Día 89 (Segunda parte)

3.4K 235 24
                                    

Continuación...

23:05. Bueno… papá y mamá han sobrevivido al impacto. Después que les conté que tenía una relación estable, y que esa estabilidad emocional me la estaba brindando Arturo Mollins, el silencio que se produjo fue tan enloquecedor que pensé en tirarme por la ventana. Papá miraba a Mamá y luego volvía a mirarme a mí. Lo hizo como seis veces, antes de que mi madre le dijera “Pareces reloj cucu. Deja de mirarme así, yo tampoco lo sabía. Eso lo ha hecho la loca de tu hija, sola.

Le había contado a Arturo que les diría a mis padres sobre lo nuestro. Se ofreció a acompañarme, pero de pronto imaginé a papá persiguiéndolo con un cuchillo carnicero por toda la cuadra y luego sufriendo fatal infarto en medio de la calle. La imagen fue aterradora, así que le dije que lo haría sola. “¿Estás segura, Yiyi? Podría explicarle todo mucho mejor si estoy presente”, nuevamente imagine el cuchillo carnicero insertado en todo lo que es el pecho de Arturo. No, lo haría sola. Decidido. Además, estaban mis dos hermanos presentes, así que aprovecharía de pedirles explicaciones por esas visitas de Arturo, de las cuales solo me enteré cuando nos reconciliamos.

Papá me preguntó si acaso si mi relación se debía al deseo de recuperar la librería nada más. Lógicamente que no era así. Decidí contarle cómo se habían ido gestando las cosas.

-  ¿Era por él tenías esa cara esa tarde que hablamos? – me preguntó mamá.

-  Si… ahora que sé lo que sucedió y las cosas que ha estado haciendo, no me queda más que disculparlo e intentar que nuestra relación funcione. Yo lo quiero – dije con timidez.

-  Pero hija…- exclamó papá poniendo cara de pasa - ¿cómo pasó eso?

-  No lo sé… solo se dio. No te lo voy a negar, desde que lo conocí que sentí algo por él. Pero no supe qué era. Las cosas se fueron dando lentamente. Teníamos problemas, pero por alguna razón, lo que siento por él estaba por sobre todo eso.

-  ¿Incluso por sobre nosotros? - dijo con seriedad.

-  No seas leso – intervino mamá – no compares peras con manzanas, Sergio. Gabriela ya te contó lo que pasó. La librería y el departamento volverán a sus manos. O sea, igual el joven merece que le des el crédito.

-  ¿Joven? Anita, ese hombre no es joven. Está muy viejo. Tiene más de cuarenta...

-  Y tu hija más de 30. Hace rato que Gabriela ya no es una niña, Sergio.

-  Está harto viejita y pelúa, poh Papá... – se metió Polín riéndose de buena gana. 

-  Yo apoyo la relación- dijo mi madre muy resuelta.

-  Pero Anita…

-  Qué Anita, Anita… el hombre es muy guapo. Increíble que se haya fijado en Gabriela, con lo cabeza loca que es. Hija, no te preocupes por tu padre, mi papi, que en paz descanse, murió odiando a tu padre. Así que es normal que odie a Arturo.

-  ¿Tu padre murió odiándome, dices? - la cara de papá era de estupor.

-  Si… con cada célula de su cuerpo.

-  Y yo que creí que le agradaba.

-  No. Te odió por haberte casado conmigo y haberme dado tres hijos...

-  Bueno hermanita – dijo Polín - … formalizaran en estos días entonces. Que emoción… ¿seguirán viviendo juntos?

-  Si… - dije algo nerviosa.

-  Te dijo cuándo estarán los papeles listos para firmarlos... - preguntó Claudio, que hasta ese momento solo había estado escuchándonos.

-  Eso, eso – exclamó papá apuntándome algo que parecía estar en el aire - … hija, sin firma no te vayas con ese hombre. Puede que solo te esté usando...

Yiyi, La peor de todasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora