Capitulo 36

742 65 54
                                    

Narra Guillermo.

"¿De qué estarán hablando, allí arriba? ¿Qué le estará diciendo mi amigo a Samuel? ¿Qué le dirá Samuel a Rubuis sobre mí? ¿Estará enojado? ¿Se querrá ir de la casa?... ¿Querrá estar conmigo? Obvio que no, Guillermo. Pero qué ideas tienes."

Me encontraba en la cocina con unos nervios inimaginables. Caminaba de un lado a otro, rascándome la nuca o tronándome los dedos cada vez que daba el siguiente paso. 

"Cálmate, Guillermo. No sucederá nada. No te ilusiones ni te preocupes por lo que pueda llegar a pasar. Tú, solo, tranquilo." 

Me acerqué hasta la mesa y me senté en una silla, apoyando ambos codos sobre la madera y acercando mis manos hasta mi cara para frotármela con fuerza, tratando de ahuyentar todas aquellas preguntas y pensamientos que tenía dentro de mi mente mientras movía mis pies haciéndolos chocar contra el suelo provocando unos insignificante sonidos por los nervios que sentía en ese momento. 

Estaba ansioso, nervioso, inquieto, con miedo, con una pequeña angustia en el pecho y con una pequeña esperanza aferrada a mi corazón, que no se daba por vencido.

Observé por la ventana de la cocina hacia el exterior, concentrándome en aquel color verde de los árboles que tanto me gustaban. Las hojas se movían al compás con el viento haciendo que la vista fuera mucho mas placentera al ver los rayos del sol colándose por entre las ramas. La mañana era extraordinariamente hermosa, clara y alegre. Sin embargo, mi interior estaba hecho un completo desastre, con preguntas sin respuestas y con sentimientos no correspondidos.

Estaba asustado. ¿Por qué? Por el simple hecho de que lo que le diga Rubius a Samuel puede cambiar nuestra relación por completo, para mejor o, hasta incluso, para peor.

No podía pensar en ninguna otra cosa. Seguía con el movimiento de mis pies y seguía tratando de tronarme los dedos que ya me había tronado. 

"¡Joder! ¿Por qué tardan tanto?" 

-¡Guille!

"Samuel"

-¡Guille!- llegó corriendo hasta la cocina, dónde yo me puse de pie y lo observé al completo. Estaba exactamente igual que como se había levantado; joggins, una apretada camiseta blanca y sus pantuflas de unicornios. Pero su rostro dibujaba una enorme sonrisa a pesar de las enormes ojeras que tenía debajo de sus hermosos ojos cafés.- Oh, Guille.- Se acercó a mí y me abrazó, tomándome por sorpresa.

-¿Q-qué h-haces?- pregunté muy nervioso. No sabía de lo que habían hablado y ahora Samuel estaba rodeándome con sus enormes y fuertes brazos. Su contacto me hizo estremecer, erizando cada centímetro de mi piel haciendo que me rindiera a su contacto. 

-Te quiero.- dijo para hundir su rostro en mi cuello y depositar un cálido beso sobre mi piel.- Lo siento tanto, Guille.- sentir su aliento tan cerca de mi carne hizo que soltara un pequeño gemido de placer. Me estaba dejando a su contacto que hace tiempo estaba esperando probar, nuevamente.

-Samuel...- dije en un suspiro.- detente.- y empujé suavemente su pecho.

-¿Seguro quieres que me detenga, chiqui?- dijo para acercar su cuerpo nuevamente al mío, arrinconándome contra la mesa.- Sé que me quieres, Guille. No te hagas rogar mas, por favor... Te deseo.

"Te deseo" Esas fueron las palabras que necesitaba para terminar de caer en su trampa. En un ágil movimiento, me aventuré a besar aquellos labios que jamas pensé que probaría de nuevo mientras que mis manos buscaron con desesperación enrollarse en su cuello. El sabor que recordaba no se comparaba con lo que en realidad era; sus labios finos y suaves, tibios y tan cálidos me hacían perder el control. Era como tocar con las manos el cielo y el infierno en el mismo instante, en el mismo momento. Samuel, por su parte, me sujetó con fuerza de la cintura apegándose más a mi cuerpo que estaba contra la mesa de la cocina, desesperado, pidiendo más. Deseaba probar su piel nuevamente, sus caricias, sus miradas y gemidos de placer. Quería tenerlo, nuevamente, sólo para mí. 

Mucho mas que un amor prohibido (WIGETTA LEMMON) [Completa]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora