(T/N) se deslizaba, con suavidad, por el gran pasillo iluminado artificialmente. El aroma a desinfectante le escocía en la nariz, pero le gustaba aquel lugar por su silencio, tanto así, que incluso podía escuchar el roce que hacia su largo vestido negro, contra el suelo. Se ajusto la bufanda contra el cuello y un sonido le hizo levantar su mirada. Un soldado, de rango bajo, por lo que pudo ver en su uniforme, acababa de salir de uno de los salones donde, el bullicio, comenzaba a manar de allí.
El hombre, al verla, no pudo evitar que su corazón se acelerase. Podía parecer de lo más tétrico, una mujer vestida de negro, en un pasillo, pero, para él, era una imagen bellísima. Rápidamente se quito su gorro y dio unos tambaleantes pasos hacia ella. No sabía, muy bien, que era lo que hacía, pero, parecía, una fuerza lo estuviera llevando hacia ella.
—Disculpe, ¿qué hace una señorita como usted en un lugar así?— pregunto, estrujando el pedazo de tela entre sus manos. Los ojos de la chica, inspeccionaron su rostro, sin moverse un solo milímetro, haciendo que el soldado se pusiera cada vez más nervioso. Antes de que ella le respondiera, un par de sus compañeros, lo tomaron de los hombros y lo alejaron.
—¿Qué se supone que estás haciendo?— susurro uno de ellos, dejando pasmado al hombre.
—No puedes hablarle...— menciono el otro y, los tres, observaron como ella desviaba su atención del trió y volvía a su camino.
—Ella es tan hermosa...— balbuceo, el soldado, sin dejar de verla.
—Sí, pero el supremo general puede matarte si te acercas demasiado a ella— le precavió.
—Podrá ser muy hermosa, como la nieve, pero es igual o más fría que ella...—
(T/N), sin tocar la puerta, se adentro en un gran salón, donde había variados hombres, lujosamente uniformados, con la vista puesta en variados mapas y muchos papeles. El sonido que hizo la tabla del madera, al cerrarse, hizo que los allí presentes, levantaran la vista hacia la recién llegada. Los ojos de la muchacha, buscaron los celestes que tanto... ¿Amaba? Bueno, ya no podía decir que amaba algo, solo le quedaba la monotonía y la comodidad.
—Ah, (T/N), ¿ya es hora?— pregunto Alemania, sin dejar de ver a su novia. Ella asintió, un gesto suficiente para que este se incorporara de su asiento y caminara hasta al lado de ella. Con el paso de las décadas, había aprendido a amarla así, en silencio. A veces extrañaba a la chica ruidosa que había sido, ahora solo quedaba una mujer de modales perfectos, pero muda como la noche misma.
Desde aquel da en el hospital, todo había cambiado. Los doctores la habían salvado, pero nada pudieron hacer con el bebe que termino muriendo a las pocas horas de nacido. (T/N) jamás lo conoció y, el hombre, lo prefería así. Se volvió taciturna, sumisa, pero lo eligió a él. Ludwig no podía creer, cuando aquella noche, ella, luego de varios meses, le pregunto si es que no pensaba en proponerle matrimonio. Lo había elegido de entre los demás. Se casaron y, luego de varios años, ella paso a ser la representación de un pequeño pueblo, el cual fue, luego, nombrado como una mínima y reducida capital de sus tierras.
Jamás volvieron a tocar el tema del niño, o niña, jamás supo que era y ella, jamás, se lo quiso decir. De hecho, no hablaban muy a menudo, pero Alemania había aprendido a detectar todos los sentimientos de la chica a través de sus acciones o miradas.
Las cosas eran así. El destino era cruel, pero él, supo que había encontrado la pizca de dulce que le faltaba.
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¿Daddy? (Hetalia x Lectora)
FanfictionLos países vieron la duda plasmada en los ojos de la niña. Si, aquello podría ser considerado extorsión... Finalmente, la muchacha se mordió el labio inferior y, con un gran rubor en sus mejillas, asintió con su cabeza. -Acepтo, dαddy...- Nadie dij...