Capítulo Cincuenta y tres

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16 de Julio

23:19. Hoy no me siento nada de bien. Tengo mi corazón partido por la mitad. Me parece que nada podría volver a unirlo.

Es increíble lo que una mujer, en nombre del amor puede llegar a hacer y a olvidar también.

Me siento mal. Sucia. Usada. Humillada. Vejada. Me siento como una puta…

Son tantas las cosas que tengo que contar… pero no había tenido el valor de sentarme a escribir. He esperado que Arturo Mollins se fuera a acostar con su tazón de café. Apagué todas las luces y solo me ilumino con la luz de los postes del alumbrado público. He puesto un CD de toda la música que más me gusta.

Ahora suena Epilogue – Relief, de Apocalyptica. El tema me hace sentir peor, más triste aún. Si es que es posible sentir más tristeza y humillación. Es como si miles de puñales se enterraran en mi cuerpo… ¡Haij! Dios Santo… soy tan, tan estúpida… en algo ha tenido razón todo este tiempo Jeremy: soy una pendeja.

Resulta que el jueves finalmente, a regañadientes acepté la invitación a salir de Jeremy. Fuimos al mismo motel de siempre… durante la tarde me había estado diciendo lo que haríamos.

Una vez allí me comenzó a toquetear como es su costumbre. Me sacó la ropa y nos tiramos a la cama. Debo decir que lo pasamos mejor que la última vez. Yo me dejé llevar. No estuvo mal, para qué miento, mejoró bastante, aunque a cada rato me decía si había llegado al orgasmo… la última vez le dije que sí, porque estaba aburrida de que me hiciera la misma preguntita.

Cuando la acción llegó a su fin, yo me pegué a su cuerpo, no sé, esperando que me abrazara o alguna tontera más romántica. Lo único que saqué fue una quemazón en mi brazo con su estúpido cigarro encendido. Me dijo que no fuera bruta para hacer esas cosas… en realidad… si, soy muy, muy bruta y no me había dado cuenta de nada.

En ese momento se vino la peor parte, lo que no podré jamás en mi vida olvidar.

Se me ocurrió preguntarle si era verdad eso de que me quería.

- Si, claro – dijo lanzando una bocanada de humo – siempre te he querido… dar un buen revolcón… - y lanzó una risotada.

- Te lo pregunto en serio… qué tanto me quieres…

- Gómez… qué te pasa… te lo digo en serio… ¿acaso piensas que te amo?

- Pues… no sé…

- ¡Ja!... oye, ven que te tengo ganas todavía…

- Te tengo otra pregunta – me puse tensa. Algo no andaba bien.

- Ya rapidito… me cargan los interrogatorios post coito

- Qué fue eso que me dijiste el otro día, eso de que solo yo era tu aventurilla y que yo era la otra mujer… no entendí, pensé que teníamos algo serio entre nosotros…

- ¿Algo serio?... a ver, me parece Gómez, que te has estado pasando muchas películas conmigo. Yo ya tengo mi relación seria hace un buen rato. Tú eres la “otra” por así llamarlo. Me completas…

- ¿Qué te completo?… oye – dije riéndome, creí que me estaba tomando el pelo-, yo no quiero ser “amante” de ningún hombre…

- Pero lo eres…

- ¿Perdón? – dije sentándome en la cama y mirándolo fijamente.

- Qué… oye, no me mires así… si tú lo sabes….

- Que yo se qué, Jeremy… - el corazón me latía muy fuerte.

- Por favor, no seas estúpida… tu eres mi amante desde hace semanas… y bastante buena cuando no te da por andar preguntando tonterías…

Yiyi, La peor de todasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora