Unos fuertes golpes hicieron que se sobresaltara. Con rapidez se sentó sobre la cama, notando como la habitación daba vueltas a su alrededor. ¿Quién era ella? ¿Qué estaba pasando? ¿Había un gorila golpeando una tabla? Si no era así, pues lo sentía, pero así se escuchaba. Estaba a punto de bajar de la cama, cuando unos brazos la envolvieron haciendo que volviera a acostarse. El calor corporal de Francia la envolvió, logrando que bostezara y que se olvidara de los golpes.
—Yo voy, no te preocupes. Sigue durmiendo un poco mas— susurro, con voz ronca, en su oído, haciendo que ella asintiera dócilmente. Cerró sus ojos de nuevo, sintiendo como era arropada por las cálidas sabanas. Soltó un suspiro y con los ojos entreabiertos observo como el país colocaba su ropa. Nuevos sonidos llegaron a la habitación, haciendo despabilarse.
—¿Q-quién es?— balbuceo, revolviéndose sobre el colchón. El hombre, aun medio dormido, se revolvió el cabello, al mismo tiempo que sonreía.
—Probablemente una visita inesperada— murmuro, para luego salir de la habitación. A los pocos minutos, los golpes cesaron, logrando una hermosa paz, que hizo que ella volviera a caer dormida.
Volvió a abrir sus ojos y estiro sus brazos, al mismo tiempo que inspiraba fuertemente. Abajo se escuchaban risas y acordes de bandoneón. Con cuidado se incorporo de la cama y bostezo, notado como su cuerpo dolía, probablemente por el ajetreo de la noche anterior. No se veían hacia tiempo, no podían culparlos. Se dirigió hasta le baño del dormitorio, donde tomo una ducha, tratando de despabilarse lo más posible. Al terminar, y tarareando, saco uno de sus vestidos del armario, junto a su ropa interior, y se los puso. Se dedico a arreglar su húmedo cabello con los dedos, al mismo tiempo que observaba el cielo desde la ventana de la habitación. Ese mediodía en particular, no hacia tanto calor, es más, el cielo estaba nublado y la brisa que corría era fresca. Era un respiro tras tantas semanas de intensas temperaturas.
Cuando se hubo arreglado lo más posible, salió del cuarto y comenzó a bajar por las escaleras. A medio tramo, el aroma a salsa, con el vino evaporándose, le acaricio, logrando que ella inspirara fuertemente. Por un momento, se había olvidado que estaba en la casa de Francia donde, prácticamente todo, tenía que ver con la comida. Incluso había encontrado, luego de admirar la vasta biblioteca, un libro de afrodisiacos en la comida. A veces se preguntaba si no usaba alguna receta con ella. Se detuvo frente a la puerta de la cocina, para luego suspirar. Sin más, la abrió, haciendo que todo lo que estaba ocurriendo, allí, se detuviera. Tres pares de ojos, se vivieron hacia ella y de repente, se sitio más pequeña de lo que era. Trago fuertemente y se encamino unos pasos hacia adentro, colocando una risilla algo nerviosa.
—Buenos días— saludo. Estaba a punto de dirigirse a Francia, quien estaba cerca de la estufa, para saludarlo, pero una mujer le abrazo con tanta brusquedad que casi se cae al suelo de no ser porque ella le mantenía agarrada.
—Así que tu eres la señora Bonnefoy— exclamo, la morena, al mismo tiempo que se alejaba, sonriendo—. Es un placer conocerte, soy Seychelles— se presento, alegremente. La sonrisa de aquella muchacha hacia que (T/N) pudiera entrar en confianza. Sonrió levemente, mientras sentía sus mejillas arder levemente. ¿Señora Bonnefoy? ¿Desde cuándo le decían así? Observo que la chica frente a ella hablaba, pero no lograba hilar una frase con la otra. Estaba a punto de decirlo cuando un muchacho paleo la cabeza de la morena.
—Tranquila, creo que la estas atiborrando de preguntas— murmuro una suave voz que a ella se le antojo como la seda. Un muchacho alto, de cabello rubio y anteojos, bastante parecido a Alfred, apareció frente a ella. Cargaba con un oso polar en sus brazos—. S-soy Canada... Un placer— susurro, sonriéndole. Sin poder evitarlo, le devolvió la sonrisa, al mismo tiempo que recordaba haberle visto en algunas fotografías. Extrañamente, el siempre salía algo borroso, como si la cámara no lo hubiera registrado con exactitud.
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¿Daddy? (Hetalia x Lectora)
FanficLos países vieron la duda plasmada en los ojos de la niña. Si, aquello podría ser considerado extorsión... Finalmente, la muchacha se mordió el labio inferior y, con un gran rubor en sus mejillas, asintió con su cabeza. -Acepтo, dαddy...- Nadie dij...