Capítulo Cincuenta y siete

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24 de Julio

15:55. Arturo Mollins salió fuera de Santiago por el fin de semana. Así que he estado sola con mis fantasmas.

El viernes compré unas cervezas y por la noche me emborraché hasta perder la conciencia. Me vino bien… me hacía falta una gota de alcohol en la sangre. Lo único malo fue que el sábado tenía que ir al Salón de Marlon y Esteban para el famoso cambio de look que me pretendían hacer para atraer las buenas vibras y encontrar el amor propio dentro de mí misma.

No me resultó mucho parece. Cuando llegué me esperaban con Martini y aceitunas y una docena de tijeras y navajas. Fue un poco intimidante, me sentí como cerca de Johnny Deep en la película de “El joven manos de tijeras”… supongo que esperaban emborracharme para cortarme el pelo. No lo lograron. Solo les permití que me hicieran un recorte en las puntas y unos masajes capilares. Lo cierto, es que amo mi cabello… me ha costado mucho tenerlo así de largo y no quiero que me lo trituren con navajas o tijeras.

Mientras me hacían el masaje capilar y Polín les contaba del negocio que le había propuesto, en la tele comenzó a salir lo de la fiesta de cumpleaños de Arturo Mollins.

-          ¡Uy!... me encantaría asistir a esa mega fiesta – dijo Esteban mientras me masajeaba el cuero cabelludo.

-          A mi igual… – replicó Marlon - pero ¿sabes? Me conformaría con que alguna de las personas invitadas viniese a nuestro salón y dijera que su maquillaje y peinado ha salido de este templo de creación.

-          Te imaginas la de gente linda que asistirá a esa fiesta… - acotó Polín como hipnotizado por la pantalla de TV.

-          Si… cualquier gente de la tele, del espectáculo, del mundo empresarial, de la aristocracia chilensis… - dijo Esteban con una mano en el pecho – codeándose con toda la gente que maneja la plata en este país…

-          Debe ser fome… - dije

-          Pero Polín - exclamó Marlon- , ¿estás seguro que esta yegua es hermana tuya?

-          Pero si es verdad… - continué - esa gente se arregla para ese evento. Solo escucho que todo el mundo quiere asistir para figurar y decir que tiene alguna cercanía con el festejado, y no escucho a nadie hablar de si Arturo Mollins desea esa fiesta…

-          A esta pitufina se le quemaron los fusibles – dijo Esteban mientras me plastificaba la cabeza.

-          No, chicos. Debe ser incómodo para el cumpleañero. Siempre alejado de toda la bulla farandulera y verse envuelto en todo eso…

-          Pero se te olvida algo hermanita ¿para qué organiza algo así si le molesta tanto?

-          Hasta donde sé, él no organiza nada… es la mamá la que lo quiere casar.

-          Ya Yiyi… - replicó Marlon - pero respóndeme con toda honestidad… si te llegara la invitación de la mamá ¿no asistirías? – mm… qué buena pregunta. Tenía tres pares de ojos mirándome fijamente escudriñando mi respuesta.

-          No lo sé. Pero como bien sabes, a ninguno de nosotros nos llegará nunca una invitación.

-          Si… la mamá le anda buscando puras yeguas con plata – dijo Polín con repulsión.

-          Si… ¿y él no invita a nadie? – preguntó Marlon.

-          Decían en el otro canal, que él había invitado a cinco personas de su círculo más estrecho. Colaboradores y amistades de hace años. Mm… te imaginas ser de ese círculo… ¡uf! Es como, no sé…

Yiyi, La peor de todasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora