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—¿Así que también eres algún tipo de mago?— pregunto la chica, al mismo tiempo que ojeaba una montonera de libros que se encontraban en una mesa. Ese día, tarde, más bien dicho, se había decidido recorrer la mansión de Inglaterra para conocerla del todo. Usualmente siempre visitaba las mismas habitaciones, por lo que, del resto, no sabía nada más. Había comenzando tomando un pasillo diferente al del habitual. Dio unos cuantos pasos, y se perdió. ¡No podían culparla! Allí donde mirara, solo veía paredes cubiertas, hasta la mitad, de madera oscura, para luego ser tapizadas con papel verde manzana. ¡Era terrible! Podría jurar que terminaría odiando ese color. Algo resignada, siguió caminando, hasta dar con una habitación donde, al prender las luces, la vio abarrotada de cosas curiosas. No pudo resistir al llamado de su naturaleza y se hundió entre el mar de porquerías que allí había. Mapas había un montón, globos terráqueos, lo mismo, escaparates con miles de libros adornaban las paredes. Había algún que otro pedazo de armadura, o al menos lo que ella pudo identificar, así también como una espada que trato de levantarla y apenas pudo. No sabía cuanto tiempo había transcurrido allí adentro, pero, cuando Inglaterra la encontró, le había dicho que la había estado buscando por horas.

—¿No te han enseñado que tocar las cosas de los demás es de mala educación?— pregunto, devolviendo la pregunta. En sus manos, traía una bandeja donde había te y algunas galletas. La chica agradeció que no fueran los benditos scones radioactivos. (T/N), soltó una risilla y se incorporo del añejo sofá, para luego dirigirse hasta donde estaba el plato. Tomo una galletita y la mordió, al mismo tiempo que lo observaba.

—Claro que si, pero tu no te enfadaste, así que no cuenta—comento, sin dejar de esbozar una sonrisa— ¿Entonces, señor Reino Unido de Gran Bretaña e Irlanda del Norte? ¿Va a responder a mi pregunta?— menciono, volviendo su atención a los volúmenes polvorientos. Arthur suspiro, dándose por vencido, casi sin intentarlo, con la chica. Había aprendido a no luchar, porque cuando (T/N) quería algo, siempre lo conseguía, no importaba los métodos. Tomo su te y, luego de ponerle azúcar, sorbió un trago, al mismo tiempo que sus ojos vagaban por ese lugar. Hacía mucho que no había estado allí.

—Si, podríamos decirle que si—

—¿Sacas conejos de la galera?—

—¡No! ¡Esas son tonterías, la magia hay que tomarla con seriedad!— exclamo, sintiendo como los colores se le subían a la cara. Ella soltó una carcajada. Había previsto aquella reacción. El hombre carraspeo, tratando de mantener la compostura. Un caballero jamás debe exaltarse... Algo irónico viniendo de él. La muchacha dejo el libro que estaba ojeando junto con los demás y siguió dando vueltas alrededor de la grande habitación. ¿Qué podría tocar? ¿Algo se rompería? ¿El se enojaría si esto sucedía? Seguramente sea así, pero es que a veces estaba tan emocionada, que sus dedos se volvían torpes, "de mantequilla", decía su padre. Finalmente, su atención se posos en un gran armario y, con rapidez, se dirigió hasta allí. Le costó un poco abrirlo. De cierta forma, una parte de su mente le gritaba que sería la próxima reina de Narnia, o algo por el estilo; pero cuando pudo abrirlo, solo una nube de polvo la recibió. Tosió fuertemente y se inclino levemente. La idea que una rata o una araña súper desarrollada le saltara a la cara, por el paso del tiempo, no le agradaba. Cuando se aseguro que no iba a suceder, comenzó a sacar variadas cosas. Muchas pelucas blancas salieron volando, así también como algunos altos sombreros. (T/N) tiro de un pedazo de tela con fuerza. O estaba atascada, o era muy grande. Con cuidado, tiro de esta, revelando que era un inmenso vestido que, si bien estaba algo raido y desinflado, seguía conservando la magnificencia con al cual se caracterizaban. Coloco la espalda de la prenda sobre su pecho y la observo.

—¿Te gustaban las mujeres altas?— pregunto. El país sintió una gran pena y, rápidamente, volteo a verla—. Y muy voluptuosa, por lo que veo. Yo no podría rellenar ese escote ni aunque me pagaran— murmuro.

¿Daddy? (Hetalia x Lectora)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora