Capitulo 55

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Narra Guillermo.

No entendía completamente nada. ¿Qué es lo que hacía Samuel en ese lugar? Tendría que estar yéndose, junto con su esposa, a su luna de miel, lejos de mi. ¿Por qué estaba sentado en los escalones de la entrada a la vieja casa del tío Tyson? ¿Acaso venía a decirme que ya estaba casado, venía a refregarme en toda la cara que su cuerpo ya era de la zorra oxigenada y que lo nuestro tan sólo había sido un tonto juego? Pero, entonces ¿por qué la sonrisa de felicidad en su rostro? Eran demasiadas preguntas para mi mente confusa que estallaba de una felicidad enorme al volver a verlo, aunque no sintiese lo mismo por mi; o eso creía.

Sin embargo, y a pesar de la confusión que sentía en ese momento, mis labios dibujaban una amplia sonrisa que no se dejó esconder y se mostraba radiante ante el perfecto hombre que se acercaba a mi a toda prisa mientras yo sólo me dediqué a observar su traje de boda sucio y desarreglado.

-Samu...

Y mis palabras fueron calladas por sus cálidos y suaves labios que no me dejaron hablar.

Ese fue el momento en que todo parecía ser perfecto nuevamente.

Juro que no lograba comprender lo que estaba pasando pero no dudé en seguir con el apetecible baile que hacían nuestras bocas, devorándonos de una forma desesperada y pasional. Sus manos, rápidamente, se enredaron en mi cuerpo apegándome más a él, presionándome con fuerza pero no llegaba a lastimarme, y yo rodeé su cuello con mis brazos tratando de que ese contacto nunca terminara. Una hermosa sensación recorrió mi cuerpo por completo, tal vez fue esa felicidad y emoción del momento, de ese momento tan perfecto en que, después de casi dos años, volví a besar la boca y sentir tan de cerca el cuerpo de la persona que me había desarmado por completo, que cambió mi vida al máximo y que no dudó en romper con mis complejidades a pesar de todo el pasado y del dolor acumulado.

Juro que no entendía nada, pero tampoco fue posible no sonreír sobre sus labios en medio del beso. Me sentí feliz, extasiado y lleno de esas hermosas mariposas que sienten los recién enamorados. Había echado tanto de menos esos labios, su aroma y su instinto de posesión que siempre me había vuelto loco.

Nuestros beso fue terminado y nuestras frentes se apegaron sonriendo como dos estúpidos que se daban su primer beso. Ambas manos de Samuel estaban sujetando con delicadeza mis mejillas mientras que yo sólo me dedicaba a estar ahí, disfrutando del hermoso momento que se había creado en tan sólo unos simples minutos y después de dos dolorosos años lejos suyo.

-Te amo, Guillermo.

Sus palabras salieron tiernas y verdaderas, aquellas palabras que siempre había imaginado en mi subconsciente que me diría solamente en sueños; las que me estaba dedicando ahora. Irresistiblemente, una sonrisa mucho mas grande se dibujó en mis labios y mi corazón andaba a mil por hora. Lo había necesitado tanto y ahora estaba para mi, parado delante y diciéndome lo que anhelaba mi alma.

-Yo...- dije para mirarlo a los ojos, separando nuestras frentes y tomándolo como propio.- yo también te amo. Siempre lo he hecho.

Sus ojos se llenaron de ese brillo que me enamoraba y apareció una enorme y hermosa sonrisa. Se veía realmente guapo a pesar del polvo que llevaba encima y de tener el pelo a medio arreglar.

-Encontré algo.- dijo para soltar mi rostro, rebuscar en sus bolsillos y sacar una hoja de papel bastante arrugada y vieja que me ofreció para que la cogiese.

-¿Qué es ésto?- pregunté con curiosidad mientras sostenía el papel y lo desdoblaba para encontrarme con aquel viejo informe que nunca había entregado y que ni siquiera estaba terminado, sonrojándome al instante al darme cuenta.

Mucho mas que un amor prohibido (WIGETTA LEMMON) [Completa]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora