Capítulo Treinta

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02 de Junio

11:07. La verdad es que esta semana ha estado muy floja. Hemos tenido poco movimiento. La gente de ventas tuvo un buen cierre, con la Cote como líder absoluta. Se potencia para ganarse nuevamente el bono trimestral por ventas concretadas y paquetes vendidos. Aunque la señora Joselyn demostró justo lo que yo dije. No llevaba aún una semana cuando llegó con un nuevo cliente. Esta semana trajo otro. Me parece que la Cote va a tener que andarse con mucho cuidado, porque si no le van a aguar la fiesta.

Don Pelmazo adora a la niña nueva, la hermana de la Cote, y que trabaja conmigo. Danielita, para arriba; Danielita, para abajo. Cristina me contó que había escuchado que le decía a la Jefa de Servicio al Cliente que estaba encantado con la “Danielita”. Que era muy inteligente, vivaracha y que él le auguraba un “gran futuro en su departamento”. Me dijo que justo en ese minuto apareció la Cote moviendo su inflado trasero y les dijo que ese talento era de familia. Cuando don Pelmazo dejó de babear y se fue, la jefa de Cristina y la Cote se pusieron a conversar en tono muy bajo. La primera le preguntó que cómo iban las cosas con el “guapetón del Jefe”…

-Pues… ¿cómo crees? – respondió la Cote con una risa de insuficiencia.

-Bien yo creo…

-Por supuesto… linda, “ese huevito quiere sal” hace mucho rato… lo tengo aquí… - dijo aludiendo a que lo tiene comiendo de su mano.

-¿Y cuándo cae?

-Poco… le falta poco… no me preocupa, es hombre Marianela. Y con éstas pechugas los dejo a todos locos… mira, calculo dos semanas y me como a ese huevito…

Mmm… ésa es la Cote… por eso al detesto tanto. Es una mujer calculadora y una trepadora de primera. Aunque muy en mi fuero interno, en parte igual la tiendo a admirar… ella reconoce el punto débil de los hombres y usa todas sus herramientas físicas para sacar el máximo provecho…yo  no podría aunque tuviera todas esas cualidades físicas de mi parte. Me daría una enorme vergüenza. Lo cual yo sé que es muy tonto… por eso estoy enterrada donde estoy… en una pega mediocre, con un trabajo mediocre… mm… por que soy mediocre…

Mmm… teléfono… ¿A. Mollins?... ¿qué querrá?

12:21. Arturo Mollins me ha pedido que vaya a su oficina. Me dolió la guata… ¿me irán de despedir?

16:38. La buena noticia es que sigo con trabajo. La mala, es que conocí a la abogada con la cual anda Arturo Mollins. Una pedante de mierda insoportable.

Resulta que después que me llamó, bloqueé la pantalla de mi monitor y me dispuse a salir. En el camino me crucé con don Pelmazo y este me dijo:

-      ¿Sacando la vuelta de nuevo, Gómez?”

-      No, - respondí - el Señor Mollins me ha llamado a su oficina.

-      Si, Seguro. Devuélvete a tu asiento Gómez y déjate de andar pelando con esas amiguitas tuyas… ya… vamos, vamos… date la vuelta.

-      No, pero oiga don Víctor si es en serio. Si no me cree llame al señor Mollins y pregúntele.

El viejo igual se puso medio nervioso, al ver que yo lo emplazaba a llamar al jefe supremo. Me dejó ir, pero yo vi que el rostro se le contraía como si se hubiese comido un limón agrio.

Cuando llegué a la oficina (la cual no conocía), Arturo Mollins estaba sentado en su silla, tras un enorme escritorio. Se puso de pie y se acercó adonde estaban sentadas Isabel de Witt y una mujer muy estirada, con una melena larga y unos ojazos celestes que me hicieron odiarla y envidiarla.

Yiyi, La peor de todasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora