CAP 8: The bastard of Winterfell?

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–¡Eh, novato! –Exclamé, tomando una espada de entrenamiento.

El nuevo se giró hacia mí y juntó el entrecejo, confundido al verme. Guiñé divertida y lo ataqué con la espada. Él logró esquivar mi golpe y me contraatacó. Comenzamos a chocar espadas, el chico era fuerte y ágil, era obvio que su padre le había enseñado a pelear.

Choqué espadas con él por horas, creo yo, hasta que finalmente hizo un movimiento algo brusco y noté su falla, aprovechando para hacer que cayera, y coloqué la punta de la espada en su cuello.

–Nada mal para el primer día, novato. –Solté una leve risa y el ofrecí mi mano, para ayudarlo a levantarse. Él la aceptó y se levantó, limpiándose la nieve.- Soy Sisabella Baratheon. –Extendí una mano.

–Jon Snow. –Asintió y estrechó mi mano, mirándome a los ojos. Y entonces descubrí el peculiar color gris de sus ojos.

–Muy bien. La princesita ya se divirtió. Todos a lavarse y a descansar. –Dijo Thorne, mirándome serio.

Rodé los ojos y caminé hacia Hornwood, para ir juntos a la sala común para cenar. Nos sentamos juntos, y pronto Tim se nos unió, junto a Pyp, Grenn, Edd y Jon.

Nos dispusimos a cenar en silencio, y, como era de esperarse, sentía las miradas de los cuatro nuevos sobre mí cada cinco o seis segundos, pero decidí no decir nada por ahora, les daría un poco de tiempo para comprender cómo funcionaban las cosas conmigo aquí.

Al terminar de comer fui a tomar un baño, para luego vestirme y subir al muro. Me aseguré de que nadie me viera y subí por el gran ascensor. Al llegar, sonreí feliz al no ver a nadie allí, así que caminé por el muro, observando el bosque de los dioses, la entrada a lo salvaje.

Oí voces y me acerqué a ellas. Pronto vi a mi tío Tyrion y a Jon Snow hablar mientras observaban lo salvaje. Luego mi tío giró y me vio. Suspiró, al igual que yo.

–Cuídate, sobrina. –Sonrió de lado.

–Tú también, tío. –Suspiré, y él se fue.

Caminé hasta el lado del novato Snow y observé el más allá. Suspiré y lo miré de reojo, para después regresar mi mirada al bosque.

–Conozco esa mirada. –Dije, y él me miró extrañado.- Tienes la misma mirada que tuve yo, en mi primer día. –Sonreí de lado, con nostalgia.- Quieres ser un explorador, ¿No es así? –Lo miré y él asintió.- Pues, eres muy bueno con la espada. –Sonreí.- Pero, mientras no puedas ganarme, no te voy a respetar, Snow. –Guiñé divertida y me fui de allí, para bajar por el ascensor.

Fui hasta mi habitación y me acosté, para dormir. Caí rápidamente en un sueño profundo, pues estaba cansada luego de un largo día.

–Zard. –Tomé sus mejillas con mis manos y lo hice mirarme a los ojos.- Hey, idiota. No te atrevas a cerrar los ojos, ¿¡Me escuchaste!?

–¡Vienen más! –Gritó uno de los exploradores.- ¡Como quince más o menos!

–¡Ataquen! –Oí el grito lejano de los salvajes.

–¡Debemos regresar al campamento! –Gritó Benjen.

–¡No lo dejaré! –Grité de vuelta, señalando a mi amigo.

–Hey. –Zard me habló y me concentré en el sonido de su débil voz.- No lo lograré.

–No digas eso, Zard. –Mis ojos se cristalizaron.- No te dejaré morir.

–Y yo no voy a dejar que te maten por mi culpa. –Susurró, y sangre comenzó a salir por su boca.- Mi guardia ha terminado. No me olvides, ¿Sí?

–Zard, no voy a dejarte. –Sollocé.

–¡Sisabella! –Oí que Benjen me gritó.

–Ve. –Susurró Zard. Cerré los ojos, tomé mi cuchillo y se lo clavé en el corazón.

Al abrir los ojos de nuevo lo vi, parado frente a mí. Pálido como un fantasma, su cabello oscuro lleno de nieve, y sus preciosos ojos chocolate ya no eran de ese color. Eran de un azul brillante. Se acercó a mí, emitiendo un horrible sonido.

Desperté cubierta de una capa de sudor. Sentí mis mejillas mojadas. Había estado llorando dormida. Creo que la muerte de Zard me afectó más de lo que creía. No había quemado su cuerpo, y ahora de seguro era uno de... ellos.

Me lavé la cara nerviosamente. Me vestí y me quedé en mi habitación unos momentos, mirando el techo y pensando en Zard.

Unas risas llamaron mi atención y fruncí el ceño, saliendo de mi habitación. Vi a los nuevos entrenando, y, entre ellos, un tipo alto y gordito gritaba con miedo mientras todos los demás lo maltrataban en el entrenamiento. Corrí hasta ellos y tomé una espada de entrenamiento también.

Me puse delante del gordito que se encontraba en el suelo y todos me miraron con el ceño fruncido, en especial Thorne.

–Cualquiera que se atreva a dañar a este chico, –Señalé al novato caído.- Se las verá conmigo, pendejos. –Gruñí, mirando mal a todos.

–¿En serio vas a defender a un estúpido cobarde, Sisabella? –Dijo Thorne, serio.

–No te metas, Thorne. –Le gruñí.- ¿O es que quieres meterte conmigo? –Me acerqué a él, amenazante. Él negó y retrocedió un poco. Le lancé la espada de entrenamiento y me arrodillé al lado del novato.- ¿Te encuentras bien? –Le di la sonrisa más dulce que pude haber dado en toda mi vida en el muro.

–S..sí. Gracias. –Asintió, nervioso.- Mi nombre es Samwell Tarly, pero puedes llamarme Sam. –Sonrió. Morí de ternura, este chico era un pan de los dioses.

–Soy Sisabella Baratheon. –Le sonreí ampliamente.- La mayoría de los chicos de aquí me llaman Sisa. –Lo ayudé a levantarse.- Es un gusto conocerte, Sam.

–Igualmente, Sisa. –Sonrió de nuevo y le devolví la sonrisa.

–¡Eh, Princesa! –Oí el grito de mi mejor amigo, llamándome.

–¿Qué quiere ahora? –Susurré para mí misma y giré para verlo, estaba cerca de la sala común.

–¡Tienes que ver esto! –Exclamó, y corrió hasta el ascensor. Rodé los ojos.

–Nos vemos después, Sam. –Sonreí y caminé hasta mi mejor amigo, quien estaba algo emocionado.

Subí al ascensor con él y llegamos hasta el muro, donde él tomó mi mano y me guió hasta un gran lobo huargo de color blanco. Mis ojos se iluminaron y empujé a Hornwood a un lado, para acercarme al animal.

–Hola, amigo. –Sonreí y el lobo se acercó a mi.- ¿Quién es un buen chico? –Acaricié su cabeza y el lobo me lamió la cara. Solté una carcajada.

–Es el lobo del bastardo de Winterfell. –Dijo Hornwood.

–No lo llames así. –Miré mal a Hornwood.

The Crow Girl (Jon Snow)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora