Después de cuatro años de estar separados Christian ha adoptado un estilo de vida muy peculiar, pero su deseo de venganza no ha desaparecido en todos estos años. Pero quien sabe una sorpresa muy importante en su vida tal vez lo haga cambiar de parec...
15 de Marzo del 2016 04:00 p.m Portland - Estados Unidos.
Que indiferente resultaba para Ana volver donde todo empezó, donde sus problemas empezaron. Todo a su alrededor ha cambiado por completo. Su vida cambió por completo.
Un dia nublado cargado de una lluvia intensa le daba la bienvenida a Portland su ciudad natal. Al llegar a las puertas de salida del área de desembarque estas se abren y los recuerdos afloran.
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- Déjame partir Christian, déjame. Hago el intento de soltarme pero es tan fuerte. No quiero que me suelte. Quiero que me lleve con el, que no me abandone en estos momentos cuando más lo necesito. Pero tampoco quiero perjudicarlo ni perder a mi bebe.
- No te vayas, no voy a dejar que te vayas. Sus súplicas me parten el corazón. Yo tampoco quiero irme. Trato de contener mis lágrimas que pugnan por salir a mares. Él sostiene mi rostro tan dulcemente y no quiero verlo porque flaqueare.
- Si no me amaras no llorarías y yo me he comido mi orgullo demostrándote que yo si te amo sinceramente.
Le estoy destrozando el corazón en mil pedazos al hombre que amo. Lo estoy abandonando cuando más me necesita. Está tan aferrado a mi como el ancla de un barco que necesita para no viajar a la deriva.
Su pasado ha sido triste y cuando al fin tiene alguien con quien desea empezar una nueva vida, lo abandona dejándolo vacío. Te odio madre, te odio por hacerme esto. Por destruir al hombre que amo.
- Yo no te amo entiéndelo. Abro sus manos y le entrego mi más preciado tesoro, el anillo que me dio en Belice. El anillo con el cual me prometió amarme y protegerme, liberandolo de su promesa.
- Esto le pertenece a otra mujer que realmente lo merezca y esa no soy yo.
- Es tuyo lo compre para ti, lo compre porque te amo. No lo quiero de regreso. Sus manos toman las mías para ponerme el anillo. Pero no quiero seguir alargando mi agonía y lo lanzó lejos, con el fin de que lo busque y pueda irme de una vez sin mirar atrás.
- Te he dicho que yo no lo quiero. Mi voz suena fría y melancólica.
Veo a Christian girarse para recogerlo y aprovecho esos segundos para subir al Avión.
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