Shades - Zayn Malik.

Mar

El reloj del despertador marcaba las 11 de la noche y yo me estaba matando por lo menos hacer la mitad de mi tarea de física, le había sacado punta al lápiz mas veces de las que puedo recordar y ni siquiera estaba cerca de terminar con el mini lápiz que tenia en la mano.

Cerré los cuadernillos de un tirón con la vista demasiado cansada. Quizás mañana la continuaría, por ahora sentía los dedos entumidos y estaba segura que tan pronto tocara la almohada iba a caer rendida. Me puse de pie rehaciendo la cola de caballo en la cima de mi cabeza y me alise las pijamas antes de caminar al baño para lavarme los dientes.

Brinque en mi lugar cuando el ruido de la puerta me tomó por sorpresa, no era hora permitida ni siquiera para rondar en los pasillos y ahí estaba alguien, tocando la puerta de mi habitación tan fuerte que bien podría estarla pateando.

Naomi, vas a meterme en problemas, gruñí caminando a la puerta y la abrí de un tirón. Ni siquiera había nadie ahí afuera. 

Suspire, solo una broma quizá.

Mi mente divago a la noche anterior y la persona en mi ventana y un escalofrío me recorrió toda la columna vertebral. Me encontré poniendo todos los candados y recargando ligeramente el escritorio contra la puerta.

Quizá una ducha estaría bien. 

El  agua estaba congelada, pero aun así lo necesitaba, estaba tensa, nerviosa  ¿qué estaría pasando en Washington ahora mismo? ¿habría Jeason ya resuelto al menos alguna parte del caso? ¿qué demonios sería de Patrick? 

Me estremecí ante el nombre de aquel asesino, una imagen de mis padres llego a mi cabeza de pronto sacudiéndome el corazón, en los últimos meses me había propuesto tantas veces no pensar en eso, no quería llorar, había durado los primeros tres meses empapada en lagrimas y ya no quería hacerlo mas, ellos no hubieran querido eso. 

Y mierda que los extrañaba y un montón. El pecho me dolía y la nariz comenzaba a picarme, haría cualquier cosa por que volvieran a estar aquí y abrazarlos una vez más, solo una. 

De un momento a otro ni siquiera la temperatura del agua era molestia, solo me dispuse a llorar como no lo había hecho en meses.

Salí de la ducha con los ojos demasiado inflamados, me dolían al igual que la cara pero necesitaba llenar al menos una hoja de aquel diario que me había obligado a traer, siempre había sido una buena herramienta para mí desahogarme de esa manera. Plasmando cosas en paginas blancas.

"Quiero creer que de algo me va a servir escribir. Pero lo dudo. No ha habido momento en el que mis padres no estén presentes y el corazón me duele muchísimo. 

¿Cómo alguien puede pensar si quiera que fui capaz de arrebatarles la vida? Encerrada en este lugar tan terrible por algo que ni siquiera hice, sino al contrario, me esta matando. 

Un chico en mi ventana, bromas en la puerta, ¿quién se invento este destino tan horrible para mí? y bueno, ¿qué sigue? Con estas personas tan llenas de misterio a mi al rededor y todas estas piezas faltantes en un rompecabezas que ni siquiera nadie me dijo que armara. 

Quizás sea mi distracción, quizá sea todo esto el destino."

Di un suspiro y cerré el cuadernillo rosado y lo guarde en uno de los cajones. Me recosté en mi cama mirando el techo, me había dado una ducha con agua fría y seguía con la piel helada y los dientes me temblaban, a 27 de octubre el frió se estaba apoderando de San Francisco. Me acurruque bien entre los edredones tratando de encontrar el lugar perfecto para dormir, pero no lo logré, mi mente seguía inquieta.

La intranquilidad me recordó a esta mañana, al poder del aura de Louis sobre mí, cuando por unos segundos me deje sentir miedo, mi corazón iba bien rápido cuando sentí aquella extraña sensación en la nuca como si alguien estuviera viéndome desde la ventana de nuevo. Escondí mi rostro en los edredones rezando porque cualquier cosa que fuera se alejara de aquí, quería voltear a la ventana pero estaba aterrada, no quería verlo de nuevo, no quería ver a nadie ahí pero de otra manera quizá no podría conciliar el sueño, giré bruscamente decidida a gritar, pero esta vez, no había nadie ahí.