17 de Junio
11:54. Me siento mal. Me duelen los huesos y la tos no se me pasa siquiera con la receta de mi madre.
Seguimos sin hablarnos con Arturo Mollins. Aunque cada vez que toso me mira con ojos de víbora ponzoñosa. En cierta forma es mi manera de sacarlo de quicio. Aunque me siento mal de salud, esta simple maldad en su contra me hace sentir un poco contenta.
El día de nuestro bizarro altercado público, las chicas me enviaron decenas de correos preguntando qué me había pasado en la sala de reuniones. También tenía un correo de Benjamín y uno de Jeremy. Este último me había escrito “vaya… Gómez eso solo lo podrías haber provocado tu… jajaja”… mm….
Sin embargo, no respondí a nada. No estaba de ánimo. Como tal, las chicas me comenzaron a llamar al anexo. Les dije que no era algo digerible y que prometía conversar al día siguiente, ya que tenía trabajo atrasado por culpa de la dichosa reunión. En parte era verdad…
12.13. Ayer asistí a la reunión de los locatarios. Estuvo entretenida. Tenían unas tablitas con diferentes quesos, aceitunas, mortadelas enrolladas y trozos de pollo frito y picante, pancito amasado y pebre. Como hacía mucho frío habían hecho vino navegado. ¡Excelente! Cuando me vieron aparecer me aplaudieron y me llenaron de besos y abrazos. Todos coincidían en que me habían extrañado mucho y ninguno recordaba cuándo había sido la última vez que me habían visto. Yo sí… hacía dos años.
Me enteré de varias cosas, entre ellas que Arturo Mollins había tenido razón cuando me dijo que intentaron tener una reunión con ellos y que no habían aceptado. Cuando pregunté el por qué para su negativa, respondieron que no les interesaba vender y no querían escuchar nada más. Mm… los convencí para que en el futuro aceptaran una reunión primero y luego se negaran a aceptar las condiciones, por que si no lo hacían los dueños de la Inmobiliaria alegarían que ellos eran los cavernícolas incultos y obtusos que no habían querido escuchar las ofertas y no, que los dueños de la Inmobiliaria y constructora eran unos sinvergüenzas que estaban ofreciendo menos del 50% del valor real de cada local.
De paso les pregunté cómo iba la idea de conversar con la gente de Bienes Nacionales para ver si el edificio y el sector podían ser declarados patrimonios arquitectónicos. Mi pregunta calló en un abismo haciendo un feísimo eco… no habían hecho nada. Le dije a Claudio que viera ese tema y que le preguntara a Polín con quién debía hablarlo, y que una mejor cosa se podía hacer: que ambos vieran juntos ese tema en forma directa.
Un chico que acompañaba a su padre, el dueño de una librería esotérica, dijo que crearía una página web y unas cuentas en las redes sociales para que la gente ayudara a ejercer presión por la situación que todos estaban pasando. Me pareció buena idea… no había que desechar nada… todo servía.
El Presidente de los locatarios, es un anciano bastante bueno para andar armando peleas. En sus tiempos universitarios era un líder de no sé qué partido. Él se estaba moviendo en esos círculos, y aunque no había frutos, no dejaría títere con cabeza o sin ella, como fuera el dicho real, no entendí mucho por que dijo esto, pero no me importaba demasiado.
La reunión estuvo interesante y entretenida. Después que terminó vino la conversación de los viejos, siempre tan esperada por mi. Claudio se fue porque tenía cosas pendientes, me dijo que teníamos que ver lo de mi departamento. ¡Haij! No salía de intentar solucionar un problema cuando ya tenía que tener en mente otro más…
Me dolía la cabeza, pero la conversación de los viejos había estado muy entretenida. Nos despedimos con papá cerca de las 22:00, con el compromiso de hacer una junta literaria para las próximas semanas, para hablar de libros, actualidad, filosofía, etc., etc. en fin… para destrozar la vida un rato. Genial…
Le dije a papá si no sería mucho mejor que se quedara conmigo en el departamento. Podíamos tomar un taxi y él dormiría en mi habitación. Se negó rotundamente. Me dijo que no podía dormir bajo el mismo techo con ese demonio de Arturo Mollins. Mm… lo entendí en todo caso. Lo dejé en el metro y rogué para que alcanzara el último bus a San Bernardo.
Yo seguí caminando por la Alameda, corté por ahumada y continué por Monjitas, hasta que llegué al departamento.
Tenía frío a pesar de haber caminado muy rápido. Arturo Mollins no se divisaba por ninguna parte, a pesar de que cuando me preparaba un sándwich (de esos groseros que tanto me gustan a mi) sentí que se había caído algo en su habitación.
Me acosté feliz, por que el día había sido muy productivo.
16:21. Bueno… recién hoy he puesto a las chicas al tanto de algunas cosas. Ayer las seguí torturando su resto. Es que en serio he tenido mucho trabajo, lo cual increíblemente agradezco, ya que me ha permitido tener mi mente enfocada en otras cosas y no tanto en Jeremy o en mis problemas legales con Arturo Mollins.
A las chicas les conté que hacía unos días, su adorado jefe supremo me había llamado a reunión a su oficina y que ahí habíamos tenido una discusión de carácter ético y profesional. Que yo había respondido sus ataques y que él no se había quedado atrás. Pero que en ese momento habíamos quedado con sangre en el ojo y ese día de la reunión él se descargó. Cambio y fuera.
-¡Uf! Pero fue una pelea muy rara… - dijo Carla.
-¿Rara por qué?
-Es que se decían cosas extrañas… no sé como explicarlo…
-Sentimientos… - dijo Berenice comiéndose un palito de apio.
-¿Cómo es eso? – pregunté intrigada.
-Como que se cobraban sentimientos. Él te decía que no lo habías escuchado, tú le decías una pesadez y él te decía niñita no se qué o algo así…
-Igual le salió tierno eso… - dijo Carla emocionada al tiempo que Olguita movía la cabeza y ponía cara de abuela chocha.
-Después algo de un bicho… - acotó Cristina
-No… algo con un “Gusano” que la Yiyi lo corrigió y le dijo que era “insecto”… – dijo Carla.
-En esa parte me perdí… - dijo Olguita – no podía recordar cuando habían nombrado algo así…
-En ninguna Olga. Por eso era una reyerta personal. Después – continuó Berenice – Mollins remató con lo de la caja de vitamina que la Yiyi dijo que había botado por que tenía sabor “amargo”… mm…
-¿Por qué habrá mencionado eso? – preguntó Cristina.
-Está más que claro… - respondió la propia Berenice con ese aire de supremacía intelectual que yo tanto detesto en otros – la caja se la dio Mollins y después de esa pelea, que no sabemos de qué se trató y dónde ocurrió, Yiyi la botó. Él se enteró en la reunión de eso y explotó diciéndole una gran verdad a esta mosquita… que era una chiquilla autoritaria, mañosa y atolondrada… jajaja… jamás me olvidaré de esa frase, lo juro… mira Yiyi… - continuó mientras me apuntaba con el tenedor que tenía cruzado tres trozos de apio y una rodaja de rábano – a mi no me engañas… entre Mollins y tu pasa algo. No quieres contar, perfecto. No confías en nosotras, lo entiendo. Pero yo no me voy a tragar eso de la reunión profesional y todo eso… quizás tu si, pero en lo que a este tipo respecta estaba muy herido y tú lo habías herido por algo… además… no había que ser un genio para darse cuenta que Mollins tenía más pasión en la mirada de la que jamás le vi en mi Puto Gigoló… - se llevó los apios a la boca y los hizo crujir animosamente.
17:59. ¡Ops!... me ha llegado un correo… es de Jeremy… ¡Dios mío! ¡HORROR!... ¡me ha invitado a salir!… ¡¡aaaaaahhhh!!
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Siguiente entrega: LUNES.
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Yiyi, La peor de todas
RomanceComedia Romántica. Yiyi, es una mujer normal. Ni tal delgada, que bebe, no fuma, le gusta leer, viste de negro, escucha Apocalyptica, usa lentes y jamás se preocupa por su imagen. Trabaja en un lugar que detesta, pero su grupo de "secuaces" amistad...