Capítulo Trece

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21 de Abril

14:18. Las chicas aún me presionan y me retan por haber llegado atrasada a la reunión, y dicen envidiarme a la vez por mi supuesta buena suerte.

Bueno… me enteré que el tipo que me había ayudado a ponerme de pie, resultó ser nada más ni nada menos, que el nuevo dueño de las Ferreterías Meneghello. Por las muchachas supe, que antes que me ayudara, se había presentado formalmente ante todo el grupo y se había excusado por no poder participar en la reunión ya que tenía otros compromisos previamente asumidos. Así que había dejado a una malhumorada Abogada en su representación.

Las chicas me han interrogado millones de veces para que les cuente la misma jocosa historia. Se ponen bien tontas a veces…

“Nachas” ¿cómo no se te ocurrió otra palabra Yiyi?…  ¿cómo no te diste cuenta que era él?… - me apostilló Cristina por centésima vez.

- Por que no sabía que era él… además, para qué me siguen con la misma cancioncita, si no fue nada extraordinario…

- Puchas… - se quejó Carla haciendo un puchero– me habría gustado que eso me pasará a mí…

- Ese día – la interrumpió Berenice -, después que se disculpó, me causó tanta gracia como reaccionaron todas… Yiyi, pero te lo juro TODAS suspiraron al mismo tiempo después que el tipo se dio media vuelta y se marchó… fue tan divertido… jajaja…

- Yo creo que la Cote, le echo el ojo… viste cómo lo saludó, como si fueran amigos entrañables…

- Ah… sí  - señaló Olguita –… es cliente de ella. Pero ella no lo conocía personalmente… no viste la cara que él puso cuando la patuda se le acercó y lo saludó de beso y todo… Ella trata con otra persona para los contratos de productos… no tiene nada que ver con él…

- Pero igual. Ha hecho creer a todos que ha sido ella la que contactó al Señor Meneghello con los Mollins… - le objetó Cristina.

- Pero todos sabemos que es mentira – dije con sequedad –. No hay que tener dos dedos de frente para darse cuenta que estos negocios ocurren en una esfera bastante más alta e inaccesible que el departamento de ventas… habría que estar muy trastornado para creer el discurso que ella anda divulgando.

- Pero tu jefe lo cree – me respondió Carla.

- Pero mi jefe, es la excepción a la estupidez, no es la regla de los integrantes de la empresa… mi jefe es un entero Pelmazo.

- Verdad que te retó ese día, después de la reunión.

Era cierto. Me llamó y me regañó peor que a una niña de ocho años. Yo traté de decirle que me había caído y todo eso, pero no hubo caso. Me dijo que estaba “más arriba de la coronilla” de mis mentiras. Lo cual me impresionó, porque yo a él no le he mentido nunca. No me veo en la necesidad de tener que hacerlo. Cuando llego atrasada, siempre le digo que me he quedado dormida, cosa que generalmente es cierta. El caso es que siguió hablando solo, y me lanzó una advertencia: si seguía llegando tarde… me despediría.

Ni modo…

17:54. Me había olvidado contar las novedades de mi posible compra del departamento.

Ayer mis padres, Pablo y yo, nos juntamos con la señora Patricia Guarello, para que pudieran conocer las instalaciones. La actual dueña me dijo que analizaría la contrapropuesta que le hice y me daría una respuesta la semana siguiente. Me confidenció que aunque tenía otros interesados, estos eran solo por el arrendamiento. Así que yo era su primera opción por ahora, lo cual me parece estupendo.

Yiyi, La peor de todasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora