Capitulo 5

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Narra Guillermo.

No entiendo por qué mi tío trajo a Samuel para cuidarme. Sé cuidar de mi, a mi manera, claro. No quiero que irrumpa en mis asuntos, en mi vida. También se que mi tío quiere lo mejor para mi, pero no creo que ésta sea la forma adecuada de hacerlo. Ya soy mayor, y tengo mis responsabilidades y tomo mis propias decisiones. No quiero que Samuel cuide de mi cómo si fuese aun un niño pequeño. Me siento a cada minuto observado, controlado. Tengo que convivir con ese tío, pero no voy a dejar controlarme. Voy a hacer que sienta tanto odio hacia mi que va a terminar por marcharse él solito.

Era de noche y no estaba consiguiendo dormir. Mi cuerpo me dolía pero mi mente aun estaba muy activa. Fue así que me levanté de la cama y bajé a la cocina en medio de toda la oscuridad de la noche. Bajé sigilosamente los escalones para no provocar ningún ruido y así no despertar a mi tío que de seguro dormía. Como siempre, acostumbraba a dormir en bóxer y con una remera vieja que me quedara lo bastante larga como para tapar mi trasero; por eso bajé en esas condiciones, todo despeinado y con una de mis tantas remeras largas y viejas. Al llegar a la cocina con mis pies descalzos, encendí la luz y pude sentir como un escalofríos recorría todo mi cuerpo haciéndome erizar a piel por el contacto con el helado suelo. Me acerqué a la alacena, cogí un vaso y me serví un poco de zumo del refrigerador para luego descansar mi peso sobre la mesa de la cocina. Le di un sorbo a mi bebida y la dejé a mi lado. Froté mis ojos con ambas manos y, en medio de todo ese silencio, escuché como se abría y se cerraba, dando un pequeño golpe, una de las puertas de arriba. 

Samuel apareció inmediatamente en la cocina vestido de una forma un tanto peculiar para su edad.

-Buenas noches, Guillermo.

En ningún momento se detuvo a mirarme, pero yo si lo hice. Mientras él se servía un vaso de leche y lo calentaba, yo me quedé observando aquella imagen. Camiseta gris de mangas cortas un tanto apretada que dejaba ver su muy marcada espalda y sus fuertes brazos. Joggin blanco que le marcaba el trasero, y unas pantuflas de ¿unicornios? Si, unicornios. Pantuflas con un cuerno cada una, ojos y cabellos de colores haciendo de cresta. Me reí por lo bajo ante aquella imagen tan ridícula. Lo molestaría mucho con aquello.

-Lindas pantuflas.- Dije para después dar otro sorbo a mi zumo.- Creí que los unicornios y  arcoiris son cosas de chicas.- Samuel se volteó a mirarme indiferente pero con sus mejillas tornadas de un leve color carmesí.- ¿Qué me miras, imbécil?- Agregué con un tono seco en mi voz.

-Eres re tonto, macho.

Se la está jugando demasiado. Luego de aquellas palabras, Samuel se volvió a voltear para tomar el vaso de leche que se había calentado, y aproveché el momento para levantarme de la mesa y acercarme rudamente a él, dejándolo entre el refrigerador y mi cuerpo, con mis brazos a los lados de su cabeza y mis ojos clavados en los suyos. El tío es muy guapo, y mentiría si dijera que esa cercanía no había provocado un ligero calor que recorrió todo mi cuerpo, pero éste no era momento de calenturas.

-Repite lo que dijiste.- Le susurré muy cerca de sus labios. Los nervios de Samuel no tardaron en notarse y, para divertirme un poco, miré sus labios y me mordí mi labio inferior, a lo que él se dio cuenta. El cuerpo del mayor se tensó dejando ver a un Samuel asustado.- Repítelo.

-Su... suéltame.- Reí de lado ante su torpe acción. 

-No te pases de listo, Samuel. No sabes con quién te metes.

Tras esas últimas palabras lo solté de mi agarre y me dirigí a mi habitación con aire de superioridad.

Otra vez estaba en mi cama sin poder dormir, repasando mentalmente el sexy cuerpo de Samuel e imaginándome qué hubiera pasado si lo hubiese besado. Sé que él es heterosexual aunque no muy rudo con esas pantuflas de unicornios. Le sonreí a la nada al recordar esas dos cosas peludas en sus pies, se veía tierno con ellas. Aun así no voy a dejarme llevar por sus encantos, voy a hacerlo pagar por lo que me dijo. Se arrepentirá.

Di muchas vueltas en mi cama hasta que conseguí dormirme. A la mañana siguiente me había levantado de buen humor pero, al recordar que Samuel hoy empezaba a dictar las clases en la universidad reemplazando a mi tío, mi humor cambió completamente. Sería un largo día. 

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Holiwis!

Lo sé. Estoy consciente de que éste capitulo es un poco caqui pero es lo que me salió. No estoy muy inspirada y estoy cansada. Aun así, espero que les guste! n.n

Debuh z4 

Mucho mas que un amor prohibido (WIGETTA LEMMON) [Completa]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora