❁Rusia

1.4K 153 30
                                    

(T/N) se encontraba sentada sobre un suave sillón, inmóvil, impasible. Su vidriosa vista estaba fija en la pared frente a ella y sus manos descansaban sobre su falda. Su cabeza cayo, levemente, haciendo un pequeño susurro, al rozar contra la tela del sofá. En ese momento, Ivan elevo su mirada, alertado por el mínimo sonido. El hombre sonrió y se incorporo, dejando, atrás, la terrible cantidad de papeles que tenia. Había estado ocupado los últimos meses con su chica, por lo que no había podido atender, muy bien, su trabajo.

Se coloco frente a ella y comenzó a acomodarla nuevamente.

Kukla, deja de moverte, ¿si? Podrías lastimarte— susurro, pero ella ni siquiera le dirigió la respuesta. El país soltó un suspiro y dejo de lado los intentos de acomodarla. Simplemente la abrazo, apegándola contra su cuerpo. La cabeza de (T/N) cayo, al igual que sus extremidades. Rusia extrañaba el calor de la mujer, ahora estaba demasiado fría, tanto, podría decir, como él. Paso su mano sobre la pálida mejilla ajena, sintiendo un pequeño nudo en su garganta. La tenía allí, pero, a la vez, la extrañaba demasiado.

—Pondré algo de música, ¿sí? Sera la pieza que tanto te gusta— y, diciendo esto, se dirigió al tocadiscos, donde cambio el vinilo por otro mucho más antiguo.


La música comenzó a sonar y Bielorrusia, cerró la puerta. No deseaba ver esa terrible escena. Inspiro fuertemente y acomodo a su sobrino entre sus brazos. El niño estaba durmiendo plácidamente y no quería despertarlo, porque sabía cuán difícil era que el niño volviera a entrar en un estado de inconsciencia.

Acaricio los cabellos rubios platinados, del infante, quien se removió suavemente. Hacía tres años que (T/N) estaba muerta. Había sido una mujer muy valiente al dar la vida por su único hijo. Apenas lo vieron, supieron que era hijo de Rusia, y es que, aquel cabello y esos ojos morados, no le mentían a nadie. De ella, solo había sacado su tez y sus facciones. A pesar de esto, el ruso no podía verlo. Natalia sabía que lo culpaba de la muerte de la mujer y, antes de que el hombre pudiera hacer algo, lo aparto de él.

(T/N) fue transformada en lo que había sido su apodo, una hermosa muñeca. Variados taxidermistas trabajaron en su cuerpo por meses. La embalsamaron, pero dejaron su cuerpo con complicadas rotulas, para que sus movimientos no se vieran afectados. En definitiva, era una obra de arte macabro. Desde ese día, ella reposaba en el despacho de Rusia, quien la vestía, la peinaba y la limpiaba. Nadie le objeto nada, tal vez por miedo.

Coloco al niño en la cama y lo cubrió con las mantas, para luego limpiarle una mancha de chocolate, de sus labios, con un pañuelo. Encendió una ampara de noche, la cual tena figuras de arboles y se marcho de la habitación, cerrando la puerta.

No le importaba, demasiado, lo que hiciera su hermano con la muñeca, por ahora, ella tenía su propia y amada luz.

¿Daddy? (Hetalia x Lectora)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora