La cálida brisa, entraba por la ventana, logrando que las cortinas danzaran a su alrededor. Julio Cesar, como así se llamaba el perrito, hubo una gran discusión por ello, descansaba a su costado, mientras mordisqueaba, desganadamente una pelota. Habían jugado media hora y, eso, era bastante. Normalmente la batería del animal duraba cerca de veinte minutos. Inspiro profundamente, absorbiendo el aroma tan natural del campo. Hacía, ya, unos días que se encontraba en la casa de su padre. Había prometido pasar, con su familia, las fiestas y, luego, volvería la ciudad. Cuando se lo transmitió a su figura mayo, la vio, desconcertado, pero ella alego que era para seguir trabajando y no tener que preocuparse tanto en el año. El hombre sonrió, contento que su hija se esforzara tanto por lo que deseaba. (T/N) se sentía algo mal, no porque le había mentido, todo al contrario, tenía un trabajo, pero no le había dicho toda la verdad.
Un portazo hizo que ambos seres que se encontraban en el sofá, se sobresaltaran. Ella volteo a ver, observando cómo su cuñada, la de ese mes, pasaba por la sala hecha una furia. Persiguiéndola, se encontraba Ethan.
—¡Sofía, espera por favor...!—
—¡Mi nombre es Julieta, maldito cerdo!— exclamo la chica, dirigiéndole una mirada asesina, pero el chico no se inmuto en lo mas mínimo. (T/N) vio a la pareja salir de la casa, escuchando sus gritos y como, estos, lentamente, reducían de volumen. No pudo evitar reír levemente y acariciar a su perro, quien bufo y se acomodo sobre las piernas de su dueña.
—Ya va por la numero veinte— la voz de su padre la distrajo de la tarea de rascarle detrás de las orejas a Julio Cesar. Se volteo a verle, encontrándolo con dos tazas en sus manos.
—¿Ya? Vaya, la última vez que llame no eran tantas— comento, tomando uno de los recipientes. El aroma a leche caliente y miel golpeo su rostro. Recordó las cientos de veces que había preparado ese liquido para sus hombres cuando estaban enfermos y las pocas en las que su madre le había regalad esta infusión sin tener que, ella, pedirlo. Suspiro, observando como el vapor cambiaba de dirección.
—Si, bueno, sabemos cómo es tu hermano— menciono, soltando una risa, su padre, para luego tomar de su tasa. El silencio se instalo entre ellos, pero no era uno incomodo, simplemente, adormecedor. Los minutos pasaban y, lentamente, la muchacha caia en un sopor. Por un lado, agradecía el silencio que había allí, pero, por otro lado, extrañaba la gran combinación de música que solía escuchar cuando los países se encontraban en su casa, o las charlas y cuentos que le narraban. Había aprendido que, varios momentos de la historia, eran sagrados y no se tocaban en cualquier momento. Logro decodificar las miradas de cada uno cuando le advertían que, ese tema que quería tocar, no era el adecuado. Por ejemplo, con Feliciano, no podía hablar sobre la Unión de Italia, lo ponía demasiado incomodo. Con Kiku y Yao no podía hablar de la independencia del primero. Igual pasaba con Alfred e Inglaterra. A veces se preguntaba que habría sentido el señor España cuando todas sus colonas aprovecharon el momento de debilidad que estaba pasando y se independizaron de el. Mejor no preguntarlo. Dejo salir un suspiro y tomo un poco más de su infusión.
—¿Estas enamorada, cariño?— la pregunta de su padre hizo que se sorprendiera demasiado. Sintió como los colores se le subían al rostro y, en un intento de disimularlo, tosió.
—Claro que no... ¿Por qué dices eso?— murmuro, intentando no pensar en ninguno de los países. Su padre, desgraciadamente, cuando ponía su empeño, lograba leer su rostro y saber que era lo que pensaba, era, realmente, escalofriante. El hombre sonrió y se encogió de hombros.
—Tal vez no te hayas dado cuenta, pero desde que llegaste no dejas de mirar el celular y suspirar— comento, a l mismo tiempo que dejaba la taza en la mesa ratona. La chica sudo frio, ¿tan evidente era?
—E-Es que estoy leyendo una novela y realmente me gusta— explico a lo que su padre asintió, sorprendido.
—Que increíble, como ha avanzado todo. Antes para leer necesitabas papel— murmuro para si mimo. (T/N) retuvo el suspiro de alivio y, como quien no quiere la cosa, tomo el resto de su bebida. Debía ser más cuidadosa si no quería que su padre preguntara de mas. Por un momento la imagen de su madre, sentada en el sofá individual frente a ellos, inundo su mente. Si le hubiera contado que estaba en aprietos con ocho muchachos, ¿qué le hubiera dicho ella? ¿Le hubiera dicho que aprovechara? ¿Qué les dijera que no? ¿Le hubiera podido decir, en su debido momento, que estaba en una relación toxica con Federik?
"Te fuiste muy temprano, mama. Hubiera deseado que te quedaras un poco más", pensó la chica y, recordó la primera regla. Creyó que se moriría y su padre no era mucha ayuda que digamos, no cuando intentaba explicarle entre balbuceos y lapsus. Dejo el recipiente sobre la superficie y observo el espacio. Por un momento, no se sintió parte de allí. Su vida había cambiado demasiado. De una chica de campo, que usaba ropa de hombre para trabajar, paso a ser una mujer que, si bien rara vez se ponía tacones, siempre llevaba vestido.
—(T/N), creo que ya va siendo hora de que hablemos de algo serio— el tono de voz de su padre, la asusto y se apresuro a incorporarse en el sofá y prestarle la debida atención.
—¿Qué pasa, papa?
—Mira, mi niña, se que te mentí, pero es que aquella vez no tenias la suficiente edad para saberlo— la tensión comenzaba a acumularse ene l ambiente—. Ustedes no nacieron de un repollo. Tu mama y y...—
—¡Papa, eso ya lo sé!— exclamo, sintiendo sus mejillas enrojecerse— ¡Había pensado que era algo importante!
—¡Es importante! ¡Debes saber que debes entregarte a un solo hombre por el resto de tu vida! ¡El será el padre de tus hijos!— su padre la observaba, con la decisión plasmada en el rostro.
—¡Ya lo se, papa!—
—Además de que los bebes...—
—¡Tuve clases de sexualidad!— menciono y, con eso, el hombre suspiro, satisfecho de no tener que enseñarle cosas a su hija muy incomodas. La muchacha se abanico con la mano, dejando salir un gran suspiro. Que incomodidad. Por suerte, antes de que otra cosa ocurriera, la puerta de la casa fue abierta por su hermano.
—¡Oigan! ¡Han pasado cuarenta minutos desde las doce!— menciono, sonriendo. Ethan tenía marcado e la mejilla derecha una mano y se podía notar, claramente, los cinco dedos. Al parecer no había podido atrapar, nuevamente, a Julieta.
—¿Ya?— pregunto su padre, mirando el reloj de su muñeca— Feliz año nuevo, hijos—les sonrió a los dos y los atrapo en un abrazo.
—Feliz año nuevo, pa. Feliz año nuevo, fea—le dedico su hermano a lo que ella le mostro el dedo del medio.
—Feliz año nuevo, pequeña mierdecilla— diciendo esto, beso la mejilla del mayor— Feliz año nuevo, y por muchos más— murmuro. Luego de varios minutos más de estar allí, el hombre aguantando los insultos que susurraban sus hijos, se separaron, dispuestos a devorar los postres que la chica había hecho.
Luego de varias horas, decidió mandar un saludo a todos sus contactos. La señal no era demasiado buena, pero con un poco de paciencia todo saldría bien. No sabía como es que Ethan podía sobrevivir, casi, sin Internet. Ahora sabia el porque tenía una novia cada mes.
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¿Daddy? (Hetalia x Lectora)
Fiksi PenggemarLos países vieron la duda plasmada en los ojos de la niña. Si, aquello podría ser considerado extorsión... Finalmente, la muchacha se mordió el labio inferior y, con un gran rubor en sus mejillas, asintió con su cabeza. -Acepтo, dαddy...- Nadie dij...