Capítulo Setenta y dos (SEGUNDA PARTE)

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Continuación... 

Cuando hubieron terminado… mm… debí reconocer que los muchachos eran unos verdaderos genios en su área. Al mirarme en un espejo, de cuerpo entero que los chicos tienen, pude admirar el profesionalismo de mis dos amigos y mi hermano chico. Ni yo me reconocía. Y si no hubiese sido porque me prohibieron estrictamente llorar, por que se me chorrearía todo, me habría largado a llorar a moco tendido. Me sentía extrañamente hermosa.

 Hacía un frío que calaba los huesos, sin embargo me habían conseguido una capa finísima que hacía juego perfecto con el vestido. Era tan fina, que me daba pánico siquiera mirarla.

Los tres me miraban con cariño. Los quería abrazar y quería llorar. Pero ninguna de las dos cosas las podía hacer. El temor a que el embrujo de belleza se me pasara antes de ver a Arturo, era muy potente. Un pensamiento idiota para coronar mi ignorancia… otro más… mm…

Polín llevaba más de veinte minutos afuera del salón haciéndole guardia al auto. De repente, entró corriendo, con la nariz colorada y dando grandes saltos.

-           ¡Muéranse! – exclamó excitado – ¡muéranse! no es un auto lo que te envió, maldita yegua infeliz… es una limusina. ¡Te mando una limusina negra, brillante, preciosa! – los chicos se llevaron las manos a la cara, del asombro y Polín respiro -. Había pasado dos veces por aquí en frente, hasta que se me ocurrió golpearle el vidrio y preguntarle a quién buscaba. Cuando me dio tu nombre… ¡me quería morir!

Una limusina. Arturo había dicho auto y me mandó una limusina. ¡Me quería volver mono!

Mi hermano me ayudó con la capa y los chicos ajustaron los últimos detalles. Me miraban como tres madres chochas por la gran hazaña de su torpe hija cabeza loca.

-           Yiyi - dijo Marlon -, recuerda que todo lo que tienes puesto debes traerlo antes de las 7:00. La niña tiene que devolverlo al stock antes de que se den cuenta en su trabajo. Procura no manchar nada. Por tu vida, ni se te ocurra perder las joyas. Antes de la 7:00 repeat with me: antes de las 7:00 debo devolver todo en perfecto estado.

-           Está bien. Antes de las 7:00. Prometo no manchar, no romper, no perder, ni quebrar nada.

-           Si, Yiyi – dijo Esteban desde atrás – No lo manches, no lo ensucies, no lo mires y respira lo justo y necesario ¿ok? – yo me reí y re-afirme mi promesa. Ya me estaba dando miedo andar con tanto lujo puesto encima.

-           Hermanita… - dijo Polín acercándose a mi - nunca en mi vida te vi tan hermosa y para ser más honesto… nunca en mi vida pensé que fueras capaz de someterte a todo esto y por alguien. Deseo de todo corazón que lo pases muy bien. Y que le des con una flecha en medio del corazón a ese bombón de Arturo Mollins. Te mereces algo bueno… y ¡por DIOS! Que ese hombre es demasiado bueno… incluso para ti – dijo quiñándome un ojo –. Eres una sabandija mentirosa de primera. Me debes una larga conversación ¿lo sabes?

-           Si, Polín… lo siento…

-           Ya, ya… te voy a emborrachar y te sacaré toda la información. Ahora, anda y muéstrale a ese Arturo Mollins, la tremenda mujer que eres. No vuelvas a casa, sin ese bombón como tu hombre ¿me escuchaste?

-           No creo poder hacer eso…

-           ¡¿Qué?! – dijo Marlon con espanto - ¿tanto trabajo para dejarte como una yegua rompe corazones, para que no lo encandiles? Ni muerta, Yiyi… como ganadora, siempre. Como ganadora…

-           No tienes nada que envidiarle a toda esa silicona que andará como canapé, ofreciéndose a todo empresario que aparezca – acotó Esteban.

Yiyi, La peor de todasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora