Capítulo Diecinueve

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5 de mayo

11:09. ¡Oh!... ¡haij!... pero que sueño tengo. Me caigo de sueño, Dios mío. No debí quedarme viendo revistas hasta tan tarde anoche.

Ayer por la tarde, nos juntamos con la señora Guarello a ver lo del departamento. Me dijo que los papeles debían quedar firmados antes del fin de semana, ya que no quiere arrepentirse con lo de la venta. Yo le pedí a Pablo que revisara las cosas y me a dicho que, a simple vista, se ve todo en orden. Al parecer firmaré este sábado y podré mudarme dentro de la semana. ¡¡Yupi!!... mamá, se hace la dura con todo esto, pero he notado su emoción. Me ha regalado varios muebles y utensilios de casa, para que comience mi nueva vida. Ayer estuve viendo revistas y eligiendo inmobiliario… pero de eso no me preocuparé hasta dentro de varios meses, ya que toda mi familia me aportara algún implemento que necesite… por otro lado, yo, teniendo donde dormir… todo bien.

Papá me ha dicho que las ventas de la librería han repuntado, pero muy poco. Sigue preocupado mi pobre padre. Con Pablo estamos viendo lo de la demanda en contra de la empresa inmobiliaria que lo amenaza con desalojarlos. Dice que papá y el resto de los locatarios podrían acogerse a algún beneficio que proteja los bienes considerados como históricos. Es cosa de ir viendo todo este asunto.

El señor Arturo Mollins se lo tragó la tierra. No ha dado muestras de vida y las chicas están lamentando su extraña desaparición. Carla no deja de suspirar por el hombre, y se me hace que se esta enamorando. Mm… que loca.

Jeremy… oh… sí… Jeremy no me dirige la palabra, pasa por el lado mío como si fuera un fantasma, no me manda correos, nada. Pareciera que estuviera arrancando de mi presencia. Pero… cuando pasa noto que me observa. Ayer estaba hablando con el jefe mantenimiento y parecía estar poniendo atención a lo que el hombre le habla, pero yo sentía que me esta mirando. Lo he pillado en muchas ocasiones. Aunque en realidad, no sé si deseo que me hable. A veces si… pero la mayoría de las veces me aterra… me he prometido que de volverme a hablar tendré que demostrarle que las cosas de verdad han cambiado entre nosotros.

Don Pelmazo, esta más lisonjero que antes con las jefaturas. Ni siguiera me llama para retarme… mm… pienso que me da por despedida a fines de mes. Se liberará al fin de mi… perfecto.

¡Ops! Correo. Mm… es de la secretaria de presidencia. Mm… tenemos reunión a mediodía. ¡Uf! Pero que terrible… me aburren esas tonterías. Ojalá la transición de la empresa y la gente nueva, termine luego… me tienen agotada con tanta estupidez, tanta perdida de tiempo… ya… ok… malditos hijos de puta han hecho que me amargue por el resto del día… ¡diablos!

16:06. ¡Jajajaja!... la reunión masiva resultó ser magnífica. En mi vida me había divertido tanto en una reunión. Paso a relatar.

El correo de la Secretaria de  presidencia nos llegó a todos, así que todos nos vimos reunidos nuevamente en la asfixiante sala de reuniones. La Cote se movía como una cigarra altanera por las instalaciones. Arrastrando los tacos y hablando con toda la gente importante de la empresa. Dándose ínfulas de mujer de mundo… en fin… cuando entramos en la sala, se quedó de pie mirando las sillas por un rato y decidió sentarse en una que estaba muy cerca de la cabecera de la mesa, la cual estaba reservada para el anfitrión de la reunión. Se cruzó exageradamente de piernas, se echo para atrás y se puso a conversar con el Gerente de Marketing y con Jeremy. El resto nos quedamos todos de pie. Las chicas se pusieron cerca de una ventana para entrar en calor. Yo me quedé un poco más rezagada. Me puse al lado de Benjamín, para que aprovecháramos de descuerar a unas pocas brujas de ventas. Estábamos riéndonos de la japonesa (que tiene el cuerpo de una muchacha de 25, pero cuando se le ve la cara con el montón de arrugas parece bruja de 80), cuando hizo ingreso Arturo Mollins con una mujer alta, rubia, delgadísima y totalmente distinguida, que se parecía a Gwyneth Paltrow. La odié, la odié por verse tan regía en ese hermosísimo traje violeta. Arturo Mollins saludó escuetamente a todos y se fue a sentar a la cabecera de la larga mesa… ¡ah!... cigarra astuta, pensé.

Yiyi, La peor de todasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora