¿Daddy? (Hetalia x Lectora)

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(T/N) bostezo, al mismo tiempo que terminaba por quitarse los adornos que tenia en su cabello. El peinado que llevaba hecho, se deshizo, logrando que su cabello se deslizara hacia abajo. Soltó un suspiro y se rasco la nuca. No estaba acostumbrada a llevar, tanto tiempo, el pelo atado. Aquello le había producido un leve dolor de cabeza. Se quito el collar de perlas, dejándolo dentro de una caja, al lado del espejo de cuerpo entero que había frente a ella. Llevo sus manos hacia atrás, pero al no poder alcanzar el obi, chasqueo su lengua.

—Señor Kiku, ¿me ayuda?— pregunto, llamándolo. El hombre aparto la mirada del estrellado cielo nocturno, para luego posarla en su pequeña. Sintió con su cabeza, dejando la botella de sake a un lado. Se incorporo y se dirigió hasta la chica. Le había gustado verla con las ropas tradicionales, aunque, ya sabía de antemano, que ella no estaba muy acostumbrada. Apoyo sus manos sobre los hombros ajenos y, lentamente, fue bajándolas hasta el amarre de aquel cinturón, para luego quitarlo. La parte delantera, cedió, haciendo que la chica soltara un suspiro. Le encantaba aquel atuendo, sobre todo por sus armoniosos colores, pero era demasiado pesado para su gusto.

—Entonces, ¿Qué te pareció mi familia?— murmuro el país. (T/N) se dio el lujo de darse unos momentos de silencio antes de contestar. Con cuidado, deslizo la prenda por sus brazos, hasta lograr sacársela. Desabrocho la ligera pieza de tela que iba debajo de la frondosa tela y, también, la quito, quedando solo en ropa interior.

—Pues. Fueron muy amables y todo. Sur Corea es genial— señalo, recordando cómo, en medio de la reunión, comenzó a demostrarle su baile—. Pero creo que no le agrado a Taiwan— susurro, casi para si misma. En su mente, estaba latente la imagen de la mujer, la cual siempre le enviaba asesinas miradas y, de vez en cuando, soltaba alguna que otra frase envenenada. Aquello le había molestado. ¿Por qué tanto empeño? En unos años, su cuerpo no sería el mismo y, probablemente Japón le apartaría de su lado. Mei solo debía esperar, nada más—. No es como si me importara, tampoco— comento, encogiéndose de hombros.

La nación retuvo un suspiro y se dedico a pasear sus manos por las curvas de Ichigo, notando como esta se estremecía momentáneamente. Si, había visto todas y cada una de las actitud del país hacia su muchacha. Se había sentido muy decepcionado de Mei, pensó que ya había entendido que al lado de ella, el estaba feliz.

—No voy a escucharte, Mei— la molesta voz de Japón era toda una sorpresa en el. El hombre que siempre mantenía la calma, al parecer, estaba a punto de estallar.

—¡P-pero, Kiku! ¡No puedes estar con ella, es una humana! ¡Sabes los riesgos de relacionarte con una!— exclamo, por enésima vez la muchacha, tratando de evitar la ira del país contrario.

—Sera mi problema el dia que la tenga que enterrar, entonces, pero no tuyo. Ahora si me disculpas...—

—¡Ella te engaña!— le exclamo, interrumpiéndolo, jugando una de sus ultimas cartas—. ¡Te engaña con otros países, Kiku! ¡La vi con China el otro día, cuando el salió de la reunión! ¡Se besaron y se abrazaron delante de mis narices!— grito. Un silencio se instalo entre ellos dos, junto con una gran tensión. La chica sonrió. Aquello haría que Japón se alejara de aquella humana.

—Lo se, Mei— la respuesta del contrario la dejo anonadada.

—¡¿Qué?!—

—Es algo que no entenderías, pero si es eso lo que te preocupa, no tengas miedo, más pronto que tarde, Ichigo, será solo mía— comento, sonriendo levemente ante aquel prospecto. No estaba haciendo nada malo. Estaba consciente que los demás países comenzaban a jugar sus tretas para tener a la chica en sus manos. El no sería menos. Taiwan le observo, sintiendo que las lagrimas comenzaban a asomar. ¿Qué tenía aquella mortal que ella no tuviera? ¿Belleza? No, la chica se podía considerar muy normalita. ¿Inteligencia? Lo duda, mas con esa cara de vivir en las nubes. No lo entendía. Antes de volver a alzar la voz, salió corriendo de la oficina.