CAP 38: They're here

3.1K 240 12
                                    

Los salvajes cerraron la puerta que los separaba de lo más salvaje. Los que quedaron afuera gritaron por ayuda, pero luego una suave brisa fría nos rodeó a todos, y los gritos cesaron.

Todos miraban a las puertas paralizados.

–¿Dónde están Edd y Hornwood? –Pregunté, mirando a Jon.

–Adentro, recogiendo el vidriagón. –Respondió, aún paralizado.

No me quedé parada e idiotizada como todos los demás. Salí disparada hacia el lugar en el que nos habíamos reunido con los salvajes, y busqué a mis amigos con la mirada.

Los caminantes blancos estaban aquí, y teníamos que irnos.

–¡Hornwood! ¡Edd! –Grité, cuando los caminantes blancos comenzaron a atacar, y los salvajes entraron en pánico.

Ellos ya estaban con sus espadas en mano, listos para pelear contra los bichos esos de mierda. Comenzaron a romper el techo, y lograron entrar al lugar. Y entonces la verdadera pelea comenzó.

Los caminantes blancos entraron al campamento de los salvajes y todos comenzaron a pelar contra ellos. Corrí hacia uno que iba a atacarme y lo partí en dos. Como era de esperarse, explotó en mil pedacitos de hielo gracias a mi espada.

Sonreí más confiada y corrí a matar con mi espada a todos los bichos que se interpusieran en mi camino.

A lo lejos vi a una salvaje acorralada por tres bichos que estaban por matarla. Corrí tan rápido como pude, y apuñalé a uno de ellos por la espalda, al segundo le corté la cabeza, y al tercero lo apuñalé también. Como era de esperarse, los tres explotaron en pedacitos de hielo.

Miré a la salvaje. Tenía el cabello rubio, y unos ojos oscuros.

–Gracias. –Asintió, desde el suelo.

–Levántate. –Le ofrecí mi mano y ella la tomó, para levantarse.- ¿Tienes armas? –Pregunté. Ella negó.- Bien, quédate cerca de mí.

Seguí matando a todos los caminantes blancos, mientras llevaba a la salvaje rubia hasta algún punto en el que pudiera lograr llegar al agua y escapar de este infierno que se acababa de desatar.

Logré llegar a la orilla, desde un punto alejado.

–¿Sabes nadar? –Pregunté, a gritos.

–¡Sí! –Asintió, con miedo.

–¡Nada hasta uno de los botes, te van a ayudar! –Dije, y maté a otro caminante que se acercaba a nosotras.

–¡Gracias! –Dijo, y se lanzó al agua.- ¿Cómo te llamas? –Gritó.

–¡Sisabella! –Exclamé.

–¡Y yo Nachi! –Gritó ella, presentándose.

–¡Ya vete! –Grité, y salí corriendo de regreso al campo de batalla.

La casa en la que se encontraba el vidriagón se encontraba en llamas, y yo sabía que tenía que recuperarlo cueste lo que cueste, era indispensable, pues sin él, estaríamos a más desventaja de la que ya estábamos ahora.

Corrí tratando de ayudar a tantos salvajes como pude, y maté a muchos caminantes blancos sin pudor alguno.

Me sentía una verdadera guerrera, como esos que cuentan en las historias: aquellos guerreros que serían capaces de sacrificarse para ayudar a los suyos.

Y vaya que estaba dispuesta a morir.

Mientras ayudara a Edd, Jon, y Hornwood a vivir, no me importaba morir en el campo de batalla.

Se podría decir que era capaz de todo por salvarlos a ellos, incluso sacrificarme de una manera muy obvia.

Seguí peleando, hasta que vi a Jon pelear contra uno de los señores del hielo, iba a ayudarlo pero el se supo defender muy bien.

Así que corrí hacia la casa, para coger el vidriagón.

Las llamas del fuego eran muy grandes, y me hacían sentir que ya no podía respirar, pero eso no me importó. Lo importante era rescatar el vidrio.

Esa era mi misión.

Corrí evitando el fuego y matando a uno que otro caminante, y cogí la bolsa, colgándomela en el hombro para no perderla de nuevo.

Oí un sonido como un cuerno en lo alto de las montañas, y luego caminantes blancos comenzaron a caer, como si llovieran.

Corrí a esconderme debajo de una silla, que se encontraba rodeada de fuego, lo que significaba que allí podría esconderme hasta encontrar un momento para escapar y llegar a los barcos de Stannis junto a Jon y a mis amigos, que de seguro se preocuparían por mí.

Muchos caminantes se encontraban dentro de la casa en la que yo estaba, pero no me lograban ver gracias al fuego que me rodeaba.

Mis pulmones comenzaron a pedirme más aire, la contaminación que emanaba el fuego estaba comenzando a afectarme, y no lograría soportar mucho más tiempo escondida, o moriría por el fuego.

–¡El vidrio! –Oí que gritó Jon, fuera de la casa.

–¡Que se joda el vidrio! ¡Moriremos aquí! –Gritó la voz de Edd.

Luego dejé de oírlos, y supe que ambos se habían ido corriendo hacia los botes.

No se habían dado cuenta de que yo faltaba.

Quizás, después de todo, estarían mejor sin mí. La guardia de la noche estaría mejor sin mí.

Porque todo lo que hice, desde que llegué, fue causar problemas.

Mis pulmones comenzaron a dolerme, y cada vez se me hacía más difícil respirar. Poco a poco fui cerrando mis ojos, aunque luchaba con todo mi ser para mantenerlos abiertos.

Pero todo fue inútil.

El aire terminó de hacerme falta.

Y todo se volvió negro. 



The Crow Girl (Jon Snow)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora