Capítulo Veintisiete

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21 de mayo

16:59. La semana pareció empeorar a ratos.

Finalmente llegó la chica nueva.  Es una estudiante en práctica de secretariado. Lo más gracioso es que es la hermana menor de la Cote. He estado estos dos últimos días enseñándole. Después que el viejo pelmazo dijo que era tan fácil, la muchacha aún anda perdida en la propia oficina.

Casi no nos hablamos. Cada media hora aparece la Cote preguntando como le va y me lanza miradas asesinas. La chica se aburrió y le dijo que la dejará trabajar en paz. Me causó gracia.

Jeremy, me mandó un correo diciéndome que me había salido competencia, ya que la niña estaba “muy potable”. Jeremy tiene 36 años y la chica 21. Es un poco viejo para, así que le dije que reprimiera ese tipo de deseos, porque parecía un pedófilo.

Ayer estuve conversando con la señora Jocelyn y me ha parecido muy simpática. Tiene pinta de una víbora experimentada. Yo no sé si dirigirme a ella como Señora Jocelyn o Doña Víbora. Por ahora, me parece que está haciendo reconocimiento del terreno. Nos encontramos en la cocina, mientras me preparaba un café.

-     ¿Trabajas hace mucho acá? – me preguntó.

-     Seis años, voy para los siete.

-     Bastante ¿Y qué haces?

-     Reviso y corrijo errores en el sitio. Cuando puedo, controlo la base de datos también, etc. etc.

-     ¿Entretenido?

-     No mucho, pero es cosa de hacerse de paciencia ¿Hace mucho que trabajas como ejecutiva de ventas?

-     Trece años. Vengo de la otra empresa de Arturo Mollins ¿Lo conoces? – (¡uf! No sabes cuánto malditamente lo tengo que conocer, pensé decirle)

-     Si, de vista. Hemos tenido un par de reuniones con él.

-     Es buena persona. He notado que hay varias interesadas en él, pero anda con una chica de la empresa inmobiliaria. Una abogada. Una mujer grandiosa y preciosa. Se ven tan bien juntos. Yo creo que se casan a fines de este año.

-     ¡Ah!... – dije sin mucho interés.

-     Si, noté que la chica está, María José siempre le está haciendo la corte. Yo tengo re buenas migas con Marcela, la abogada que te digo. - ¡Ah! Primera viborada

-     Genial – dije - … disculpa me tengo que retirar…

-     No te preocupes.

-     Si. Nos vemos…

Mm… ¿por qué ese comentario me había sonado a un rayado cancha? Como que Jocelyn fue enviada por recomendación de la Abogada para que vigilara los pasos de su amado Arturo Mollins, para que ninguna mujer se le acercara. Pero Arturo Mollins me había dicho que él la había recomendado a ventas, por lo tanto, conocía su trabajo. Mm… ya… la noviecita le dijo que la mandara y él aceptó la idea… ahí está… como todo enamorado es un mandado también.

De éstos dos días que hemos estado viviendo juntos, pero no revueltos, con mi jefe (que raro me suena esto… me siento media pérfida), no he visto jamás que salga o que alguna mujer lo visite.

Claro… hay hombres así. Me acuerdo cuando Jeremy me dijo que tenía polola hacía casi ocho meses y yo no tenía idea, jamás la vi ir a buscarlo, ni nada.

Arturo Mollins puede estar haciendo lo mismo. Claro… obvio… y menos ahora que estaba en este embrollo conmigo… pero… ¿para qué ocultarla?... qué raro…

Con esto de vivir con mi jefe, todo se me ha hecho muy difícil. He estado a punto de irme a la casa de mis papás, pero no me gusta irme como una maldita perdedora cobarde. No he logrado andar con las libertades que tanto soñaba. Mi idea de dormir como Dios me mandó a este mundillo, jamás la he concretado, y me siento violentada al saber que al otro lado de mi habitación, está Arturo Mollins…

Aunque… mm… ee…. No puedo mentir que tener a ese hombre al otro de la muralla de mi pieza es bastante excitante. La otra noche, me quedé mirando el techo pensando en lo que él debía estar haciendo en ese momento. Mm… a veces lo encuentro en la cocina tomándose un café, horriblemente concentrado en un montón de papeles llenos de números y gráficos.

Si las chicas supieran que duerme con categoría de deportista. Usa siempre una camiseta blanca y unos pantalones largos, sueltos y de colores igual de sobrios. Mm… hasta para los pijamas debe tener un diseñador. Aunque la camiseta es bastante holgada, aún así se le notan los músculos del pecho y los abdominales marcados. Mm… el otro día mientras me preparaba un grosero y gigantesco sándwich con mortadela, tomate, lechuga y mostaza, me quedé mirándolo un rato. Es un tipo agradable a la vista, sin lugar a dudas, es bastante atractivo y tiene un físico espectacular. Debe medir sobre el 1.80, es mucho más alto que Jeremy. Tiene unas manos grandes y muy bien cuidadas. Recuerdo que cuando se llevó un lápiz a la boca, levantó la vista, me quedó mirando y parpadeó varias veces. Mm… fue vergonzoso, lo estaba mirando como una gansa. Agarré mi emparedado y me fui rápidamente a mi habitación. Mm… debe haber pensado que lo estaba psicopateando… que tonta más grande…

Bueno… en todo caso, el miércoles lo descubrí mirándome los pechos… mm… sueño… jajaja… no miraba mis pechos… miraba lo que decía mi camiseta XL “Mueran Hijos de P…”. Mis poleras son topísimas

Papá ha estado muy pesado en estos días. Me llama cada noche y se queda conversando largo conmigo. El problema más grande es que no me habla de nada. Me dice solamente que tenga cuidado, y que estos tipos con plata siempre se aprovechan de las “niñas” como yo. Me aconseja cerrar bien la puerta de mi pieza y atrincarla con una silla “por si las moscas”… mamá me dice que tengo mi pieza disponible para cuando decida dar el brazo a torcer y acabe con toda esta locura.

Claudio, dice que la investigación se está moviendo. Me ha contado que descubrieron que la señora Guarenes pasó por “el Paso Libertadores” el martes a primera hora y no el sábado. Dice que es congruente con el cobro del cheque, ya que Arturo Mollins lo había puesto al nombre de ella.

Polin me llamó y me preguntó qué tal estaba la libertad de mi nuevo hogar y me preguntó que cuando se venía la fiesta de inauguración. Tuve que decirle que la posponía hasta dentro de varios meses más… me dijo que seguía igual de fome que antes, y que así de mojigata no encontraría jamás un novio para que me diera un merecido revolcón… mm…

Me da pena mentirle a mi hermano chico. Después de todo es con el que más hablo siempre. Pero si se llega a enterar con quién estoy compartiendo espacio y oxígeno, no me va dejar en paz. Es peor que las chicas de la oficina… ¡uf! Dios, no… quizás les cuente a Marlon y a Esteban después… ¡PERO QUÉ HORROR!...

Hoy llegué a la casa de mis padres para lavar un poco de ropa y ver cómo andan las cosas. Me miraban con cara de “pobre niña meada de perro”. Si no fueran mis padres, los habría golpeado. Pero bueno… mañana por la tarde volveré al departamento.

No tengo idea lo que hará Arturo Mollins, solo sé que yo agarré la misma nota que el había pegado en la puerta y al final le añadí un “IDEM”… uno nunca sabe.

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Siguiente entrega: Martes.

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Yiyi, La peor de todasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora