❁1

9.2K 457 150
                                    

La chica finalizo su trabajo junto con su tarareo. Sonrió, satisfecha consigo misma con lo que había logrado. La Sala de Juntas, estaba completamente reluciente... ¡y había terminado antes de la hora acordada! Nada mal para una primera semana de trabajo. (T/N) se inclino y dejo el trapo con el que estaba lustrando la mesa, dentro del cubo, junto con los productos que había utilizado. Según su jefe, debía dejar la sala lista y limpia, todos los días para personas importantes. Nunca le había dicho quienes eran y, tampoco, los había visto, pero, claro, eso no formaba parte de su trabajo. A veces, envidiaba un poco a esas secretarias que veía por los pasillos de aquel edificio que siempre estaban "de punta en blanco", o relucientes, nada comparable con ella. Como si el Universo quisiera reafirmar aquella idea, un mechón de cabello logro salirse del agarre de aquel improvisado moño, y termino impactando contra su frente. La chica soltó una risilla y elevo una de sus manos, hasta aquel "mechón rebelde", para luego colocarlo detrás de su oreja.

Un pequeño sonido le saco de sus pensamientos. Sus ojos se volvieron hasta el reloj digital que llevaba en su muñeca izquierda. A pesar de los, varios, años que tenia encima, aquel objeto no dejaba de funcionar, era uno de los mas grandes misterios. (T/N) chasqueo su lengua y se incorporo, mientras tomaba el cubo de su agarradera. Si estaba un poco mas allí, llegaría tarde a la reunión de estudios con sus compañeros. Giro sobre sus talones, para luego dirigirse a la puerta. Estaba apunto de abandonar la habitación, cuando, e repente, la barrera de madera que la separaba del pasillo, se abrió estrepitosamente, junto con una risa estruendosa. Soltó un pequeño gritito, mientras daba unos cuantos pasos hacia atrás. Aquello le había asustado, parecía una escena de la película de terror que había visto hacia unas semanas. Observo la figura que se encontraba frente a ella. Definitivamente era alto, aunque cualquiera podría ser mas alto que (T/N), tenia el cabello rubio y un par de lentes. No la estaba observando, si no que prestaba atencion a alguien detrás suyo, mientras esbozaba una amplia sonrisa. Sonrisa que, a (T/N), gusto mucho.

—¡América cállate!— le reclamo una voz, detrás de aquella persona. El aludido volvió a reír y, finalmente, miro hacia frente a el. De inmediato, sus orbes azules se posaron en la muchacha que se encontraba allí. La mujer pudo sentir como si le estuviera desnudando con la mirada, cosa que hizo que sus mejillas se sonrojaran levemente.

—¡Hola! ¿Quien eres tu?— pregunto, mientras avanzaba. El hombre le ofreció una cálida sonrisa, algo que la muchacha agradeció.

—¿Humm? ¿Con quien hablas, América?— la anterior voz, se volvió a escuchar, para luego presentarse en la habitación. Era un hombre mas bajo que el primero, con el mismo tono de cabello, pero sus ojos eran verdes, junto a unas cejas extremadamente pobladas. A ella le dieron gracia como se movían.

—Lamento que me encontraran aquí, yo ya me iba...— menciono, (T/N). No solía ser una chica tímida, callada, si, sobretodo con las personas que recién conocía, pero no tímida; pero, ahora, la presencia de aquellos individuos le hacia sentirse mas pequeña, casi intimidada podría llegar a decir si su orgullo no se lo permitiera. Observo como el de lentes estaba a punto de decir algo, pero mas personas comenzaron a entrar en la habitación. Muchos tenían el rostro pegado a varios papeles y otros cara de dormidos, pero todos levantaron su mirada cuando sintieron una nueva presencia allí. "Tragarme, Madre Tierra", fue lo único que pensó la chica, mientras se encogía de hombros. Si seguían escrudiñandola con la mirada, estaba segura de que se derretiría.

—¡Ve! ¡Una bella ragazza!— fue lo que se escucho ante el sepulcral silencio. Rápidamente, un chico, un poco mas alto que ella, se acerco y comenzó a bombardearla con preguntas y halagos. (T/N) estaba, visiblemente, aturdida, pero eso no le impidió ver a aquel muchacho y sentirse, un poco mas segura a su lado. Era de esas personas que lograban tu confianza a pocos segundos de conocerte. Le gustaba el rulito que llevaba a un costado de su cabeza, al igual que su gesto tan sonriente.

—¡Italia, déjala respirar!— exclamo alguien, mientras apoyaba su gran mano sobre la cabeza del niño, quien se estremeció y soltó un "¡Ve!", lloroso.

—Lamentamos eso, señorita, usualmente es así...— (TN) se volteo a ver a quien pertenecía esa voz, encontrándose con un joven, asiático, que le observaba con una gesto apacible. La chica solo atino a sonreirle.

—Siempre es lo mismo, aru... —

—Todos están muy animados de nuevo, eso es genial. ¿Da?—

—Alemania, ¿p-puedes bajarme, por favor? Me estas avergonzando—

—Inglaterra, tengo hambre—

—¡Acabamos de desayunar!—

(T/N), miraba la escena, con gracia, mientras sonreía. Todo se veía muy acogedor, lastima que ella no podía quedarse. Suspiro y se arreglo un poco la camisa del uniforme que usaba, pensando en salir sin hacer ningún ruido, puesto que, apostaba, no se darían cuenta de que su presencia había desaparecido. Dio unos cuantos pasos, cuando, de pronto, sintió una mano que jalaba la suya propia. Guió su mirada hasta allí, encontrándose con un hombre de cabello largo y rubio, quien le ofrecía una mirada seductora, ademas de una rosa.

—¿Se va tan rápido, señorita? Es un placer conocerla, soy el hermano mayor, Francis Bonnefoy— dijo, mientras el hombre se inclinaba. El corazón de la muchacha se acelero, mientras que sentía como los labios del mayor rozaban la piel de sus manos, algo seca por los productos de limpieza y la llegada del invierno. Un sonrojo mucho mas grande que al anterior se instalo sobre sus mejillas. Solo había leído, en novelas de época, que los caballeros se presentaban así ante las damas. Soltó una risilla y siguiéndole el juego, se inclino levemente, mientras estiraba el brazo donde llevaba el cubo, hacia atrás, simulando que tomaba esas frondosas telas de aquellos grandes vestidos con los que soñaba.

—El placer es todo mio, señor Francis, mi nombre es (T/N) (T/A)— menciono, para luego soltar una risilla. El hombre, se incorporo y coloco la rosa sobre la palma de la pequeña mano de ella, sin dejar de observarla por un minutos. Le parecía de lo mas hermosa, usualmente las chicas se sonrojaban y tartamudeaban, pero ella le había respondido como una gran dama.

—¡Suéltala, rana!— exclamo el muchacho de cejas grandes, mientras daba varios pasos hasta quien decía ser el hermano mayor.

—¿Que seria mi vida sin ti?— comento, empalagosamente, al mismo tiempo que sonreía. La muchacha se desligo, asumiendo que su presencia generaba molestias.

—Yo ya me voy, fue un placer conocerlos. ¡Hasta pronto!— se despidió, rápidamente, son una sonrisa. Cerro la puerta tras si, dejando a los países solos.

¿Daddy? (Hetalia x Lectora)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora