❁68

1.3K 134 61
                                    

(T/N) no sintió mas que el impacto de su cuerpo contra el suelo. Su cabeza golpeo contra el borde de una pequeña mesa ratona, la cual se desestabilizo y cayo, haciendo que el vidrio se rompiera en miles de pedazos que fueron a parar al rostro de la chica. Al principio, no fue consciente de nada más que el dolor de su cabeza y de lo que goteaba desde allí. Al parecer, se había hecho un buen corte, puesto que, rápidamente, le llego el olor a oxido y a sal, característico de la sangre. Segundos más tarde, dejo de preocuparse por aquel corte, cuando noto un fuerte ardor en su costado izquierdo. Parecía como si le estuvieran quemando con un hierro caliente, como cuando marcan el ganado. Intento respirar, peor lo único que logro, fue atragantarse con un coagulo de sangre que subió por su garganta y se vio obligada a toser.

Sus ojos, trataron de enfocar algo, pero solo veía manchones de colores. Sus oídos no dejaban de reproducir un molesto y fuerte pitido, que le aturdía aun más. En un momento de lucidez, su mente le gritaba que debía escapar de allí, pero su cuerpo no le respondía. No podía respirar lo suficiente, por lo que su mente se nublaba cada segundo mas y mas.

Sintió las tablas del suelo, hundirse a escasos centímetros suyos y, luego, un aliento sobe su rostro, advirtiéndole que su hermano de había acercado. Quería decirle tantas cosas, quería gritarle, golpearlo hasta que sus puños no dieran mas, pero no podía hacer nada, solo enfocar la sonrisa ajena.

—Eres la única luz que he conocido, ¿cómo podría darte a alguien más? Imaginar que te pierdo... muero de pensar en ello— le escucho, apenas, para luego sentir como besaba su frente. Ese simple gesto, hizo que la bilis se le subiera a la garganta—. Esperare que me perdones, (T/N). Te amo— y, diciendo esto, noto como el calor del cuerpo de su hermano, la abandonaba.

Ethan se incorporo, observando su obra de arte contemporáneo. Incluso asi, herida, envuelta en su propia sangre, era de lo más hermoso que había visto. Tomo su mochila, guardo la pistola, para luego cambiar su chaqueta, la cual había sido manchada con mínimas gotas de sangre. Todo ello, en total parsimonia, escuchando los gemidos adoloridos de su hermana, como si fueran la mejor pieza musical del mundo. Coloco la tira en su hombro y, sin darle una última mirada, se dirigió hasta la puerta de entrada. Afuera, no había nadie, parecía como si el sonido, no hubiera alertado a los vecinos. Carraspeo levemente y salió de la casa, como si nada hubiera pasado.

(T/N) volvió a toser, al mismo tiempo que se giraba, haciendo que la sangre impactara contra la moqueta. Comenzaba a sentir tanto frio. Sus ojos, cada vez, parecían estar más pesados y sus extremidades temblaban. ¿Todo iba a acabar así? Por varios segundos, pasaron las imágenes de sus otras vidas. En todas las ocasiones, había muerto por amor. Que irónico que lo que más te hace sentir vivo, era su principal causa de muerte.

Elevo su mano, como pudo y limpio, con la manga de su camiseta, la sangre en su boca. No estaba dispuesta a irse sin luchar. Su nublada mente, le recordó donde había dejado el celular: justo encima de la mesada de la cocina.

—Muy bien, muy bien... Saldremos de esta— balbuceo, al mismo tiempo que se acariciaba el vientre. Un latigazo de dolor, la hizo volver a tocar la cruda realidad. Debía moverse rápido si no quería que aquello tuviera un final triste. Como pudo comenzó a arrastrarse por el suelo, al mismo tiempo que contenía los sollozos de dolor. Sentía como, lentamente, su carne se abría, adentrando mas y mas la bala, notándola, lacerante, como si de acido de tratara. Trato de inspirar profundo, pero solo se le escapo un grito de agonía, cuando lo intento. El aire comenzaba a faltarle.

Apoyo una de sus manos sobre el marco de la puerta de la cocina. Afuera, los gritos, histéricos, de Julio Cesar, le forzaban a volver a la realidad una y otra vez, a no quedarse dormida. Aquello no era justo. Apenas había procesado la idea de que tendría familia, de que quería adoptar a otros niños, de que quería tener una casa grande, con su vaca Margarita y con un caballo. Simplemente no era justo.

¿Daddy? (Hetalia x Lectora)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora