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El calor se cernía cada vez mas fuerte sobre ellos, pero no le impedía que estuvieran perdiendo el tiempo en una plazoleta, con un helado en su mano derecha, tratando de combatir las intensas temperaturas. A pesar de ser mas de las seis de la tarde, el sol no daba tregua, aunque la sombra de la copa de los arboles les otorgaban un poco de tranquilidad. (T/N), soltó un suspiro y se relamió los labios, constatando de que no hubiera rastros de crema en ellos.

—Que rico, nada mejor que esto— murmuro, casi para si misma. Ivan, a su lado, le sonrió y acaricio su cabello. Le gustaba complacerla, cuando lo hacía, a ella le brillaban los ojos, por mas mínimo que fuera su petición.

—Me alegro que te sientas a gusto, Kukla, incluso conmigo cerca— menciono, volviendo a su helado. La muchacha, algo sorprendida por sus palabras, le observo, sin dejar de atacar su postre.

—Me refería a ti, Daddy. No sería lo mismo sin ti— le explico y, algo sonrojada, no sabía si era por el calor, o por lo que había dicho, volvió su vista al frente. El pais se quedo, un momento, viéndola, tratando de grabar esas palabras dentro de su mente. Ella era tan linda. Se inclino y beso su mejilla, haciendo que ella riera ligeramente. Sin más, siguieron comiendo en silencio, hasta que la ultima mordida al cono de galleta se hizo presente. La joven, en ese instante, se apoyo sobre el brazo, porque si, no llegaba al hombro, de su acompañante y bostezo. Había comenzado a correr una agradable brisa, mientras que el atardecer refrescaba el ambiente, haciéndolo mucho mas cómodo. El hombre bajo su mirada, encontrándose con parte de aquel moratón que llevaba en su cuello. Al principio recordaba como ella se colocaba un pañuelo, peor, al final, pareció no importarle demasiado. Su mente le gritaba, una y otra vez, que aquello no era nada comparado con lo que había vivido.

—¿Por qué dejabas que te golpeara, Kukla?— pregunto, arrepintiéndose, al instante de lo que había dejado salir. No quería que la chica se sintiera incomoda en su presencia y se alejara de el. No quería verla tan feliz al lado de los demás. No quería volver a sentirse solo. Contra todo pronóstico, (T/N), simplemente elevo sus hombros, sin abandonar esa posición con la cual, se veía, estaba muy cómoda.

—No había diferencia cuando me besaba o cuando me golpeaba. Siempre dejaba marcas en mi cuerpo y, al final, termine sin lograr hacer una diferencia— comento. Ella fijo sus ojos en los de el y le sonrió. Ivan parecía estar esperando un regaño que nunca llegaría. Se veía lindo.

—Como... Como cuando lloras por cosas buenas y malas. No logras diferenciar si esta bien hacerlo o no— murmuro, tratando de comprender. Ella asintió y se removió en su lugar. Volvieron a permanecer en silencio, cada uno hundido en sus pensamientos, hasta que unas pequeñas risillas los sacaron de sus ensoñaciones. (T/N) giro a observar como unas muchachas de secundaria, estaban sentadas a unos bancos de distancia y hablaban entre ellas en susurros, mientras señalaban al hombre. Aquello no le dio buena espina. Ninguna parecía asustada, algo que no era usual por el increíble tamaño del ruso y su sonrisa, algo maquiavélica cuando se lo proponía. Arqueo sus cejas cuando una de ellas se incorporo y comenzó a caminar hasta donde estaban. Con rapidez, sin saber muy bien el porqué, llamo la atención del individuo colocando su mano en la mejilla más cercana. Sin esperar demasiado, lo beso. No fue un contacto suave, de esos nerviosos y cortos. No. Fue un beso, profundo, demandante y territorial. El país, algo aturdido por la repentina muestra de afecto de la chica, trato de corresponderle de la mejor manera que pudo. Sus brazos se entrelazaron en la cadera ajena, apretándola contra su cuerpo, gustoso de aquellos mimos. (T/N) mordió el labio inferior de su protector y, casi de inmediato, comenzó una danza de lenguas. Ella enredo sus manos en el grueso cuello de hombre y, como si toda aquella escenita no fuera poco, se deslizo hasta llegar a sentarse sobre uno de los muslos del mayor, provocando un ronco gemido por la parte contraria. Por el rabillo del ojo, pudo ver la figura de la chica, que se alejaba. Fue en ese momento, cuando se dio el lujo de apartarse, unos pocos centímetros, para poder respirar. Aquello había sido tan repentino, ni siquiera ello lo había planeado, pero no se arrepentía. Si ella era propiedad de esos hombres, entonces esos hombres serian de su propiedad. La nación comenzó a besar los hombros de la menor, sin dejar de estrecharla contra su cuerpo. Sentía la rodilla de ella frotarse contra una creciente erección que estaba sufriendo. Aquello le avergonzaba... ¿Era un pervertido acaso? La, inmediata, imagen de Francia se le vio a la cabeza. Si, probablemente estar tanto tiempo, a casusa de su amada Kukla, con el, como con lo demás, lo había afectado.

¿Daddy? (Hetalia x Lectora)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora