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Bostezo, al mismo tiempo que quitaba el nudo de su delantal. Por fin había terminado sus horas de trabajo pero, claro, aun debía asistir a las clases. Por un momento, se apoyo contra la pared, mientras suspiraba. Estaba demasiado cansada. Ese día había sido, especialmente, agotador, tanto por la exuberante cantidad de clientes, como por la insistencias de aquellas dos personas en entablar una conversación. Elevo sus manos, recordando las sonrisas de ambos hombres y se froto los ojos con las palmas de sus extremidades. El rubio se llamaba Ivan y el otro Yao... o al menos eso era lo que había entendido. Aquellos dos hombres ya no le parecían tan intimidantes como la primera vez que los vio, aunque debía admitir que el inmenso ruso aun seguía poniéndole nerviosa y elegante chino, le hacia pensar que jamas lograría aquellos movimientos. Chasqueo su lengua y quito sus manos de sus rostro. ¡Ya había perdido mucho tiempo al pensar en algo así!

—¡Fuerza!— exclamo para si misma, mientras elevaba sus extremidades superiores. Un poco de aliento no venia nada mal. Se coloco su ropa de calle y se puso su abrigo. Habian comenzado las estaciones frías, algo que no le agradaba mucho, ya que debía de envolverse en tantas capas que, al final, parecía un muñeco hinchable. Tomo su cartera, revisando que no tuviera ningún mensaje de su padre hermano o amigos de la universidad, al parecer nadie se acordaba de ella. Se mordió el labio inferior y se despidió de sus compañeros con un movimiento de su mano y otra de sus tantas sonrisas. Todos eran mayores que (T/N), pero agradecía que la trataran bien. Salio del local, sintiendo como una ráfaga de aire frió congelaba, al instante, la punta de su nariz. Involuntariamente, tembló, casi de manera descontrolada. Coloco su móvil en el bolso, dispuesta caminar lo mas rápido que pudiera para entrar en calor. No había dado ni un solo paso, cuando sintió un toque en su hombro, logrando que ella se volteara. Se encontró mirando, lo que parecía, ser un abrigo por lo que, lentamente, levanto su cabeza, hasta que dio con el rostro de aquel sujeto.

—Buenas tardes, Matrioska— comento, amablemente, el rubio. Ivan elevo una de sus manos hasta su bufanda, tirando de la misma, hacia abajo, para lograr entablar una conversación como se debía.

—Buenas, señor Ivan... Cense que ya se había ido, ¿puedo ayudarlo en algo?— hacia, mínimo, dos o tres horas que habían terminado de almorzar junto con su acompañante, parecía, realmente, ilógico el que esperara con aquel frió. Por un momento, la muchacha observo como el se perdía en algún punto de su propio rostro, algo que era... realmente escalofriante, mas si contamos la extraña tonalidad de los ojos ajenos.

—Tal vez yo pueda ayudarte. Nos habías dicho que, luego de este trabajo, debías ir a tu casa. ¿Puedo llevarte?— pregunto, mientras señalaba un auto detrás de el. (T/n) llevo sus ojos hasta el vehículo. Aquel hombre era un ángel caído del cielo, considerando que tardaría, mucho menos, en llegar a su casa, pero su raciocinio hablo: "¿Que crees que haces? ¡No has hablado con el mas de unas dos veces, joder! ¡Ni se te ocurra subirte al auto, maldita sea!"

—¡Si, por favor! Me estaria, usted, salvando de llegar tarde a mis clases— contra todo pronostico, la muchacha había dado el si con un asentimiento de cabeza, haciendo que el contrario ampliara su sonrisa. Podría ser muy alto, tener un aura espeluznante, pero aquel gesto era increíblemente cálido.

—Me alegro que aceptaras. Sube, por favor— menciono y se encamino hasta el automovil. La mujer suspiro y se dirigió hasta el vehículo, mientras una parte de ella se preguntaba si, cuando estuviera muerta, la recordarían. El interior estaba cálido y tenia una agradable perfume. (T/N) se sentó en el asiento del copiloto y se coloco el cinturón de seguridad. Mientras tanto, Rusia se quito el inmenso abrigo, dejándolo en los asientos traseros, puesto que le molestaba al conducir.

"Oh, mi Dios... ¿Porque tiene los brazos tan grandes? Apuesto que no le costaría nada rodearme con uno de ellos...", fue lo que pensó la chica. Al cielo gracias que el sonido del motor arrancando, la distrajo.

—¿Y el señor Wang? ¿Tuvo que irse?— pregunto, para sacar tema de conversación. Le resultaba divertido aquel hombre asiatico. En pocos minutos, mientras ella tomaba su orden, la había hecho reir varias veces con sus frases.

—¿Eh? ¿Prefieres a Yao en vez de a mi?— pregunto, cual niño pregunta si prefieren a su hermano menor, logrando que (T/N) se sintiera un poco culpable. Se parecia a un perrito. Rapidamente nego con su cabeza, tratando de arreglar la situacion.

—N-no es eso... Es solo que lo vi hoy en el almuerzo y... bueno, pense que se quedaria...— murmuro, pero, al escuchar una risilla, se detuvo. Ivan estaba cubriendose la sonrisa con aquella larga bufanda, con sus ojos fijos en las calles.

—Yao tuvo un par de problemas en su casa y tuvo que marcharse antes de la reunion de la tarde— explico, encogiendose de hombros.

—Oh, comprendo, espero este bien— diciendo esto, bostezo, cubriendose la boca con la palma de su mano. El ambiente calido del vehiculo, junto con la comodidad del asiento, le estaba comenzando a jugar en contra. Estuvieron unos minutos en silencio, hasta que el auto se detuvo.

—Vaya, supongo que debemos esperar— comento el pais. La muchacha llevo su vista al frente, encontrándose con un embotellamiento. Un increíble embotellamiento. Era normal que esto sucediera, sobretodo, en aquellas avenidas principales, las cuales conectaban a toda la ciudad. Llegaría tarde a la universidad, estaba segura de ello. Suspiro son frustración, para luego observar a su acompañante.

—Realmente lo siento. Si no hubiera aceptado no estariamos aqui... Seguramente tiene otras cosas mas importantes que hacer— trato de disculparse. Observo como Ivan negaba con su cabeza, sonriendo como niño pequeño.

—No te preocupes, a veces es bueno tomarse un rato libre... ¿No crees? De lo contrario, el cuerpo comienza a sufrir y la mente... mucho mas—

—Si, creo que tiene razon. A veces solo es bueno acostarse en cama y mirar al techo— diciendo esto, (T/n), rio levemente.

—Vaya, eso parece... un prospecto algo solitario, ¿no?— murmuro, Rusia. La chica se encogio de hombros y elevo su mirada al techo del vehiculo.

—Si, es algo solitario... Pero me acostumbre asi... Asi que no me causa problemas— desvio su vista hacia el contrario, quien, ahora, tenia girado su cuerpo en su direccion, escuchandola atentamente.

—Bien, pero cuando ello te comience a causar problemas, no tendria ningun inconveniente de hacerte compañia— Rusia habia dicho aquello sin siquiera pensarlo y, de repente, sus mejillas se tiñeron de rojo, al igual que las de ella—Ahh... l-lo siento... y-yo... hummm—

—¿Lo promete? ¿Estara alli cuando lo necesite?— pregunto, interrumpiendo a la nacion, quien la miro impresionado. Luego de un par de segundos, que parecieron eternos, el asintio con su cabeza.

(T/N) se sintio realmente protegida.

¿Daddy? (Hetalia x Lectora)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora