Capitulo 53

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-¿Cómo amor a primera vista? —Dijo Krizia.
-Algo así. —Dije yo.
-Pues vaya que no perdieron el tiempo. —Hablo Pepe después de tomar de su vaso.
-Digamos que las cosas se salieron un poco de nuestras manos, pero estaremos bien. —La noche terminó sin ningún percance, nos despedimos de sus papás, salimos de la casa, Pepe fue el primero en salir disparado, cuando salimos Marcelo y yo, Pepe estaba parado frente a Evaristo en un lugar medianamente escondido. Marcelo quiso acercarse solo, pero me negué, cuando nos íbamos a acercar al lugar Evaristo interrumpió nuestros pasos.
-¡No puedes tener tan pocos pantalones! —Evaristo trato de mantener su cordura intacta, lo cual le parecía una tarea casi imposible.
-¡Tú no entiendes!
-Lo que no entiendo, José, es como pudiste dejar así nada más a tu misma sangre.
-Ella me alejo de el. —Este comentario se infiltró en mi organismo y camine hacia ellos.
-No te equivoques, Madero. Yo no te engañe, yo no te mentí por meses, no me vengas a joder con que yo te aleje de el. —El me volteo a ver. —¿Ella siquiera sabe todo lo que causó? Porque no rompió una simple relación, José. Y tu mejor que nadie lo sabe.
-Ella no tiene nada que ver aquí. —Evaristo soltó una carcajada irónica.
—Ella es la principal causante de todo esto... ¿Recuerdas aquella vez que te dije que no podía aceptar tu relación con Alana? Era mi miedo a que te lastimará, a que te arruinará todo... Al parecer me equivoque de persona. —Negó, se acercó y me entrego un abrazo. —Nos vemos luego.
-Cuídate, Evaristo.
-También tu, Alana. —Se despidió de Marcelo y salió del lugar.
-¿Nos podemos ir? —Me dirigí a Marcelo, el asintió y caminamos hacia el carro.
-Alana... Por favor, perdóname.
-No, ni por error. José, tienes que entender que lo que hiciste no es cualquier cosa, no me estás dejando a mi, estás dejando a tu hijo.
-No tiene porque ser así.
-Claro que si, yo no dejaría que un cobarde como tú crié a mi hijo.

Para cuando termine de decir eso mi corazón estaba por salirse del tórax, le tome la mano a Marcelo y seguimos nuestro camino, pasamos por un lado de la camioneta de Pepe, mi corazón se detuvo por una milésima de segundo y trate de ignorar el hecho de que en esa misma camioneta en la que estaba Krizia, estuve yo, "Y no sabes cuantas más" mi subconsciente me traicionó haciéndome pensar si realmente fui la única estos tres años. Subimos al auto, Marcelo tardo al menos dos minutos en reaccionar y prender el auto, el transcurso fue callado, ninguno dijo nada y tratábamos de no hacer contacto visual. Llegamos a la casa, me ayudó a bajar, entramos sin dirigirnos la palabra, cuando me iba a encerrar escuche a Marcelo.

-Alana...
-¿Qué pasa?
-Perdón por hacerte pasar por eso, no sabía que saldría tan mal.
-Esta bien, todos teníamos que confrontar esto. —Se sentó en la cama y me vio fijamente.
-Me agrada tenerte conmigo
-¿En serio? Solo te he causado muchos problemas.
-Esta bien, tenemos buenos ratos juntos.
-Marcelo...
-¿Si? —Me vio fijamente.
-¿Te gustaría que tuviera... Tuviera tu apellido?
-¿En serio? —Hizo una pausa. —¿Si quiera has pensado en él nombre?
-Daniel. —Marcelo sonrió.
-¿Por qué Daniel?
-Porque él merece un nombre de alguien valiente, de alguien fuerte y da la casualidad que ese eres tú.
-Daniel Madero Lira... ¿En serio?
-Claro. —Me abrazo. Cuando por fin se quedo dormido, me puse a ver la tele, trataba de mantener mi mente ocupada y no pensar en toda mi realidad; mi celular interrumpió mi tortura, era Arturo, sentí como pasaba una vibra fría por todo el umbral de mi espalda, no quería contestar.

"-¿Bueno? —Dije temerosa.
-¿Alana?
-Hola, Arturo...
-Tengo casi tres meses sin saber de ti, demonios. Te he extrañado como idiota, ¿Cómo estás?
-Bien... Muy bien, ¿y tú?
-Bien, emocionado, ya no falta nada para el concierto.
-Me agrada oírte feliz. —Hubo un silencio del otro lado de la línea.
-Sabes para qué te hablo... —Trate de no llorar.
-Si, supongo que si.
-¿Me puedes decir que está pasando? En Mayo todo estaba bien, Alana... Y tengo más de tres meses viendo a Pepe con Krizia, ¿qué diablos? —Sofoque el llanto, Marcelo seguía dormido y no quería asustarlo.
-¿Por eso no me buscabas?
-No quería averiguar la verdad antes de hablar contigo.
-¿Podemos vernos?
-Claro que si, Alana... Cuando quieras.
-Mañana...
-¿Te gustaría recordar viejos tiempos y que vaya por ti a la escuela?
-Estaría... Bien.
-Mañana nos vemos entonces, corazón.
-Arturo...
-¿Si?
-Solo... Prepárate para lo peor.
-No me asustes.
-Te quiero." Trate de no llorar, para cuando quite el celular de mi oreja, Marcelo ya me estaba viendo fijamente.

-¿Qué pasa? —Se sentó frente a mí.
-Mañana veré a Arturo.
-¿Realmente crees que estás preparada para esto, Alana? —Negué.
-Pero tengo que confrontarlo, él es el único que ha visto a Pepe con Krizia y me dará una razón para que sea tan hijo de perra y hacerme esto. —Cerré los ojos. —¿Como puede saludarme como si no me conociera? ¿Cómo puede olvidar todo lo que pasamos?
-Tranquila, mi niña. —Me abrazo y acaricio mi cabello. Me quede dormida en sus brazos, la alarma me despertó y Marcelo aún seguía amarrándome en sus brazos.
-Despierta, ya es hora.
-¿Cómo estás?
-Me duele la vida en general.
-Estarás bien, entonces.

Ambos nos levantamos, me comencé a arreglar mientras Marcelo preparaba algo para desayunar, salimos de casa, en la escuela todo siguió normal, Elia trataba de entrar en mi vida con cuidado, sin esperar que todo fuera como antes. La hora de salida llego, y con ella mis nervios, Elia y Sandra estaban conmigo esperando a Arturo, cuando por fin reconocí su auto sentía que las piernas me iban a fallar, llevaba un suéter algo grande, el cual podía esconder o al menos camuflar de lejos mi panza, cuando Arturo se estacionó cerca, Elia y Sandra me acompañaron al carro, se despidieron y siguieron su camino. Arturo abrió la puerta, su cara era de incredulidad.

-Te extrañe demasiado. —Cerré mis ojos tratando de mantener las lágrimas dentro.
-Yo también te extrañe, Arturo. —Al parecer aún no notaba el pequeño bulto que me acompañaba, cuando se acercó a abrazarme, sentí como su cuerpo se tensaba. —Sorpresa...
-¿Qué demonios?
-Tengo siete meses.
-¿Siete? No te deje de ver siete meses, Alana.
-No... Por lo menos cuatro, si.
-¿Es de Pepe?
-Claro que es de Pepe, ¿cómo lo puedes dudar?
-Lo siento...
-Entonces... ¿Qué está pasando?
-Al parecer Krizia fue más fuerte que todo lo que siento yo, que todo lo que había en riesgo.
-¿El sabía que estás embarazada? —Asentí.
-Claro que sabía. —Respiro y cerró los puños.
-¿Es en serio? ¿Y dónde está el? ¿Qué pretende dejándote sola?
-¿Por qué nunca me dijiste que estaba con ella? —Lo rete.
-Pensé que habían terminado y no quería recordártelo.
-Ella estaba cuando fui al D.F.
-¿Ella estaba? ¿La vio?
-A partir de esa maldita fecha ha estado con ella... Si me hubiera mandado al demonio en ese momento, no estaría en esta situación.
-¿Estás sola? ¿Dónde vives?
-No, no estoy sola. Estoy viviendo con alguien más.
-¿Con quién?
-Con Marcelo...
-¿Madero? —Asentí. —¿Puedo preguntar por qué?
-¿Podemos irnos y después te cuento todo? —Me ayudó a subir al auto y me llevó a comer. Trate de contarle la situación, cada vez podía contarla sin tanto furor, con menos miedo y dolor, Arturo me contó cuando comenzó a ver a Krizia y todo lo que pasó por su mente al verla, al pensar en mi. Después de terminar de comer, decidió únicamente manejar sin rumbo.
-¿Y lo has visto?
-Si, primero cuando me enteré de todo y justo ayer lo volví a ver con Krizia, los papás de Marcelo hicieron una cena y obviamente iban a estar ahí.
-¿Qué pasó?
-Frente a sus padres, nada. Después se peleó con Evaristo e insistió en que yo lo había alejado de su hijo. —Mordí mi labio.
-¿Lo perdonarás?
-Ni por error.
-¿Y quieres a Marcelo? ¿Realmente dejaras que sea un Madero?
-El apellido no tiene la culpa de nada, el cobarde es el. —Arturo se rió y siguió manejando.
-Deberías darte una oportunidad con el. —Negué.
-Estoy dejando que pase lo que tenga que pasar, si Marcelo me hará feliz, lo aceptaré... Si no, siempre me puedo valer por mí sola, para eso estoy estudiando.
-Me alegra que no dejarás de estudiar. -Mi celular sonó, era Marcelo.
-Déjame le contesto, se preocupa demasiado.

"-¿Bueno?
-¿Dónde estás?
-Con Arturo, recuerda que te lo dije.
-Ah, cierto... ¿Cómo la está pasando? Lo siento si soné muy desesperado
-Tranquilo, estoy bien, ¿tú dónde estás?
-En el trabajo... Ten mucho cuidado.
-Siempre. "

-¿Y Kro o Ricky no preguntaban por mi?
-Claro que si, cada que podían, pero Pepe siempre sacaba alguna excusa o solo ignoraba la pregunta.
-Me podrías decir, ¿que piensas sobre Pepe?

Usted. (José Madero)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora