❁16

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La primavera llego, al igual que los increibles cambios. Los primeros calorcitos acariciaron la ciudad e hicieron que (T/N) se sintiera un poco mejor. Bostezo, mientras estiraba su mano y apagaba la alarma que comenzaba a molestarla. Se sentó sobre la cama y se rasco perezosamente la nuca. Aun no quería salir de cama, pero debía hacerlo. Habia prometido asistir a la reunión de sus... Daddys, puesto que hacia bastante no les veia. El periodo de exámenes le había estado acarreando problemas, pero, al final, había pasado, victoriosa, aquella etapa. Al darse cuenta de que los habia estado descuidando, decidido dedicarse una semana a ellos, la cual se usaba, en la Universidad, para aquellos alumnos que habían salido mal. Suspiro y se incorporo, mientras encendía su celular, ultimo modelo, capricho de Alfred, quien se lo había regalado, porque... Sencillamente no podía ver a su Little con un móvil, aun, con tapa. Llego a la cocina e, instintivamente, busco el café que solía tomar para despertarse, pero gruño al recordar como Francis se lo había negado, argumentando que "No es bueno que tomes cafe, petite, pero no te preocupes, me encargare de lo que desees comer"

—Veamos...— murmuro, rebuscando en la alacena. Habia galletas caseras, con chispas de chocolate, o de diferentes colores, en varios jarrones. Habia variados dulces japoneses, los cuales algunos no se atrevia a probar, aunque siempre lograba sorprenderla. Habia te de cualquier tipo y, en el refrigerador, abundaban las malteadas, algunos dulces que necesitaban frió y leche. Al parecer los países se habían dedicado a hacerle recuperar el peso perdido y, lentamente, lo estaban logrando. Suspiro y tomo una malteada de (sabor favorito), para luego sentarse sobre un sofa. Por un momento, observo el ambiente. Seguía en el mismo, pequeño, departamento, pero, ahora, parecía mas chico aun al tener miles de cosas abarrotadas. Casi todos los nuevos objetos eran regalos de sus Daddys, otros pocos, caprichos de ella, como ese elaborado espejo de cuerpo entero, con sobredosis de adornos, al estilo barroco. No había podido evitarlo, jamas había visto algo tan bonito. Al principio, fue, todo, muy complicado en su nueva relación. Le regalaron zapatos muy altos e incómodos, ropa demasiado elegante para su gusto, maquillaje que no usaría, artefactos electrónicos que siguen en sus cajas, excepto el celular y los audífonos. Cuando lograron regalarle algo que, realmente le gustara, una avalancha de presentes casi la ahoga. Libros, discos de música, pinturas, pinceles, lienzos, películas en la mayoría infantiles -el señor Yao no dejo que viera Mulan, decía que no se apegaba a la historia (aun no podía tutearlo)-, adornos y salidas al museo y al parque.

Daddy— contesto la llamada, para luego terminar con su bebida. Habia estado a punto de decirle "Alfred", o "Alfy", pero recordó su posición al escuchar el tintinear de su cascabel.

Kitten, ¿como has dormido?—

—Muy bien, gracias, ¿y tu, Daddy? Tu voz suena algo cansada, ¿paso algo?— pregunto. Alfred, del otro lado de la linea, sonrió. No podía ocultarle nada a su preciosa niña.

—Solo cuestiones de trabajo, Kitten, nada importante. Estoy en el elevador, ¿ya estas lista?— a (T/N) se le fue el color de la cara, ¿tanto había tardado?

—N-no, pero si me esperas estaré lista...— murmuro, dirigiéndose a la habitación, para comenzar a planear que debía de ponerse. Escucho un suspiro.

Kitten...—

—Ayúdame a bañarme, ¿si?— aquello había salido de sus labios sin pensarlo. ¿Porque iba a necesitar ayuda cuando lo hacia todos los días? ¡Que tontería! Pero, al escuchar que el contrario no respondía, le sugirió buena señal—. Bañémonos juntos, Daddy— murmuro, sintiendo sus mejillas muy acaloradas. Era la primera vez que hacia aquello. Era la primera vez que se sentía "seductora", que sentía que podía decir aquello libremente. El trato había comenzado, ya, hacia un mes y una semana, y los hombres no parecían quererla presionar mas que para aceptar sus regalos. Era el trato, ¿no? Ellos pagarían su universidad se ella se acostaba con ellos. Hasta ahora habían pagado sus estudios e, incluso, el establecimiento recibía cuantiosas cantidades de dinero de los mismos hombres, que se utilizaba a arreglar la infraestructura. La trataban bien, justo como lo prometían, tal vez la trataban como una niña, pero no había abusos. Al parecer era hora que comenzara a cumplir su parte del trato, aunque le estremecía el solo pensar que la volvieran a tocar.

¿Daddy? (Hetalia x Lectora)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora