Capítulo 25.

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Me acerqué a ella y comprobé su pulso. Era muy débil, pero todavía tenía. Suspiré y caí a sus pies. Agarré uno de sus pies y lo tomé delicadamente, para limpiarlo.

-... Ese maldito demonio de Yamori... ¿Sacrificarte para salvar a esa panda de debiluchos? ¿En serio, _____? Tch... Mírate, estas... horrible...

Me senté a sus pies y afirmé mi cabeza en sus piernas, luego levanté un poco mi cabeza y tomé su rostro entre mis manos... Su boca estaba entreabierta y sus ojos cerrados. Suspiré y me maldije por haberme ido la noche en que paso todo. Pasé mi dedo pulgar por sus labios.

______ P.O.V

Ya no sentir nada. Estaba despierta, pero no consciente. A penas podía escuchar y ya no veía nada. Solo sentía un pequeño cosquilleo en mis pies, que luego subió a mi rostro y que iba desapareciendo lentamente, hasta que el casi nulo cosquilleo, se desplazó a mis labios. Ese cosquilleo se intensificó hasta ser un tacto preciso... Eran unos labios... De oír solo murmullos, mi oído se agudizo hasta escuchar el más mínimo detalle y poco a poco, la vida volvía a mí. La persona se separó de mí... Abrí mis ojos y vi a... Ayato.

-Aya...to... —Susurré. Él se detuvo, pero luego siguió con su marcha.

 Iba a liberar mis manos de las cadenas, pero no había nada atara ni mis manos, ni mis pies. Caminé hasta que salí de la habitación de Kaneki, allí estaba Yamori.

-¡Déjame devorarte! —Escuché un "crack" de las cadenas de Kaneki romperse, pero como él solo se concentraba en sus necesidades básicas como todo un primitivo, no lo escuchó. Reí, Yamori se dio vuelta y me vio.

-¡¿Qué haces aquí?! —Gritó corriendo hacia mí. Kaneki dio un salto y le dio un mordisco en la espalda. Salté hasta caer ligeramente al lado de Kaneki.

-T-Tú... ¡¿Me diste un mordisco?! —Kaneki escupió. Yo reí y le saqué la lengua, mostrándole el pedazo de carne suya que tenía en mi boca—: ¡¿U-Ustedes me...?!

-¡¿M-M-Mordieron?! —Me imité—: Sí. —Cambie drásticamente y le miré nuevamente con odio.

-Tú querías devorarnos... No le veo el problema. —Dijo Kaneki.

-No te odio, Yamori... pero no dejaré a Kaneki. —Dije tomándole la mano a Kaneki. El olor de Ayato me indicaba que estaba detrás de la pared, probablemente mirando o escuchando.

(...)

 -¿Qué te hizo? ¿Estás bien, ahora? —Le pregunté mientras corríamos para la azotea.

-Sí, gracias. —Dijo frío. 

 Miré al suelo triste. En serio, no odiaba a Yamori por lo que me había hecho, pero no iba a dejar solo a Kaneki. Llegamos a la azotea, le dije a Kaneki que fuera por Touka y que yo me encargaba de Ayato. Me puse enfrente de Touka y Kaneki.

-Quítate. —Dijo Ayato molesto.

-No. —Le dije firme.

-¿Quién te crees que eres? —Dijo Ayato prácticamente gritando. Miré a Ayato y le sonreí.

-Un ser humano... Un ghoul. —Dije—: Sé por qué haces todo esto, Ayato, pero no dejaré que le dañes más de lo necesario.

- _-___. —dijo Touka débil.

-Vaya, no solo te creció el cabello, sino que la inteligencia y tu poder para coquetear ¡Tú no sabes nada!

-¿Coquetear? —Dije sonriendo, mientras caminaba lentamente—: Oh, viste la escena de hace un momento ¿No? Entonces deduzco que estás... ¿Celoso? Imposible. —Ayato me miró más enfadado que nunca—: Sé tu secreto... A-ya-to.

libérate... [ayato kirishima y tu] •Editada•Donde viven las historias. Descúbrelo ahora