CAP 15: White walkers

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–¡Corran! –Oí el grito de Edd. Pronto los cuatro salimos disparados hacia el resto del grupo.

–¡Oigan! ¡Ayuda! ¡Edd! ¡Grenn! ¡Sisa! –Oí el grito de Sam atrás de nosotros.

Me detuve y miré atrás. Sam había caído, y Grenn y Edd se habían hecho de oídos sordos y habían escapado. Par de maricas.

–¡Sam! –Grité, y corrí hacia él para ayudarle.

Lo ayudé a levantarse a duras penas y, cuando comenzamos a correr, oí ese horrible sonido de sus gritos extraños. Sin pensarlo dos veces, jalé a Sam hasta una gran roca, donde nos sentamos apoyados a ella, rogando que los caminantes blancos no nos notaran.

Con mi mano izquierda tomé el mango de mi espada, lista para atacar si era necesario, y, por los nervios, tomé la mano de Sam, quien entrelazó nuestros dedos. En otro momento me hubiera ruborizado, pero ahora, me sentía feliz de tener a un amigo cercano junto a mí.

Pronto, varios caminantes blancos comenzaron a avanzar, sin mirar atrás. Sentí a Sam respirar con dificultad, y yo lo miré, intentando calmarlo, pero comencé a sentir frío cayendo por mis mejillas. Estaba llorando.

La mano de Sam presionó un poco la mía y yo hice lo mismo, al ver a un caminante blanco sobre un caballo muerto cabalgando, él nos miró y escondí mi cara en el cuello de Sam, esperando que nos matara.

Pero nunca lo hizo. En lugar de eso, continuó con su camino, comandando a los caminantes blancos.

Luego de que todos los caminantes blancos pasaran por ahí, esperamos unos minutos más, antes de levantarnos. Solté la mano de Sam con delicadeza y tomé el mango de mi espada con ambas manos, por si acaso.

–Debemos buscar a los demás. –Dijo Sam. Su voz se oía distante debido a la tormenta de hielo.

Asentí y ambos comenzamos a caminar, cuando entre la nieve apareció un caminante blanco que amenazó con atacarnos. Gruñí y le clavé mi espada en el estómago, haciéndolo explotar en mil pedacitos de hielo. Unos momentos después, Mormont, Edd, Grenn, y varios hombres más aparecieron entre la nieve. Busqué con la mirada a una persona de las que más me importaban y, al verlo, lancé mi espada a un lado y me lancé sobre él, abrazándolo como si no hubiera un mañana.

–Es la segunda vez que creí que no te iba a ver de nuevo. –Sollocé, abrazando con fuerza a Hornwood. Él me devolvió el abrazo con aún más fuerza.- Eres un idiota, Jack.

–Me alegra que estés bien. –Sonrió, cuando nos separamos.

–Debemos regresar al muro. –Ordenó Mormont, y, aunque el corazón me dolió por Jon, asentí. Porque eso era lo que Jon hubiera querido. Sólo espero que él se encuentre bien.

El camino fue muy silencioso pues, de los cuatrocientos hombres que se encontraban en el puño de los primeros hombres, menos de cincuenta o sesenta quedamos vivos. Vaya mierda.

Yo me dedicaba a caminar mientras imaginaba mil y una formas de matar a los estúpidos salvajes que me hicieron matar a Zard y se llevaron a Jon. Uno de esos momentos oí a Edd y Grenn hablarle a Sam. Giré para verlos y vi que Sam se encontraba caído en el suelo. Rápidamente llegué a su lado y me agaché junto a él.

–Sam, debemos seguir. –Dijo Grenn, intentando animarlo. Fruncí el ceño y lo miré mal. ¿Cómo se atrevía a decirle que siguiera adelante si él y Edd lo dejaron a merced de los caminantes blancos?

–Dejen de actuar como si les importara mi bienestar. –Dijo Sam, claramente dolido.- Ustedes me dejaron para que los caminantes blancos me mataran. Sisa fue la única que volvió por mí.

–Sí. Lo hicimos. –Dijo Edd.- Fuimos unos cobardes y preferimos que fueras tú antes que nosotros. Y lo sentimos.

–¡Ya dejen a la señorita gorda morir en paz y vámonos! –Un tipo mala onda nos miró. No recordaba su nombre, pero era uno de esos estúpidos que siempre me lanzaba piropos morbosos.

–Rast. –El Lord Commander llegó a nuestro lado, mirando al tipo.- Tú vas a encargarte de que Tarly llegue al muro sano y salvo. Su vida será la tuya.

Sam bajó la mirada, pues el tal Rast lo amenazó. Gruñí de mala gana al verlo y ayudé a mi amigo a levantarse, para continuar el camino.

–Descuida Sam, vamos a estar bien. –Le dije, tratando de alegrarle un poco, lo cual no me resultó.

–Princesa. –La voz de Hornwood llamó mi atención y noté que caminaba a mi lado.- ¿Te encuentras bien?

–Sí. –Dije, seria.- Si dejar que los salvajes se llevaran a Jon y ser atacada por caminantes blancos es estar bien, sí, Hornwood. Estoy perfectamente. –Gruñí y me adelanté más, para no tener que lidiar con él.

Caminamos sin descansar por horas y horas, hasta que, al anochecer, llegamos al lugar de Craster. Fruncí el ceño de mala gana y caminé junto a nuestros hombres hacia la fogata, donde nos sentamos.

Me quedé sentada sin comer ni beber, simplemente observaba las llamas del fuego que consumían la madera hasta que fue hora de dormir, lo cual tampoco pude hacer. Estuve despierta toda la noche, observando las estrellas desde el árbol en el que subí junto a Jon.

Al amanecer me puse a trabajar junto a Hornwood en la cocina, haciendo el intento de preparar algo bueno para todos. Ese fue mi "gran día." Al caer la noche, me dispuse a caminar por el lugar de Craster, cuando oí gritos y grandes discusiones, así que corrí hacia la sala principal a ver qué sucedía, cuando dos brazos me cubrieron la boca y me jalaron hasta una de las cabañas.

Estuve a punto de sacar mi cuchillo, pero entonces vi a Grenn frente a mí. Giré a mi izquierda y vi a Edd. Ambos brazos me liberaron y pude notar que era Hornwood. Me alivié y los miré preocupada, pues se oían gritos.

–No eleves la voz. –Dijo Edd.- Hubo un motín. Karl mató a Craster y Rast mató al Lord Commander.

–No... –Dije, asombrada y dolida. Habían matado a Mormont.

–Tenemos que regresar al muro ahora, o si no seremos caminantes blancos dentro de poco. –Dijo Grenn, nervioso.

–¿Y Sam? –Pregunté.

–¡Él encontrará su manera de huir! ¡Si vamos por él moriremos! –Gruñó Hornwood, y, aunque no quería admitirlo, tenía razón.- ¡Corran! –Susurró, y tomó mi mano, para salir corriendo del lugar.

Pronto Edd y Grenn se nos unieron, y los cuatro salimos disparados hacia el muro, en medio de la noche. Corrimos hasta no poder más, y comenzamos a caminar cuando notamos que estábamos lo suficientemente lejos de todos ellos.

Nos detuvimos y Grenn hizo una pequeña fogata. Aún faltaba bastante para llegar al muro y necesitábamos descansar, aunque fuera en medio de la nada.

Un chillido me hizo sobresaltar, y me puse de pie, desenvainando mi espada, al igual que mis tres compañeros. Otro chillido, del lado opuesto. Otro más. Y otro. Y uno más.

Tragué con dificultad y traté de agudizar mi vista, buscando las mierdas que provocaron esos sonidos y, mierda. Cómo odiaba siempre tener razón. Cinco caminantes blancos caminaban directamente hacia nosotros.

–Debemos correr... –Oí decir a Edd.

–No. –Les dije, seria. Fruncí el ceño, respiré hondo y me armé de valor, aunque me moría de miedo por dentro.- ¡Por Jon! –Salí corriendo hacia los caminantes blancos, que corrieron hacia mí. 


The Crow Girl (Jon Snow)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora