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¡Feliz dieciséis, @Kana-uzumaki!

Este capitulo va dedicado, exclusivamente a ella <3 ¡Disfrutalo!

~*~

(T/N) se incorporo de la cama, soltando un gran bostezo. No había sido necesario que se levantara temprano, pero Julio Cesar rascaba la puerta para poder salir al jardín. Eran las ocho de la mañana y el día se encontraba lluvioso y algo frio.

—Qué bonito, justo para mi cumpleaños— murmuro, al mismo tiempo que abría la puerta. La casa estaba en completo silencio, señal de que solo eran dos almas en aquella construcción. ¿Es que se habrían olvidado de que era su día especial? No, no lo quería creer así, seguramente estaban en una reunión. Lentamente se dirigió hasta la sala y allí abrió el gran ventanal para que su perrito pudiera salir. Se alejo, dejando un poco abierto para que pudiera volver a entrar, e ingreso en la cocina. No había una sola nota en el refrigerador, cuando siempre le dejaban alguna en al puerta del mismo, sostenido con imanes. Un extraño sabor en su boca, junto con una pequeña opresión en su pecho se hizo presente. Nuevamente la duda le asalto. ¿Se habían olvidado de ella? Incluso Marina no parecía dar señales de vida y eso que ella siempre iba al gimnasio de mañana y terminaba por molestarla con miles de mensajes para que tomaran un café juntas. Suspiro y se adentro al baño. Luego de varios minutos salió de allí, observando a su acompañante parado frente a la puerta, con el tazón de la comida en su boca. Al verla, movía su cola de lado a lado.

—No tengo idea de lo que intentas decirme...— rio levemente y le coloco un poco de comida allí, para luego cambiar el agua del otro recipiente. A menudo, Inglaterra le decía que no debía darle de comer dentro de la sala, pero ella siempre lo hacía a escondidas. Julio Cesar y el país comenzaron a llevarse mal cuando ella cambio el nombre de Lennon al actual. Casi lo mata. Al final, el rubio le manda miradas de enfado y él le gruñe bajo el sofá.

Desayuno lentamente, con el celular pegado a su mano, esperando alguna llamada o mensaje. ¡Por favor! Su padre era granjero, se despertaba con el canto del gallo... No era justo. Luego de eso comenzó a limpiar la casa y a ordenar las habitaciones. ¿Qué estaba haciendo con su vida? Debería estar durmiendo para luego salir a emborracharse como toda un mujer de su edad. Negó con su cabeza, descartando la idea, para luego seguir haciendo sus cosas. Paso el mediodía y sus protectores no daban una señal de vida. Algo enfurruñada devoro el almuerzo que le había preparado Italia, el cual, cabía decir, era para dos personas, y lavo los platos. Subió con su mascota hasta la habitación y allí se encerró. No había nada más que hacer en la planta baja. Se acostó, dispuesta a dormir la siesta de su vida. Si alguien quería desearle felicitaciones, debería esperar a que volviera a la vida. Como si el destino la estuviera probando, apenas comenzaba a cerrar los ojos, una llamada entrante los sobresalto a ambos, logrando que, como gran guardián, Julio le ladrara al teléfono. Lo tomo y contesto sin muchas ganas.

—¿Hola?—

—¡Hola cariño! ¡Feliz cumpleaños!— exclamo su padre, haciéndola sonreír por un momento.

—Gracias, pa—

—¿Y cómo va la cumpleañera? ¿Has recibido muchos regalos?— pregunto. La chica estaba a punto de decir que sus Daddy's ni siquiera aparecían, pero, claro, no era Marina. Hablando de ella, tampoco había dado señales de existir, la muy perra.

—Eh, no, regalos no, pero si algún que otro mensaje— le mintió. No quería que su padre se preocupara.

—Esa es mi niña, haciendo muchos amigos. Bueno, espero que la pases bien, cariño. Este año no podre ir, las cosechas están algo complicadas, ¿sabes?—

¿Daddy? (Hetalia x Lectora)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora