Shades - Zayn Malik.

El premio.

- ¿A salvo de qué Zayn? ¡Estás loco!

Me miró con gesto inexpresivo, casi como si me estuviera analizando bien y de pronto me beso. 

Mis ojos no fueron capaces de cerrarse de inmediato, estaba muy sorprendida, me esperaba todo de él menos un beso pues creí que estaba furioso conmigo, pero si es que lo estaba lo disfrazo perfectamente. El beso era suave, sentía aquellos labios mezclándose con los míos en una sincronía armónica, sus manos me tomaron por las mejillas con delicadeza y se alejo lentamente dejando que las puntas de nuestras narices se tocaran y después nuestras frentes. Ambos disfrutábamos del momento en silencio,  mis manos sobre las suyas, no quería que se alejara, no quería que se alejara nuca.

Pude haber jurado que aquel beso había estado repleto de amor, aquella mentira había sido tan perfectamente deliciosa que me puso a pensar que no me molestaría vivir engañada de un amor falso si es que al final esa era la recompensa, si él me besaba, si estaba a mi lado. 

 - Tenemos que hablar de esto.- susurro.- Te aseguro que va haber una solución, no te preocupes por eso muñeca. Por ahora la prioridad número uno es sacarte de aquí y que estés a salvo.

- Necesito que me expliques que esta pasando, ¿estar a salvo de qué?

- Te explico después, confía en mi. 

Media hora mas tarde viajábamos en una camioneta que le entregaron a Zayn cerca del reformatorio, no supe en que momento había planeado el "escape" pero había sido un éxito, sin ninguna dificultad, nadie se enteró, nadie supo nada ni siquiera sus amigos, solo mañana temprano no nos encontrarían en las instalaciones del reformatorio.

Había sido un poco doloroso irme así, sin despedirme de Naomi después de aquella platica donde me decía lo bueno que era para ella que yo estuviera ahí, le suplique a Zayn por tiempo para escribir una nota y a duras penas la termine cuando el chico ya me estaba apresurando para dejar el reformatorio. La nota quedo sobre mi cama y yo tenía la esperanza de que la persona que la encontrará se la hiciera llegar por mi. Tampoco había traído muchas cosas conmigo, apenas un par de cambios de ropa y mis artículos básicos de higiene.

- Debí traer otra sudadera.- mis dientes chocaban los unos con los otros debido al frío.

- Ten la mía.- de un ágil movimiento se la saco y me la puso sobre las piernas.- Yo no tengo frio de todos modos.

- ¿Ya vas a decirme que pasa?

- Tan pronto como no este manejando, lo prometo.- su vista se clavo en el parabrisas y yo me recosté bien en el asiento asintiendo.

Narrador omnisciente:

La castaña se había quedado dormida sobre el asiento del copiloto y el Dios la miraba de vez en cuando mientras iba manejando tan rápido como podía, quería llegar al aeropuerto de San José lo mas pronto posible, no se había querido arriesgar a quedarse en San Francisco ni un minuto mas. Un semáforo en rojo le hizo girar a verla detalladamente, aquellos ojos grises estaban ocultos bajo sus parpados, dormía profundamente, su respiración suave lo hizo sonreír, que maravilla de chica era, aquel simple proceso, inhalar, exhalar mantenían con vida, vaya la redundancia, a su vida. Se mira tan tranquila y llena de paz, ojala pudiera mantenerla así siempre, tranquila, sin preocupaciones, junto a él. El semáforo cambio el color y rápidamente acelero, solo quedaban 20 minutos y llegarían en aquel auto robado. 

Se detuvo finalmente en el aeropuerto de Mineta y se apresuro a abrir la puerta de Elizabeth, la chica aun dormía así que se colgó en el hombro la pequeña maleta de mano donde ella había guardado un poco de sus objetos personales y la beso dulcemente para que despertara. Elizabeth abrió los ojos forzadamente y analizó todo lo que estaba a su al rededor.