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Tenía el pensamiento trastornado porque definitivamente esa chica estaba y debía estar fuera de su radar, pero reconoció en un sólo segundo qué, aunque no hubiese sido la bonita pelirroja miope del autobús la que se movía como un espíritu libre al compás de aquella desenfrenada melodía él siempre habría posado sus ojos en ella, aunque no quisiera volver a verla no podría nunca jamás dejar de hacerlo.

Él creía que lo había vivido todo, que ya nada podía ponerle a trabajar su bien amaestrado corazón, pero esa chica tenía algo que le obligaba a replantearse si definitivamente le quedaba algo más que vivir porque él no creía ya más en el amor.

She had dumps like a truck truck truck, thighs like what what what baby move your butt butt butt ¡whoa! she had dumps like a truck truck truck thighs like what what what baby move your butt butt butt —cantó el tutor a ojos cerrados repasando con ritmo la letra de la canción y cuando su voz masculina irrumpió entre tanto estrógeno todas palidecieron, se detuvieron como si alguien hubiera pausado el tiempo: estaban perplejas y sin habla.

Hizo esto porque fue lo único que se le ocurrió para hacer notar su presencia y evitar así, también, que la pelirroja le dejará menos cosas a su imaginación.

Nina Cassiani, sí, la mismísima Nina que estaba por zafarse los dos primeros botones de la camisa blanca estaba tan avergonzada que deseaba hacer un hoyo en el piso y meter ahí la cabeza, tener una bomba de humo ninja o el poder de borrarle la memoria a "ese" que la había agarrado en el acto.

—Tranquilas, que les parece si les doy tres minutos para que se arreglen, entro de nuevo y hacemos como si nada. Es más, si a mi me preguntan: ¡Yo no he visto nada porque aquí no ha pasado nada!.

Como cachorritas de ojitos apenados agarradas en medio de una travesura asintieron con la cabeza, el hombre de los ojos grises dejó una carpeta sobre el escritorio se quitó su saco y le acomodó en el respaldar de la silla. Había dado apenas tres zancadas para llegar a la puerta cuando:

—¡Ajá!. ¡Sabía que las iba a encontrar en estas y ahora están en problemas! —bramó campante Aldana —pero tan pronto como dijo aquello se quedó con la boca abierta al ver que aquel joven desconocido le extendió la mano con tanta caballerosidad que le hizo sonrojar aún a sus cuarenta y tantos de edad.

—Buenas tardes Señora Aldana, ese es su nombre, ¿verdad?.

—Buenas tardes ¿y usted es? —contestó tajante la menopausica tutora de los chicos de la 2-5.

—El tutor de la 2-4, para servirle y estamos haciendo una pequeña dinámica mas ya hemos terminado —dijo cerrando la puerta del aula de nuevo tras su espalda.

—¡Es el nuevo tutor! —dijo con demasiado asombro Braun —¡Ahora si nos van a llevar al pabellón de fusilamiento!.

—No seas tonta, ¿no ves que nos esta cubriendo el trasero? —dijo apresurada Moira indicándoles a las demás que arreglaran el desorden pero ya.

—¡Mierda, mierda la putísima mierda! —Dijo mordiéndose la lengua Cassiani poniéndose los botones en su lugar, el chaleco y la corbata y recogiendo un poco del confeti hechizo con la nota de Bloise.

—¿Moira que diantres haces en mi lugar?.

—¡Yo no pretendo tener en frente a ese!. ¡Está muy guapo y tan súper papi que me puedo desmayar o me da hemorragia nasal!. ¡No seas cruel y ayúdame a vivir un rato más!.

—¡No me jodas y siéntate donde te toca!. ¡No me uses como carne de cañón!.

Pero la discusión llegó a un punto muerto pues la puerta se esta abriendo.

—¡Corre a sentarte! —le dijeron Hooper y Braun.

—¡Ésta me la pagas luego! – remarcó Nina muy enojada y le enseño ambos puños a Moira y ésta le tiró un beso en el aire.

Cassiani corrió hasta la cabecera de la línea del medio y se sentó mientras en cadena le pasaban su bolso y ella enviaba hasta atrás las pertenencias de Moira.

La puerta se volvió a abrir de la mano del tutor que traía una sonrisa en los labios, se posó sobre el escritorio, cruzó los brazos y les vio por segundos a cada una de ellas, pero tardándose más en los ojos de Cassiani que hacía de todo por no verlo a la cara aunque lo tuviera al frente.

—¡Que diferencia! —habló sin perder la sonrisa en los labios, tomando el marcador escribió la fecha en el pizarrón y luego se volvió hacia ellas —Soy su tutor de ahora en adelante, tengo tres horas o los que nos quede de la tarde para que hablemos y eso es lo que vamos a hacer, pero primero a presentarnos: nombre y color favorito —dijo apuntando a la primera chica de la fila del lado izquierdo.

—Grigorieva, Romee y me gusta el verde.

—Harp, Lea y mi color favorito es el morado.

—Retana, Massiel y a mi me gusta el naranja.

—Hooper, Gail y prefiero el negro

—LaVahn, Urania mi color es el rosa.

—Sauterre, Camille y también me gusta el morado.

—Proust, Moira ¡Y por mí el mundo sería amarillo!.

—Paguet, Marguerita tengo un gusto especial por el rosa.

—Guerty, Idelle y me gusta el violeta.

—Cassiani, Nina —azul muy oscuro —dijo Nina con la voz temblorosa, no se había atrevido a mirar a la cara al tutor porque estaba aterrorizada y quería ser invisible en ese preciso lugar.

—Braun, Melania y me gusta el verde lima.

—Rodas, April y a mi me gusta el ivory.

—Faye, Marina —me gusta el verde.

—Messerli, Clara —me gusta el dorado.

—Betancourt, Iris —a mi me gusta el celeste.

El tutor volvió a repasar a cada una de sus niñas con la mirada aguda con la intención de no olvidar su nombres, les aplaudió y se dirigió a la pizarra, pero por el rabillo del ojo pudo ver una mano levantada en el aire.

—Dígame Señorita Proust que pintaría el mundo de color amarillo, ¿de qué manera puedo ayudarle?.

—¿Y usted como se llama y cual es su color favorito?.

El tutor continuó su camino a la pizarra, destapó el marcador y empezó a escribir mientras respondía la pregunta de Moira

Elba, Darío y mi color favorito es el rojo.

—¡Nina tiene el cabello de color rojo, bueno, aunque no tenemos "ni idea" si es rojo sangre, rojo naranja o violáceo!. —dijo con emoción y señalando a la pelirroja que intentaba ser lo menos notoria posible, pero eso era imposible gracias a la ayuda de la buena de Moira.

—¡Tiene usted toda la razón Señorita Proust, el color del cabello de la Señorita Nina Cassiani a quien le gusta azul y muy oscuro está lleno de tonalidades hermosas!. Definitivamente me atrae muchísimo su cabello —dijo mientras iba caminando para apostarse frente a la mesa de la chica en cuestión.

Nina descifró el mensaje en clave de Moira, "Ni idea" estaba allí frente a ella, ofreciéndole su mano - tal y como lo había hecho el jueves recién pasado - esperando a que Nina levantara la mirada para hacer el saludo bilateral.

Quería disolverse ahí sentada, se secó la mano con la falda y todas pudieron notar como le temblaba el brazo cuando por fin se atrevió a corresponder con la mano.

Nina Cassiani sintió que pasaba al otro mundo, el corazón se le detuvo porque se lo estaba poniendo en la mano a "Ni idea gabardina de cuero", unos ojos grisáceos con matices azulados la atropellaron y la dejaron a merced del rojo en sus mejillas que hicieron tanto escándalo que casi borran por completo la estela de pecas que pintaban siempre su nariz y un poco debajo de sus ojeras.

Aquello fue como ver a Dios y a la muerte al mismo tiempo y de ésta no había definitivamente quién la ayudara pues por primera vez en toda su vida no estaba segura de querer ser salvada.

¡Corre Nina, crece! ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora