le dije que me dolía la cabeza y me dejó descansar, solo veía el techo y jugaba con el celular en mis manos. ¿Cómo podía ser tan poco hombre como para ni siquiera contestarme el celular? Tenía que hablar con alguien, salí de mi cuarto y camine al de Mireya, toque su puerta y la abrí.

-Mireya...
-Hola... Alana... Pásale, ¿pasa algo?
-Si... Muchas cosas. —Me acerque y me senté en la cama.
-Cuéntame, hermosa.
-Sabes... Pepe está de gira, y bueno a veces Ricky... Uno de sus amigos, me enseña vídeos o me manda fotos, pero... —Me quede en silencio.
-¿Viste algo que no debías?
-Si... El... Bueno, estaba a punto de cantar una canción que digamos lo pone muy sentimental. O eso me ha dicho él.
-¿Y luego?
-Bueno... Resulta que a la persona que le escribió la canción estaba ahí. Y ah... Se puso realmente mal... pero no es la primera vez que pasa, él me había jurado la última vez que pasó que él ya no sentía nada por ella... después me estuvo llamando pero por el coraje no le conteste, cuando le quise llamar yo ya no me contestó, le marque a Arturo... ¿Recuerdas que te hable de él? —Ella asintió. —Pues... Estuve hablando con él y no sabia donde estaba... Le dije que le dijera que ya no quería saber nada de él... y que ya no lo iba a buscar. Y tengo miedo que este con ella...
-¿Ella ya había estado en un concierto?
-No... Bueno aquí en Monterrey no supe, pero aquí igual se puso sentimental, demasiado... —Agache la mirada.
-¿Y cuál es tu miedo, mi vida?
-Que ella pueda volver a su vida y yo quede a un lado.
-¿Crees que pueda pasar eso? —Asentí. —Deberías tener más confianza en ti.
-Con él no puedo, estoy en constante miedo que llegue alguien mejor o que simplemente tenga algo casual con alguien en alguna gira, yo le soy fiel siempre... si es que se le es fiel a algo que no hay. —Acaricio mi cabello.
-Deberías hablar con el.
-No sé cuando se vaya a desocupar de nuevo y son cosas que no se pueden arreglar por internet. —Mireya me veía a los ojos.
-Me pasó algo similar con tu papá, cuando lo conocí, él seguía mal por lo de tu mamá, cada vez sentía menos fuerza para estar con el, y tal vez ninguno de los dos te lo ha dicho, pero ella lo buscaba solo para tenerlo en su poder, no sé qué pensaba tu mamá... El muchas veces me dijo que me fuera, que no me merecía eso, ¿crees que yo lo deje? Claro que no, esto se trata de apoyo Alana. De que ambos pongan de su lado. —No dije nada. —Deberías hablar bien con el.
-¿Tú crees?
-Claro, te diré algo... No estoy muy de acuerdo con esto, pero se te ve feliz, y a él también se le ve feliz contigo, pero solo tengan cuidado. —Mire al suelo.
-¿Lo debería llamar?
-Deberías... Lo que necesites aquí estoy.
-Gracias... —Salí del cuarto y tome mi teléfono. Lo mire varias veces, tenía miedo de llamarlo. Por fin teclee su numero, estaba sonando.

"-¿Alana?
-Hola...
-Perdóname, soy un idiota, no sabes cuánto te quiero. —Escuche mucho ruido.
-¿Dónde estás?
-Te vas a molestar...
-Dime...
-En el aeropuerto.
-José... No puedes hacerlo esto a los chicos.
-No importa, tiempo sobra. —Suspire. —Vamos a hablar y lo vamos a arreglar.
-No hagas estupideces por mi.
-Solo agrégala a la lista. Ya me voy, voy a acomodar algunas cosas. Te quiero, Alana.
-Y yo a ti, Pepe." Colgó y me quede en shock, venía para acá y no sabia que hacer. Me hice bolita en la cama y me quede dormida. Desperté con mi celular vibrando, Pepe me avisó que no tardaba en llegar para acá.

-¿Qué pasa?
-Ya no tarda en venir, hace diez minutos llego.
-¿Necesitas que te lleve a algún lugar?
-No lo sé. No creo, va a querer venir hasta acá por mi. —Me levante. —Déjame voy a bañarme.
-Esta bien. —Ambas salimos del cuarto y yo me apresuré al baño, salí y corrí a cambiarme. Cuando por fin me termine de cambiar, busque mi celular y Pepe me avisaba que estaba a media hora de aquí, camine al cuarto de Miguel y Mireya no estaba, baje y estaba en la sala.
-Ya viene para acá.
-¿Quieres que espere contigo?
-Por favor... —Salimos de la casa y nos sentamos en el porche, Mireya veía a la carretera.
-¿Por qué un lugar tan solo? Qué tal si algún día pasa algo, el vecino está a casi veinte minutos caminando.
-Yo no elegí a la casa, cuando me casé con tu papá, ya tenía esta casa y a mí me gustaba mucho.

El rato siguió muy silencioso, por fin llego la camioneta, nos paramos al mismo tiempo, Mireya me abrazo y me pidió que me cuidara, me acompañó hasta la camioneta y Pepe ya estaba abajo, su camisa de botones gris, unas botas y un pantalón algo pegado lo hacían relucir, se veía el cansancio en su cara, me acerqué y depósito un beso en mi frente, volteo a ver a Mireya y le sonrió, me abrió la puerta del auto, entre y parecía eterno el tiempo que tardó para subir al auto, manejo un rato y por el camino que llevábamos andando supuse que quería ir a la plaza en que solíamos estar. El camino era silencioso y yo tenía ganas de saltar por la ventana, no quería solucionar nada con el, quería simplemente dejar las cosas así, Pepe tenía un gesto que hace mucho no veía en él, yo jugaba con mi celular entre mis manos, detuvo el carro justo enfrente de la plaza, yo me quedé viendo al suelo de la camioneta, Pepe abrió mi puerta y me ayudó a bajar.

-Alana...
-¿Por qué no simplemente dejamos todo así? —Me miró confundido.
-¿Eso quieres? —No dije nada. —Alana...
-Ya, por favor. Solo... Dejémoslo así.
-Fue un tropezón, pero no volverá a pasar. Ella ya no está en mi vida.
-No puedo estar en una constante competencia de saber en quién piensas.
-No es una competencia, Alana. Nadie se puede comparar contigo.
-Y yo no me comparo con ella. —Apretó sus manos. Y me miró a los ojos.
-No sé qué quieres que haga.
-Quiero que seas feliz. Y yo no soy una opción. Míranos, somos un desastre, tú ni siquiera me deberías considerar algo en tu vida, no pertenezco a ella.
-Tu sabes lo que eres en mi vida. ¿Cuándo nos ha importado la edad? ¿Te vas a arrepentir después de todo lo que pasamos?
-No me arrepiento de nada, simplemente ya no puedo. ¿Qué tal sí ella vuelve?
-Ya cometí dos errores, no habrá un tercero, no te perderé por cosas del pasado. —Pase mis manos por mi cara, Pepe seguía con los puños cerrados, lo mire a los ojos y los tenía cristalizados.
-No llores, no podría aguantar verte llorando. Pepe, en serio... Necesitas a alguien más.
-Te necesito a ti, me veo solo contigo. —Eso derritió mi corazón, pero debía mantenerme fuerte. —Di algo.
-No puedo. –Me abrazó y recargue mi cabeza en su pecho, estaba muy agitado. —Cálmate. Estás muy agitado.
-Dime que no te alejaras. Alana, has estado conmigo tanto poco tiempo y te has vuelto imprescindible.


Usted. (José Madero)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora