CAP 6: New guys

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MARATÓN 2/3

Ha pasado un año desde que soy una hermana de la guardia de la noche. Todos los chicos me tienen respeto, porque saben que si me dicen algo que me moleste, van a terminar con un gran morete en el ojo. 

Hornwood y yo hemos cumplido nuestra promesa: jamás le dijimos a nadie que maté a un caminante blanco en nuestra primera excursión, y jamás le diríamos a nadie.

Esta mañana llegaron varios novatos, y, como siempre, salí a recibirlos.

–¡Novatos! –Llamé a los nuevos. Eran siete. Todos voltearon a verme y un estúpido pervertido me guiñó. Bufé.

–Es ella, es Sisabella Baratheon. –Dijo uno de los tipos.- Se dice que trató de matar a sus padres para ser reina. –Rodé los ojos. Ya empezarían con los rumores sobre mi huida.

–Otros dicen que su padre la violó y ella huyó. –Comentó otro viejo.

–Dicen que se cogió a su hermano menor y escapó. –Oí que otro dijo. Eso me hizo estallar. Saqué mi cuchillo y se lo coloqué en el cuello, amenazante.

–Si te atreves a decir eso de nuevo, será lo último que hagas, idiota. –Gruñí, mirándolo con desprecio.

El tipo asintió, con miedo y nervios así que sonreí para mis adentros y guardé mi cuchillo de nuevo. Suspiré y observé a los siete nuevos. Me preguntaba cuál era la razón de cada uno para encontrarse aquí.

–Bien. Aquí las cosas son muy simples. –Comencé a decir.- Uno, no coquetearán conmigo. Dos, no intentarán nada conmigo a menos que quieran que les quite sus ojos con cucharas. Tres, no se atrevan a decir nada sobre mí o mi familia o se lo van a pasar mal. Y cuatro, obedezcan al Lord Commander y todo irá bien. –Sonreí.- Mi nombre es Sisabella Baratheon. Bienvenidos al castillo negro.

Los siete asintieron y decidí caminar hacia la sala común, donde me senté para comer algo. Pronto dos de los novatos se sentaron a mis costados y me miraron. Suspiré y decidí no hacerles daño, parecían inofensivos.

–¿Y ustedes son...? –Pregunté, bebiendo un sorbo de vino.

–Mi nombre es Pypar, mi Lady. –Dijo el chico más flaco, tenía el cabello castaño y ojos del mismo color.

–Y yo soy Grenn, mi Lady. –Dijo el otro. Era semi-rubio semi-pelirrojo, no tenía idea, pero parecía ser una buena persona.

–No soy una Lady. –Dije.- Soy una hermana más de la guardia de la noche, no tengo títulos. –Sonreí, y ellos parecieron estar asombrados con el hecho de que una mujer fuera una hermana de la guardia de la noche.

Al finalizar mi comida me levanté y caminé hacia el túnel, pues hoy iríamos más allá del muro junto a los exploradores.

Al caminar por el patio, me crucé con uno de los nuevos. Este tipo tenía el cabello hasta un poco más debajo de la barbilla, totalmente castaño. Sus ojos eran oscuros y tenía barba. El tipo me detuvo y lo miré con una ceja arqueada.

–Mi Princesa. –Se arrodilló. Solté un bufido.- Es un gran honor conocerla, mi nombre es Eddison Tollett.

–Levántate. –Ordené. Él lo hizo.- Ya no tengo el título de princesa, ni de Lady. Solo Sisabella, ¿Entiendes? –Fruncí el ceño, el tipo asintió.- Genial, nos vemos después, Eddison.

Caminé hasta el túnel y subí a mi caballo. Oí una leve risa a mi costado derecho y giré mi cabeza para ver a Zard reír.

–¿Qué es tan gracioso? –Lo fulminé con la mirada.

–La estupidez de los nuevos. –Respondió.- Es genial ver cómo los pones en su lugar.

Negué sonriendo y abrieron la puerta. Comenzamos a cabalgar hacia lo salvaje una vez más. Pasamos horas y horas cabalgando, hasta llegar a un punto donde los caballos se cansaron y tuvimos que parar para armar un campamento improvisado, pues estaba por oscurecer.

–Podríamos haber parado en casa de Craster. –Me quejé.- No estábamos muy lejos hace unas horas, y no estaríamos en peligro ante los salvajes. –Bufé.

–Cálmate, Princesa. –Rió Hornwood, encendiendo la fogata.- Mañana llegaremos cerca del campamento del tal Mance y sacaremos información.

–Sí, como digas. –Suspiré y me senté lo más cerca de la fogata posible.

Al día siguiente cabalgamos por horas, hasta que dejamos a los caballos amarrados en los árboles y comenzamos a caminar por terreno abierto. Era una idea MUY mala. Si los salvajes nos veían, nos matarían en un dos por tres, y, al parecer, Benjen no entendía eso.

Caminamos y caminamos, hasta que Benjen nos detuvo, pues a lo lejos se veía algo de fuego. Intercambié miradas con mis amigos y los demás exploradores, y montamos un pequeño campamento improvisado.

Benjen, Zard, dos exploradores más y yo, iríamos a ver a esos salvajes, mientras los demás hacían guardia en nuestro pequeño campamento. Hornwood me dio un abrazo y me susurró un "ten cuidado", para luego dejarme ir con los demás.

Los cinco nos acercamos a una distancia prudente para contar a los salvajes que se encontraban ahí, y conté siete salvajes. Benjen asintió, así que saqué mi cuchillo, apunté a uno de ellos y lo lancé, haciendo que el cuchillo se clavara en su ojo, matándolo al instante.

Los otros salvajes se levantaron rápidamente, y nosotros corrimos a atacar. Desenvainé mi espada y le corté la garganta a uno de ellos, acabando con su vida. Oí un grito de desesperación y giré preocupada al reconocer la voz. Zard estaba tendido en el piso, con un cuchillo clavado en su pecho y otro clavado en su hombro. Corrí hacia él y me arrodillé a su lado.

–Zard. –Tomé sus mejillas con mis manos y lo hice mirarme a los ojos.- Hey, idiota. No te atrevas a cerrar los ojos, ¿¡Me escuchaste!?

–¡Vienen más! –Gritó uno de los exploradores.- ¡Como quince más o menos!

–¡Ataquen! –Oí el grito lejano de los salvajes.

–¡Debemos regresar al campamento! –Gritó Benjen.

–¡No lo dejaré! –Grité de vuelta, señalando a mi amigo.

–Hey. –Zard me habló y me concentré en el sonido de su débil voz.- No lo lograré.

–No digas eso, Zard. –Mis ojos se cristalizaron.- No te dejaré morir.

–Y yo no voy a dejar que te maten por mi culpa. –Susurró, y sangre comenzó a salir por su boca.- Mi guardia ha terminado. No me olvides, ¿Sí?

–Zard, no voy a dejarte. –Sollocé.

–¡Sisabella! –Oí que Benjen me gritó.

–Ve. –Susurró Zard. En ese momento tomé la decisión más difícil de mi vida y tomé mi cuchillo, para acercarme a mi viejo amigo. Solté algunas lágrimas, besé su frente, le susurré un "te quiero", y le clavé el cuchillo en su corazón, causando su muerte instantánea.

Me levanté y comencé a correr junto a Benjen y los otros exploradores, cuando sentí algo clavarse en mi espalda, haciendo que cayera.

Lo último que vi fue a todos los exploradores lanzarse hacia los salvajes, y a Hornwood correr hacia mí, susurrando un "todo estará bien, Sisa.". Sonreí al oír el apodo que me había puesto mi mejor amigo, y luego todo se volvió negro.

The Crow Girl (Jon Snow)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora