Capítulo Treinta y cinco

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11 de Junio

20:54. Todo mal. Muy mal. Pésimamente mal. Mi vida es un infierno. Me quiero morir. Me quiero dar un tiro o en su defecto quiero matar a alguien… si… eso es lo que quiero realmente… quiero asesinar a Arturo Mollins.

Su llegada a mi vida esta convirtiéndolo todo en un caos. No es Jeremy mi problema, sino este desgraciado tipo forrado en plata el que ha hecho de mi destino un abismo asqueroso. Con su imagen, su prepotencia y altanería de ricachón…

Hoy fui a la casa de mis padres a almorzar. Este tipo, se quedaría el fin de semana trabajando en el departamento.

Cuando llegué papá, estaba feliz de verme. Mamá no le había dicho nada respecto a mi visita, ni a la de Polín. Deseaba que fuese una sorpresa. Y por suerte lo fue.

Polín llegó al rato, con lentes oscuros y con una cara de carrete que apenas se la podía. Andaba con resaca. Llegó directo a tomarse una sal de fruta.

Mamá había preparado lasaña y yo había llevado la botella de vino, que entre los cuatro nos duró muy poco.

Compartimos y nos divertimos en familia. Polín nos contó de las posibilidades que tiene de exponer en una sala y sobre la venta de uno de sus cuadros.

Hasta aquí todo bien.

Se nos pasó la tarde muy rápido. Entonces mamá mandó a Polín y a papá a comprar el pan de la once. En ese instante nos quedamos solas. Me llevó al comedor y comenzó.

-Tu padre necesita ayuda, Gabriela.

-Pero qué le pasa…

-Es su corazón. Recuerda que es hipertenso. Ha estado muy presionado con lo de la librería, la demanda, los desalojos y todo eso… la situación está crítica. No ha querido decirte nada para no preocuparte. Dice que tienes suficientes problemas y no quiere angustiarte más.

-Mamá, pero yo le dije que me llamara para ir a las reuniones, que me contara las cosas. Es verdad que tengo problemas, pero yo amo esa librería y no quiero que la perdamos… que viejo leso es – dije apesadumbrada -. Si papá está tan enfermo como dices debió haberme dicho esto antes.

-Si… anda con un extraño dolor en su brazo derecho.

-Es posible que sea mucho estrés. Dicen que cuando es un problema cardíaco duele el izquierdo…

-No importa cual brazo sea, me tiene preocupada y no puede con todo esto junto. Tu eres una mujer muy fuerte y sé que podrás con esta presión extra, aunque entiendo lo que estás viviendo en ese… departamento…- mamá se mordió el labio inferior y me miró de reojo

-Qué más sucede, mamá. También estás muy mal tu – dije preocupada.

-No… quédate aquí - en eso se fue a su habitación y volvió con un montón de papeles - … estos han sido los últimas cartas de aviso que le han llegado a tu padre. Mira la parte superior… lee lo que dice… – así lo hice. El logotipo decía “Inmobiliaria y Constructora San Blas”

-¿San Blas?… me suena ese nombre… ¿dónde lo he escuchado antes? – dije bajando la cabeza.

-Esta semana salió en la televisión y en los diarios… en la parte de propiedades y negocios…

San Blas… Arturo Mollins… en la reunión que tuvimos con Isabel y la estirada, dijo que esta última era la abogada en jefe de la ”Inmobiliaria San Blas”. Mamá había entendido que yo comenzaba a caer en la cuenta de todo.

-Arturo Mollins… - dije casi en un hilo de voz.

-Si… se llama Arturo Mollins San Blas. Esta semana asumió la presidencia de la inmobiliaria que por años perteneció a la familia de su madre. Ellos han estado apresurando las cosas y quieren desalojar a los locatarios luego. Les están pagando muchísimo menos que cuando todo esto comenzó. Tu padre no quería que te enteraras de esto, para que no hicieras una estupidez y perdieras tu departamento… pero me niego a que te oculten algo así y también me niego a que él esté tan solo en todo esto.

-¿“Oculten” dijiste?

-Si… Claudio lo sabe muy bien y él mismo aconsejó a tu padre que callara. Claudio es un excelente abogado, pero es muy necio al creer que nosotras no podemos ayudarlos. Tampoco a mi me habían contado todo. Me he ido enterando de a poco, al final senté a tu padre y le exigí que me contara todo con lujos de detalles. Gabriela… debes hacerte cargo de esto… tienes a ese infeliz viviendo bajo tu mismo techo y te exijo que hagas algo…

-Mamá… ahora… - no podía caer de mi asombro – ahora, para ser honesta no se me ocurre nada. Pero te puedo prometer que me haré cargo de la Librería, que no dejaré a papá solo, pero no puedo echar del departamento a Arturo Mollins… tenemos un problema legal, te recuerdo que es mi jefe también… pero déjame pensar esto con la cabeza más fría… estoy confundida con toda la información que me has lanzado.

-¿Y ese desgraciado no te ha dicho nada?

-No… no hablamos de cosas así, mamá. Es mi enemigo, no es mi pareja ni nada. No tiene nada que decirme de nada de esto…

En eso llegaron papá y Polín. Mamá tomo rápidamente los papeles y se fue a la habitación nuevamente. Me preguntaron que qué me pasaba que estaba tan pálida. Le dije que nada, que había estado discutiendo con mamá un asunto sobre los hombres y otras cosas de mujeres.

Cuando llegué al departamento, Arturo Mollins no estaba.

El destino es realmente muy, muy extraño. Yo sé que siempre hay una razón de ser de las cosas, que no existe el azar, que todo tiene un motivo en esta vida.

Pero no logro entender cual es la razón por la cual Arturo Mollins se ha cruzado en forma tan brutal y descabellada en mi vida y, ahora, en la vida de mi familia.

Lo tenía decidido. Ayudaría a mi padre en todo desde ese mismo instante, no lo abandonaría. Haría escándalo, así tuviera que encadenarme a los pilares del edificio o a la puerta de la librería, quemarme a lo bonzo o colgarme de los balcones del congreso nacional,  lo que sea. Pero prefiero perder este estúpido departamento y la plata que pagué por él, antes de perder la librería de mi familia.

Arturo Mollins ya no es solo mi enemigo… es mi archi enemigo, y estoy decidida a hacerlo sentir todo mi odio, todo mi repudio…

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Siguiente entrega: LUNES.

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Yiyi, La peor de todasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora