CAP 11: To the north of the wall

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–¿Qué están haciendo aquí? –Preguntó Jon, molesto. 

–Te llevamos de regreso a donde perteneces. –Dijo Sam, tierno como siempre.

–Yo pertenezco al lado de mi hermano. –Respondió Jon.

–¡No puedes ir con tu hermano ahora! –Dijo Pyp.

–Te matarán si descubren que escapaste. –Habló Grenn.

–Los matarán a ustedes, si descubren que vinieron detrás de mí. –Nos miró a los cuatro, con el ceño fruncido.

–Sam nos dijo todo. Sentimos lo de tu padre. –Pyp trató de sensibilizarlo.

–Pero eso no importa. –Dijo Grenn.- Hiciste un juramento. No puedes irte.

–Pero mi hermano... –Jon insistió. No aguanté, y hablé.

–Escuchad mis palabras, sed testigos de mi juramento. –Comencé a decir, caminando hasta quedar frente a Jon.

–Púdranse, todos ustedes. –Gruñó Jon, volteando. Pyp fue más rápido y se colocó frente a él.

–La noche se avecina, ahora empieza mi guardia. No terminará hasta el día de mi muerte. –Continuó lo que yo iba diciendo.- Viviré y moriré en mi puesto.

–Soy la espada en la oscuridad. –Grenn interrumpió a Pyp.

–Soy el vigilante en el muro. –Continuó Sam.

–El escudo que defiende los reinos de los hombres. –Hablamos los cuatro al unísono, creando un círculo alrededor de Jon.- Entrego mi vida y mi honor a la guardia de la noche, durante esta noche y todas las que estén por venir.

Jon juntó el entrecejo, como decidiendo si irse o volver con nosotros. Suspiré y coloqué mi mano en su hombro. Pronto sus ojos grises se posaron en mis ojos azules.

–Vamos a casa, Jon. –Dije, tratando de sonar cálida, y no fría, como generalmente soy.

Él se quedó callado unos momentos, pero terminó asintiendo. Todos subimos a nuestros caballos y cabalgamos de regreso al castillo negro, donde dejamos los caballos. Antes de regresar a mi habitación, me acerqué a Jon.

–Te dije que no hicieras nada estúpido, Snow. –Arqueé una ceja, mirándolo.

–¿Y qué quieres que haga? –Gruñó.- Tu familia y la mía están en guerra. ¿Pretendes que me quede aquí sin hacer nada al respecto? ¿Cómo es que tú no quieres regresar para ayudar a tu familia?

–Porque hice un juramento, Jon. –Respondí, observando sus grises ojos, que parecían los de una tormenta.- Debemos mantenernos al margen de todo lo que no incumba a la guardia de la noche y lo sabes. –Suspiré.- A veces es difícil hacerlo, lo sé. –Arrugué la nariz.- Pero es lo que debemos hacer, nos guste o no. –Él se quedó callado unos momentos y asintió, resignado.- Buenas noches, Snow.

Giré y me encaminé a mi habitación, dejándolo parado en medio del patio de entrenamiento. Suspiré y me acosté a dormir finalmente.

Desperté temprano por la mañana y tomé un baño, para luego vestirme y bajar a desayunar. Mormont dijo que al día siguiente partiríamos al amanecer, en una expedición en busca de Benjen Stark, y a alejar a las amenazar del norte, como salvajes y caminantes blancos.

Sin pensarlo dos veces, al terminar de desayunar preparé todas mis cosas y luego subí al muro por el ascensor, para estar sola unas horas antes de partir. Me alejé bastante y me senté en una roca de hielo alta, para observar el paisaje y pensar un poco.

Como siempre que quiero estar sola, alguien se sentó a mi lado, y, como siempre, ese alguien era Hornwood.

–¿Te das cuenta de que cada vez que quiero estar sola apareces tú, arruinando mi paz? –Lo miré, arqueando una ceja, divertida.

–¿Te das cuenta de que cada vez que te aíslas piensas mucho, te deprimes, y tengo que venir a animarte? –Me miró, del mismo modo. Solté una leve risa y él negó, sonriendo.

–No quiero encontrarme con más salvajes, Jack. –Dije, mientras jugaba con mis dedos.- No quiero tener que hacerte a ti, o a Grenn, Sam, Jon o Edd lo que tuve que hacerle a Zard. Y tampoco quiero que ninguno de ustedes termine como Num.

–Hey. –Sentí que colocó su mano en mi brazo y me acarició con suavidad.- Los dioses son los que velan por el destino de todos y cada uno de nosotros, lo sabes, ¿verdad? –Asentí.- Bueno, no olvides que todo lo que pasa, es por algo, Princesa. Vamos a estar bien. –Se acercó a besar mi mejilla y una pequeña sonrisa se me escapó.- Además, pasaremos una o dos noches en el lugar de Craster.

–Oh. –Arrugué mi nariz al oír ese nombre.- Maldito asqueroso. Se casa con sus hijas y sólo los dioses saben qué hace con sus hijos. Jodido idiota. –Gruñí y oí su leve risa.- No te rías o te lanzo por el muro. –Arqueé una ceja y él rió aún más.

–Lamento interrumpir. –Una voz detrás de nosotros nos llamó la atención. Giré y me encontré con Tim, serio.- Pero Thorne te está buscando, Jack. –Giré para ver a Hornwood y él se encogió de hombros.

Los tres bajamos por el ascensor y dejé que Tim se fuera con Hornwood. Suspiré y el resto del día pasó volando.

Al día siguiente, al amanecer, la mayoría de nosotros, a pie, partimos hacia el lugar del asqueroso Craster. Pasamos varias horas caminando por los bosques, y todo lo que oía era el sonido de la voz de Grenn y Edd, quejándose porque les dolían sus pies. Rodé los ojos y alenté mis pasos, para caminar junto a ellos.

–Queridos amigos. –Sonreí, abrazando a ambos.- Si escucho una vez más sus estúpidos quejidos de niña pequeña, haré que los dejen atrás para que los caminantes blancos se los coman. –Guiñé y me adelanté de nuevo, dejando a mis dos amigos atemorizados.

Caminé feliz, tarareando la canción de Castamere, cuando vi a Hornwood caminar no muy lejos de mí, aburrido. Solté una leve risa y tomé nieve con una mano. La moldeé hasta que se hizo una pequeña bolita y se la lancé a Hornwood, dándole en la espalda. Él volteó furioso y solté una carcajada.

–¡Grenn! ¿Por qué hiciste eso? –Carcajeé, volteando a ver al semi-pelirrojo.

–¿Eh? –Grenn volteó a verme confundido, y pronto le llegó una bola de nieve en la cara, lanzada por Hornwood.

Grenn se enfureció y le lanzó otra bola de nieve en la cara, la cual esquivó y le llegó a Edd. Edd tomó más nieve y se la lanzó a Grenn de nuevo. Pronto comenzó una pequeña guerra de bolas de nieve. Carcajeé y tomé más nieve, lanzándosela a Jon. Él giró carcajeando y me lanzó nieve a mí.

Reí y tomé más nieve, lanzándole de nuevo. Sam se unió a la guerra, lanzándole nieve a Hornwood, quien me lanzó nieve a mí, y yo le lancé a todos los que estaban participando.

–¿Pero qué es este alboroto? –Oí la voz de Mormont detenernos.

Todos pararon, con bolas de nieve en las manos. Él estaba serio y todos dejaron a un lado sus bolas de nieve. Todos, menos yo. Sonreí maléficamente y le lancé una bola de nieve a la cara.

–¡Baratheon! –Gruñó, limpiándose la cara. Por un momento creí que se había enojado, pero pronto tomó nieve con sus manos y me lanzó una bola de nieve.

Todos carcajeamos y reanudamos la guerra, esta vez, con todos los que fuimos a la expedición.

Llegamos al lugar de Craster al anochecer, debido a la tardanza por la pequeña guerra de bolas de nieve que inicié que duró una hora.

Todos entramos a sentarnos alrededor de la fogata, y Craster se sentó en "su trono", mirándonos mal, y advirtiendo a todos sobre sus hijas/esposas. Me encogí de hombros cuando hablaba y me dispuse a comer y beber un poco de vino.

Me levanté al terminar y vi a Jon intentando hablar con una de las hijas/esposas de Craster. Negué levemente, me acerqué a él.

–No te conviene hacer eso, Snow. –Le dije, para luego caminar hasta el lugar donde dormiríamos. 

The Crow Girl (Jon Snow)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora