CAP 4: Train hard everyday

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Hornwood y yo nos pusimos a chocar espadas de madera entrenando, yo me divertía porque no planeaba lastimarlo, y además él parecía hacer mucho esfuerzo al bloquear mis golpes.

–El chiquillo de papi no puede vencer a la princesa. –Rió Zard, el tipo de ayer. Dejé de pelear con Hornwood y lo miré mal.

–Ven y pelea tú, entonces. –Lo reté. El aceptó divertido y tomó una espada de madera, para atacarme.

Lo esquivé y me puse a chocar espadas con él. Él colocó su espada hacia atrás e hizo una mueca, y yo leí su jugada. Lo desarmé rápidamente y coloqué la espada en su garganta, amenazante. Él tragó con dificultad.

–Uno, no tomes impulso para lanzar tus golpes. –Lo miré a los ojos.- Dos, tus muecas delatan tu jugada. Tres, estás mal parado. –Quité mi espada de su cuello y pateé su pierna, haciéndolo caer. Coloqué mi espada de madera en su cuello de nuevo.- Si estás mal parado caes, y si caes, mueres. –Guiñé y le ofrecí mi mano. Él la tomó y lo ayudé a levantarse.

–¿Cómo sabes tanto de pelea? –Preguntó, limpiándose la nueve que tenía en la capa.

–Es... una larga historia. –Suspiré.- Tim, Num, su turno. –Sonreí. Tim asintió y se acercó a mí.

Esquivé todos sus golpes y noté su error. Era muy torpe. Rodé los ojos y me moví ágilmente entre él y su espada. Lo tumbé al suelo y tomé su espada.

–Eres muy torpe, tus movimientos tienen que ser más precisos y seguros. Si te mueves dubitativamente harás que te maten. –Lo ayudé a levantarse y Num se acercó a mí.

Num simplemente me atacaba y yo me cubría con la espada. Noté su error y lo aproveché, pateando su estómago, para luego desarmarlo y apuntarlo en la garganta.

–Si solo vas a atacar, tienes que estar atento a las partes que dejas vulnerables. –Sonreí y quité mi espada de madera de ahí.

–¡No voy a parar hasta derrotarte, Baratheon! –Exclamó Hornwood, volviéndome a atacar.

Sonreí y lo contraataqué. Ambos comenzamos a chocar espadas y a pelear como se debe. Era algo genial tener por fin un contrincante entretenido y no fácil.

–¿Eso es todo lo que tienes, Hornwood? –Lo provoqué, riendo.

Hornwood gruñó y ambos peleamos por mucho tiempo, hasta que finalmente lo desarmé y lo hice caer al suelo.

–Y así es como terminas muerto. –Reí y lo ayudé a levantarse.

Todos oímos un gran sonido y corrimos al túnel, pues todo el mundo gritaba "¡exploradores regresando!"

Un hombre alto, junto a varios otros hombres y sus caballos ingresaron, y, al verme, el hombre bajó de su caballo y se dirigió a mí.

–Mi Princesa, ¿Qué hace usted aquí? –Preguntó el hombre. Suspiré.

–Pues ahora seré parte de ustedes, señor. –Arqueé una ceja.- Así que el título de princesa ya no me corresponde.

–¿Cómo es que sucedió esto? –Preguntó.

–Ella se ganó su lugar aquí, Benjen. –Habló Mormont detrás de mí.- Ella tiene derecho a decir sus votos junto a los novatos y ser una hermana más.

–Como diga usted, Lord Commander. –Asintió, y nos dejó.

Suspiré y me alejé, para ir hacia la biblioteca a leer algo.

Estuve el resto del día en la biblioteca y aprendí muchísimas cosas de las cuales no estaba enterada antes. Aprendí que ese sonido que oí era el cuerno, y se sonaba cada vez que alguien se acercaba al muro.

Se tocaba una vez, para exploradores regresando. Dos veces, para salvajes, y, en la antigüedad, se tocaban tres veces, para caminantes blancos.

También descubrí que el tipo que me había hablado era Benjen Stark, primer explorador y líder de los exploradores. Leí también que, en la antigüedad existía una sustancia poco común, llamada vidriagón, que servía para matar a los caminantes blancos sin necesidad de quemarlos, y así no regresarían.

Luego de horas y horas de leer sobre el muro y sobre la historia del castillo negro y la guardia de la noche, fui a cenar sola, y luego caminé hacia mi cuarto, encontrándome con Hornwood en mi camino.

–Princesa, yo...

–¿Qué parte de "no me digas princesa" no entiendes, Hornwood? –Lo interrumpí.

–Lo siento –Sonrió.- Lo que quería decir es, bueno... Peleas bien.

–Gracias –Sonreí.- Te veo luego, iré a dormir. –Pasé por su lado y continué mi camino.

–¡Sisabella! –Me llamó. Suspiré, cansada y giré para verlo.

–¿Qué quieres, Hornwood?

–Buenas noches. –Sonrió. 

–Descansa, muchacho.

Sonreí y caminé hasta mi habitación, donde me acosté en total tranquilidad a pensar. Había leído sobre los posibles trabajos en el castillo negro, y pensé en las opciones que tenía.

¿Constructora?

Nah. No se me da.

¿Mayordoma?

No, no pienso servirle a nadie.

¿Exploradora?

Es mi mejor opción. Tengo unas ganas tremendas de explorar el norte, y solo podría hacerlo si soy una exploradora.

Sólo espero que el jodido entrenamiento no dure mucho, así puedo decir el juramento y ser una exploradora. 

The Crow Girl (Jon Snow)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora