11 de Abril
10:00. Hoy llegué al trabajo más perseguida de lo normal. En el metro, me puse a pensar que quizás al llegar me encontraría cara a cara con Jeremy. ¡¡HORRIBLE!!...
Me gustaría que todo quedara en un simple rumor que le llegó por casualidad a Benjamín. Me contó que durante la hora de colación el resto de los muchachos de la unidad había estirado la lengua.
- Gabriela – me dijo con su voz de niñito en cuerpo de oso -, se pusieron medios pálidos después de que Juan Pablo dijo “de más que se come a la chica de nuevo”… imaginé que se referían a la señorita Mariela, de servicio al cliente, ya que a ella le dicen “chica”… después de eso no retomaron la conversación. Me quedaron mirando como si no me hubiesen visto antes. Cristian cambió el tema y se puso a hablar de pega…
Benjamín no alcanzó a conocer Jeremy. Llegó tiempo después, como estudiante en práctica. Así que de paso me preguntó cómo había sido como jefe. La verdad es que estaba tan absorta en mi nueva preocupación que no tengo idea de lo que le dije. Pero mal jefe no era. Siempre fue muy inteligente y tenía mucha paciencia para explicar los temas, aunque con los tecnicismos propios de los que trabajan programando.
Yo no creo que Jeremy haya contado lo nuestro al resto del equipo ¿y si lo hizo? No, no quiero imaginar algo como eso. Nunca lo he creído tan poco hombre como para hacer algo semejante. Siempre me pareció que se guardaba sus aventurillas. Pero tengo dudas ahora… mm… mm….
En el tiempo en que me andaba rondando aún, las chicas me contaron que se rumoreaba que antes de había metido con otra chica que había trabajado en la unidad de computación.
- … Es más, muchos creían que por culpa de él la niña se había ido – contó Cristina que llevaba más tiempo que yo en la empresa y que la conoció antes-. Pero la verdad es que se fueron en bastante buenos términos. Las de ventas, le coqueteaban por teléfono a ese tipo. Creían que era el manso mino. Cuando lo conocieron se llevaron el medio espanto. Ya que no es ningún adonis… es bastante… promedio.
En realidad tiene razón. Jeremy se parece mucho a Ásterix de la serie de dibujos animados “Asterix y Ovélix”. Mm… pero entiendo por qué las de ventas pensaban que era el “manso mino”. Tenía una voz profunda y medio aterciopelada, una voz bastante provocativa pero juvenil.
Me parece que tendré que vivir con un nudo en el estómago hasta que toda la información sea confirmada… aunque me sigue complicando que todo mundo se haya enterado de nuestra relación… mm…
21:26. Mientras leía la sección de propiedades del Mercurio buscando un departamento en el centro de Santiago, escuché una especial conversación de mis padres desde la cocina.
- Anita ¿qué es ese olor tan raro? – preguntó mi papá mientras olisqueaba el aire.
- ¿Qué crees? – respondió mi madre, poniéndose las manos en sus caderas – tu hija me ha robado la verdura surtida.
- ¿Y ahora para qué? – dijo papá, medio asustado, en un susurro como para que yo no oyera.
- Ya los escuché – les respondí desde el umbral de la puerta de la cocina – leí un artículo de internet que decía que el agua de perejil es buena para el cabello. Le da fuerza, brillo y permite que no se caiga. Estoy haciendo la prueba, eso nada más. Y mamá… no te robé el verdura surtida, solo saqué el perejil que había… siempre blasfemando en mi contra el parcito…
Bueno había obviado un pequeño dato sobre el artículo de belleza leído. Que era el hecho que el componente activo del perejil ayudaba a prevenir la caspa. Un punto un tanto sucio, lo reconozco. Pero desde que me enteré de la posible llegada de Jeremy y que quizás se vengan despidos masivos por la compra de la empresa, se me ha estresado sobre manera el casco del cuero cabelludo, haciéndome salir una caspa nerviosa realmente incómoda y horripilante. Como siempre visto de colores oscuros, habitualmente negro, debo tener especial cuidado de no perecerme al tipo del comercial de Fructis, ese que mientras rockea con la cabeza va lanzando la caspa como harina a todos los que lo rodean. Asqueroso y repulsivo.
- Si… pero para eso te compras un buen champú y no le robas a tu madre los ingredientes con los que cocino pues Gabriela. Además para qué te haces tanta cosa en el pelo, si siempre lo tienes amarrado en ese extraño moño todo chascón – mamá se quedó mirando lo que tenía escrito mi camiseta. Yo me acerqué a mi poción anti caspa y la comencé a colar, con una clara inquietud por la fijeza con que mamá observaba mi camiseta – Sergio – dijo de pronto dirigiéndose a papá - … a veces siento que me gustaría haber tenido una hija un tantito así más normal. Siempre te he dicho que el porro que te fumaste en la fiesta de los Hippies de los Navarro, afectó la sinapsis neuronal de la niña cuando la decidimos hacer…
- ¡¡¡Mamaaa!!! – berreé indignada y ofendida por la afirmación – no me puedes decir esas cosas… soy tu hija y te diré que soy de lo más normal… es solo que yo defiendo mi propia identidad… eso es nada más…
- Eso es verdad, Anita – acotó mi padre a punto de echarse a reír -. La niña ha hecho todo lo que le hemos pedido. Fue una aplicada estudiante, sacó su cartón, trabaja, tiene su propia plata y ahora esta a punto de dar un paso importante hacia su independencia… déjala que sea libre para vestirse con el estilo que más la represente…
- Salomón Gómez… eres igual a mi querido y fallecido suegro… un libertino. Yo no sé cómo no te espanta la moda vulgar y antisocial de la loca de tu hija…
- Hey, hey – dije para calmar las pasiones y hacer acto presencia - … estoy acá, no me obvien del análisis de mi propia personalidad ¿ok?... Y te recuerdo, mamita querida – dije dándole un beso en su sien izquierda -, que también soy tu hija, por que está más que claro que participaste activamente en mi creación…
- Gabriela Gómez, cuida el respeto con el que te diriges a tus padres. Tengo más que claro que eres mi hija… fueron nueve meses lo que te cargué, catorce horas de parto y lo que me dejaste fueron ocho punto donde ya sabes, estas enormes caderas y estos pechos fofos con los que apenas pude mirarme los pies los primeros días… me dejaste secuelas que tus dos hermanos jamás se atrevieron… - a esa altura mamá tenía los ojos abiertos como platos y mi padre le miraba los pechos, como si me estuviera internamente agradecido por los resultados.
Yo entorné los ojos al techo y seguí mi camino a la ducha. Mamá partió por la mitad, de un solo golpe, el trozo de zapallo para los porotos que pretendía preparar al día siguiente.
¡Haij!... tanto barullo y escándalo por un poco de perejil y por mi realmente topisima camiseta que dice “Soy Psicópata, Jódete”…
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Yiyi, La peor de todas
RomanceComedia Romántica. Yiyi, es una mujer normal. Ni tal delgada, que bebe, no fuma, le gusta leer, viste de negro, escucha Apocalyptica, usa lentes y jamás se preocupa por su imagen. Trabaja en un lugar que detesta, pero su grupo de "secuaces" amistad...